Del blanco y negro al 'glamour' en color

Aquel lunes 16 de marzo de 1987 se cort¨® el tr¨¢fico en la Gran V¨ªa madrile?a. Se celebraba la primera edici¨®n de los Premios Goya. Unos focos iluminaban el cine Lope de Vega, entonces en el n¨²mero 56 de la c¨¦ntrica avenida, donde los profesionales del cine se preparaban para su primera gran fiesta. Cada uno de los invitados llegaba como pod¨ªa, en coche, en taxi o en metro. Los reyes de Espa?a presidieron la ceremonia. "Yo creo que los Reyes se aburrieron much¨ªsimo, les hicimos esperar tanto...". Quien lo recuerda es Wolfgang Burmann, candidato en aquella ocasi¨®n como mejor director art¨ªstico por Romanza final y que el pr¨®ximo domingo repetir¨¢ la suerte con la pel¨ªcula Oviedo Express.

"Pero no s¨®lo se aburrieron los Reyes. Nosotros tambi¨¦n. Fue una ceremonia sopor¨ªfera, imposible de aguantar. Nos hicieron subir a todos los nominados a un estrado, detr¨¢s del tel¨®n y los Reyes fueron salud¨¢ndonos uno a uno. Aquello no se acababa nunca. Los que se quedaron en el patio de butacas no paraban de bostezar". Este recuerdo lo tiene Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro que entonces fue candidato como mejor director por Lul¨² de noche. Mart¨ªnez L¨¢zaro es uno de los grandes favoritos para la gala del domingo, en la que su pel¨ªcula Las trece rosas parte con 14 candidaturas.

Burmann tambi¨¦n fue en aquel 16 de marzo de 1987 director art¨ªstico de la gala. No consigue hacer memoria de ello. "Pero si no hab¨ªa ni decorados, ni nada. Fue una sencilla entrega de premios, llena de seriedad. Yo la recuerdo muy emocionado, conoc¨ªa a todos los que estaban sentados en las butacas. Est¨¢bamos en familia y no como ahora que est¨¢ lleno de gente de empresas patrocinadoras y de industrias. Es verdad que no hab¨ªa ni alfombra roja ni glamour, pero a m¨ª me gustaba", dice el director art¨ªstico.

Cuando el domingo pr¨®ximo se inicie en el Palacio Municipal de Congresos, en el recinto ferial de Madrid, la XXII edici¨®n de estos premios nada recordar¨¢ a aquellas primeras y sencillas fiestas. Todo se ha profesionalizado. El lujo y la moda se han apoderado de esta fiesta del cine espa?ol, al mismo tiempo que ha crecido su importancia desde el punto de vista industrial. Lo sabe bien Emilio Pina, productor ejecutivo de la gala desde el a?o pasado. Ya nadie llegar¨¢ tarde. Todo est¨¢ profesionalizado y milim¨¦tricamente organizado. Hay coches preparados por parte de la organizaci¨®n de la Academia para recoger en la puerta a los m¨¢s ilustres protagonistas. Un total de 130 personas ser¨¢n recogidas en autom¨®viles Audi, uno de los patrocinadores de la gala, o en taxis contactados por la Academia. "Seguimos el mismo criterio que en cualquier rodaje. No se trata de ning¨²n privilegio, sino de asegurar la puntualidad de los invitados", explica Pina, obsesionado con ofrecer un espect¨¢culo profesional que se convierta en el "grand¨ªsimo spot del cine espa?ol" y que borre los bostezos de los asistentes y de los espectadores de la televisi¨®n.

Aquel 16 de marzo de 1987 arras¨® Fernando Fern¨¢n-G¨®mez con cuatro premios (mejor pel¨ªcula, director y gui¨®n por El viaje a ninguna parte, y mejor actor protagonista por Mambr¨² se fue a la guerra). ?Qui¨¦n ser¨¢ el triunfador de esta edici¨®n?