Todo cambi¨® en Carolina del Sur
La agria disputa entre Obama y Hillary Clinton ha socavado los principios fundamentales del Partido Dem¨®crata
Sentada en una esquina del gimnasio del Instituto de North Charleston, Shelby Jameston dice ser testigo de lo que nunca en su vida pudo imaginar: sus padres, muchos de sus amigos, ella misma irritados, pronunciando las m¨¢s gruesas palabras, no contra sus eternos rivales republicanos, sino contra Hillary y Bill Clinton (Billary, como alguien les llama en The Washington Post), sus viejos amigos blancos. "Nadie pod¨ªa esperar que le hicieran esto a Barack", se queja. "No lo olvidaremos. Lo recordaremos en noviembre".
Barack es, por supuesto, Barack Obama. Noviembre es el mes de las elecciones presidenciales. Y Shelby es una joven de poco m¨¢s de 20 a?os que, como muchos de su raza, se volc¨® ayer en apoyo de su candidato en unas primarias que pueden resultar decisivas por razones distintas del mero recuento de votos.
La campa?a ha resucitado rencores de la lucha por los derechos civiles
Carolina del Sur ya refleja la enorme brecha entre el voto blanco y el negro
Hillary "ha tratado a su rival negro como un inconveniente", dice una editorialista
Algo esencial ha cambiado en Carolina del Sur. La rivalidad entre Obama y Clinton, como es l¨®gico, se iba haciendo m¨¢s agria a medida que avanzaba la campa?a. Pero lo que ha ocurrido aqu¨ª es diferente de la tensi¨®n propia de una campa?a pol¨ªtica. Aqu¨ª se han tocado los nervios sensibles del Partido Dem¨®crata y de esta sociedad: la convivencia entre razas, la armon¨ªa social. Alguien ha decidido resucitar los viejos rencores de la lucha por los derechos civiles, tapados en el pa¨ªs por una losa de pragmatismo y sentido com¨²n. Alguien ha levantado una esquinita de esa losa, dejando escapar un tufo de arcaicos debates sobre Martin Luther King, Lyndon Johnson, la revancha y el miedo. Y, por mucho que se busque, no se encuentra a ese alguien en el campo de Obama.
"El Partido Dem¨®crata no ser¨¢ el mismo despu¨¦s de Carolina del Sur", afirma la columnista Peggy Noonan en The Wall Street Journal, un diario cuyo editorial ped¨ªa el viernes a los republicanos que reparasen en la enorme oportunidad que la guerra abierta entre los dem¨®cratas les concede para retener la Casa Blanca. El Partido Dem¨®crata no ser¨¢ el mismo, dec¨ªa el peri¨®dico, "despu¨¦s de que su nombre m¨¢s famoso y la posible pr¨®xima candidata presidencial haya tratado a un consistente hombre negro, a un senador de Estados Unidos, como a un mero inconveniente en sus planes".
No es este un argumento s¨®lo entre conservadores. Dos senadores dem¨®cratas que apoyan a Obama, Tom Dasche, jefe de la mayor¨ªa en el Senado, y Pat Leahy, presidente del Comit¨¦ de Asuntos Judiciales, se han quejado de la campa?a de los Clinton, particularmente del papel de un ex presidente defendiendo su legado -"Obama destaca a Reagan y no mi Administraci¨®n", dec¨ªa Clinton esta semana- al mismo tiempo que defiende la candidatura de su esposa. "No es una actitud presidencial", dec¨ªa Dasche. "No ayuda a nadie, tampoco al Partido Dem¨®crata", advirt¨ªa Leahy.
Un editorial de uno de los peri¨®dicos dem¨®cratas de referencia, The Nation, consideraba que, despu¨¦s de lo visto, una presidencia de Hillary Clinton ser¨ªa "un riesgo para la naci¨®n". Sin ir tan lejos, un reputado historiador y experto en la presidencia norteamericana, Garry Wills, comparaba ayer en The New York Times el t¨¢ndem Clinton-Clinton con el de Bush-Cheney y opinaba que "no ser¨ªa una buena idea poner a otra copresidencia en la Casa Blanca". Uno de los columnistas de ese diario, Bob Herbert, afirmaba que "en la exagerada defensa de la candidatura de su mujer, Bill Clinton suena como un hombre que no se ha tomado su medicaci¨®n".
James Clyburn, un congresista de Carolina del Sur que preside la mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes, interrumpi¨® su silencio en estas primarias para pedirle "calma y serenidad" a Bill Clinton. El mismo editorial de The New York Times que apostaba por Hillary Clinton como vencedora de las primarias le aconsejaba que "bajara el tono de su campa?a" y suger¨ªa al ex presidente que cerrara la boca.
Fuera de los enfrentamientos en los debates televisados, Hillary Clinton ha intentado permanecer al margen de esta guerra, pero alguno de sus mejores amigos ha cumplido con la funci¨®n de arrojar basura. Andrew Young, el famoso ex alcalde de Atlanta y ex colaborador de Martin Luther King, ha puesto en duda la verdadera negritud de Obama. El ex senador Bob Kerrey ha sacado a la palestra el supuesto paso de Obama por una escuela isl¨¢mica durante su infancia en Indonesia y el hecho de que su segundo apellido sea Hussein. El propio Bill Clinton, autor de la sentencia de que el joven senador afroamericano vende "un cuento de hadas", ha disminuido al rival de su esposa como un alev¨ªn incapaz de hacer frente a los peligros actuales.
Consciente del perjuicio que esta guerra representa para un candidato que atra¨ªa, precisamente, por aportar aire fresco y poner fin a los viejos estilos pol¨ªticos, Obama intent¨® en sus discursos del viernes atajar estas cr¨ªticas. "Cuando estaba 20 puntos por debajo", record¨®, "yo era un chico majo, los Clinton no se cansaban de decir cosas buenas de m¨ª. De repente, aparecen las navajas". Por si sirve, Obama dijo que siempre ha sido cristiano, que nunca fue a una escuela musulmana, que est¨¢ orgulloso de ser negro pero que su objetivo es construir "una nueva mayor¨ªa que no est¨¦ condicionada por la raza ni por el sexo ni por la ideolog¨ªa sino por un pr¨¢ctico deseo de transformaci¨®n en beneficio de todos".
Puede que no sirva. Las encuestas reflejan ya en Carolina del Sur la enorme brecha que se ha abierto entre el voto negro y blanco. Nacido y criado pol¨ªticamente en el sur, Bill Clinton conoce la sensibilidad pol¨ªtica de esta regi¨®n y es consciente del enorme potencial de un pol¨ªtico negro a quien los blancos aceptaban con sorprendente naturalidad.
Obama intenta mantener ese potencial. El viernes se reuni¨® a tomar un caf¨¦ en Charleston con cuatro mujeres, tres de ellas blancas, para discutir de sus preocupaciones. Es una actuaci¨®n mirando hacia las primarias del supermartes (5 de febrero), en las que Hillary es favorita. Clinton es favorita entre las mujeres. Las primarias de Nevada demostraron que es favorita entre los hispanos. Y Carolina del Sur ha demostrado que tambi¨¦n es favorita entre los blancos.
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