Rebajas fiscales peligrosas
En los ¨²ltimos a?os en Espa?a se ha producido una reducci¨®n tanto del IRPF como del Impuesto de Sociedades. A esto, se a?ade la pr¨®xima eliminaci¨®n del Impuesto sobre el Patrimonio. El proceso de reducciones fiscales parece que no ha finalizado, ya que con motivo de la campa?a electoral los partidos mayoritarios se han embarcado en una especie de subasta de ofertas a los contribuyentes-electores. Ante esto, quiz¨¢ convenga plantearse cu¨¢l es la causa de estos recortes tributarios y, m¨¢s importante, cu¨¢les son los costes de estos recortes en t¨¦rminos de prestaciones p¨²blicas y equidad del sistema fiscal.
De entrada, hay que se?alar que las reducciones fiscales no se pueden justificar porque los impuestos o el gasto p¨²blico en Espa?a sean elevados. Los impuestos est¨¢n entre los m¨¢s bajos de los pa¨ªses avanzados de la UE e incluso varios de los nuevos miembros como Bulgaria o Hungr¨ªa tienen impuestos m¨¢s altos. Como reflejo de esto, Espa?a gasta mucho menos en casi todas las actividades p¨²blicas que la mayor¨ªa de los pa¨ªses avanzados de la UE. Adem¨¢s, las deficiencias son evidentes en casi todas las ¨¢reas: Sanidad (atenci¨®n precaria, listas de espera, prestaciones no cubiertas), Educaci¨®n (fracaso escolar elevado, resultados educativos mediocres en comparaciones internacionales, no gratuidad libros), Justicia (retrasos en la resoluci¨®n de juicios), Obras P¨²blicas, etc¨¦tera.
Espa?a ofrece menos servicios sociales que la mayor¨ªa de los pa¨ªses ricos de la UE
Una recesi¨®n o el envejecimiento obligar¨ªan a volver a subir los impuestos
En este contexto, se puede pensar que los recortes fiscales revelan que los niveles de gasto, aunque bajos, se consideran adecuados por la mayor parte de la poblaci¨®n. Por ello, la sociedad ha preferido utilizar los ingresos que ha generado la buena coyuntura econ¨®mica reciente en reducir los impuestos, en vez de en aumentar el gasto. Esto es dudoso, porque los recortes fiscales nunca se presentan como limitaciones al gasto, sino como est¨ªmulos econ¨®micos que permitir¨¢n mantener o aumentar el gasto. De esta forma, los recortes fiscales se convierten en ofertas electorales irrechazables: se bajan impuestos y se mantienen (o aumentan) prestaciones.
La realidad es muy distinta. Para empezar, contrariamente a lo que a veces se afirma, ni las reducciones fiscales son inevitables por la globalizaci¨®n ni, mucho menos, generan incentivos de tal magnitud que permiten mantener la recaudaci¨®n y, por extensi¨®n, las prestaciones p¨²blicas. En cuanto a la globalizaci¨®n, sus implicaciones fiscales est¨¢n ampliamente sobreestimadas debido, en buena medida, a la actuaci¨®n de ciertos grupos de presi¨®n. Dentro de unos amplios m¨¢rgenes, para la mayor¨ªa de las empresas los impuestos son un factor de segundo orden a la hora de tomar decisionesde ubicaci¨®n y tienen efectos menores en su competitividad. En el caso del capital financiero, el capital de los residentes se puede gravar de forma razonable si se aplican las normativas y mecanismos de control adecuados.
El argumento lafferiano de recortes fiscales que aumentan la recaudaci¨®n es una especie de leyenda urbana. Todo el mundo habla de ello, pero nadie lo ha visto (y menos probado emp¨ªricamente). Se puede pensar que la evoluci¨®n reciente en Espa?a de impuestos (reducci¨®n de tipos) y recaudaci¨®n (aumento, como porcentaje del PIB) es una evidencia de que es posible bajar impuestos sin merma de prestaciones p¨²blicas. Pero no es as¨ª. Los recortes de los ¨²ltimos a?os se han producido en un contexto de crecimiento econ¨®mico que por s¨ª solo generaba aumentos de la recaudaci¨®n. Lo ¨²nico que han hecho los recortes es que la recaudaci¨®n crezca menos de lo que lo hubiera hecho sin reducci¨®n fiscal. Pero la renta y el empleo son los mismos que habr¨ªa habido sin la reducci¨®n de impuestos. Si en los ciclos expansivos, los recortes fiscales no aumentan la recaudaci¨®n, lo hacen mucho menos en los ciclos recesivos. En realidad, no hay un solo pa¨ªs donde se hayan reducido los impuestos en ¨¦poca de recesi¨®n o estancamientos y haya aumentado la recaudaci¨®n. No hay forma de escapar de una realidad: si se reducen los impuestos habr¨¢ menos recursos para financiar el gasto p¨²blico.
Hay quien puede defender que un recorte fiscal no es malo en s¨ª mismo. Despu¨¦s de todo, lo ¨²nico que hace es devolver dinero a los contribuyentes en vez de usarlo con fines p¨²blicos. Esto es admisible, pero quien argumente as¨ª debe ser consciente de que, estos recortes evitan mejorar unas prestaciones p¨²blicas que, como ya se ha se?alado, son bajas. Adem¨¢s estos no aumentos del gasto perjudican m¨¢s a las rentas bajas que, por otro lado, son quienes se benefician menos de unos recortes fiscales que son regresivos.
Las reducciones fiscales tienen tambi¨¦n implicaciones de medio plazo. Por un lado, ante cualquier estancamiento de la econom¨ªa, los recortes de tipos realizados en los a?os de bonanza se traducir¨¢n en reducciones significativas de recaudaci¨®n, lo que pondr¨¢ en peligro las prestaciones p¨²blicas. Por otro lado, los recortes fiscales actuales, evitan que se tomen hoy medidas necesarias para preparar el envejecimiento de la poblaci¨®n (dotar adecuadamente un fondo de reserva, avanzar en la construcci¨®n de residencias, etc¨¦tera). M¨¢s a¨²n, cuando el gasto aumente, el sistema fiscal ser¨¢ incapaz de producir los recursos necesarios.
Se puede argumentar que esto da igual, ya que cuando sean necesarios m¨¢s ingresos se aumentar¨¢n los impuestos. Sin embargo, hay varios problemas. Primero, pol¨ªticamente es mucho m¨¢s sencillo bajar los impuestos que subirlos, con lo que es poco probable que, cuando sea necesario, los impuestos aumenten tan r¨¢pidamente como lo exigir¨¢n las necesidades de gasto. M¨¢s a¨²n, si es en ¨¦poca de recesi¨®n los aumentos fiscales pueden agravarla. Segundo, es dif¨ªcil que se vuelva a refiscalizar las rentas del capital, con lo que los nuevos impuestos recaer¨¢n sobre los trabajadores o sobre el consumo. En ambos casos se resentir¨¢ la equidad del sistema.
En suma, los recortes fiscales actuales han reducido la equidad del sistema fiscal y han impedido mejorar unas prestaciones p¨²blicas que adolecen de bastantes limitaciones y dotarse de gastos necesarios para afrontar el envejecimiento de la poblaci¨®n. Adem¨¢s, cualquier recesi¨®n y el mismo envejecimiento obligar¨¢n a unos aumentos de impuestos que, por su coste pol¨ªtico, pueden no realizarse.
Ignacio Zubiri es catedr¨¢tico de Hacienda de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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