Sinceridad y sacrificio
En una secuencia de esta comedia agridulce, brillante e inesperada, Juno (Ellen Page), adolescente redicha y embarazada, mantiene una conversaci¨®n sobre cine de terror con Mark (Jason Bateman), el WASP dispuesto a convertirse en padre adoptivo de su hijo no deseado. Su pulso dial¨¦ctico contrapone las bondades del italiano Dario Argento -m¨¢ximo cal¨ªgrafo del giallo- con las del estadounidense Herschell Gordon Lewis -padre del cine gore-, que es algo as¨ª como debatir sobre artificio y sinceridad, sobre lo sofisticado y lo visceral. El infrecuente atractivo de Juno, segundo largometraje de Jason Reitman tras Gracias por fumar (2005), se mueve precisamente entre esos dos polos: todo suena a construcci¨®n, artificio y c¨¢lculo, pero su secreto poder reside en las corrientes de sinceridad que recorren toda la trama y que, finalmente, emergen para certificar el triunfo final de la emoci¨®n. El di¨¢logo sobre Argento y Gordon Lewis es s¨®lo uno de los muchos momentos en que la pel¨ªcula de Reitman se somete a la prueba del algod¨®n y la supera: sus personajes no hablan por boca de ganso y la referencia pop demuestra que no est¨¢ ah¨ª de adorno, sino como elemento vertebrador de sentido.
JUNO
Direcci¨®n: Jason Reitman.
Int¨¦rpretes: Ellen Page, Jason Bateman, Michael Cera, Jennifer Garner.
G¨¦nero: comedia. Estados Unidos, 2007.
Duraci¨®n: 96 minutos.
No es una propuesta transgresora, pero s¨ª una lecci¨®n de autenticidad
Es comprensible resistirse a una pel¨ªcula como Juno: cualquiera no se pondr¨ªa en guardia ante un trabajo que se nos presenta como la nueva Peque?a Miss Sunshine (2006) -o sea, el producto de barniz indie con poder de seducci¨®n crossover para esta temporada-, guionizado por una ex stripper bloguera y protagonizado por una chica que habla como una hawksiana Katharine Hepburn de la generaci¨®n MySpace. Lo mejor que puede decirse de la pel¨ªcula es que su desarrollo, cristalino y nada tramposo, va desarticulando cada uno de esos prejuicios hasta ganar para su causa incluso al espectador m¨¢s esc¨¦ptico. Juno ocupa su lugar, propio y ¨²nico, en medio del desarticulado conjunto de trabajos m¨¢s o menos recientes, debidos a cineastas como Wes Anderson, Todd Solondz o Noah Baumbach, que han aportado giros -entre lo ¨¢cido y lo culterano- sobre el eje gen¨¦rico de la comedia juvenil.
Juno es la cr¨®nica anti¨¦pica de la entrada en la madurez de una adolescente de verbo tan incisivo como agotador, el inusual (pero no improbable) modelo de chica m¨¢s inclinado a hacer una referencia a la revista literaria McSweeney's que a una canci¨®n de Hillary Duff, para entendernos. Su primera relaci¨®n sexual con un taciturno compa?ero de instituto (sensacional Michael Cera) se saldar¨¢ con un embarazo no deseado que, tras desestimarse la posibilidad de un aborto, propiciar¨¢ un acuerdo de adopci¨®n con una joven pareja que, a primera vista, parece el paradigma de lo integrado. La guionista Diablo Cody y el director Jason Reitman no pierden el tiempo en mantener falsas expectativas: el juego de contrastes entre la orgullosa diferencia de Juno y la inquietante pulcritud de quienes aceptan convertirla en vientre de alquiler da paso a un complejo juego de roces, fascinaciones y desencantos que lanza el relato hacia direcciones inesperadas.
No hay en Juno una propuesta transgresora, pero s¨ª toda una lecci¨®n de autenticidad en el discurso. La pel¨ªcula esquiva las aristas del debate sobre el aborto, pero no maneja el tema con el pudor casi preconciliar de la reciente L¨ªo embarazoso. Habr¨¢ quien detecte en ella cierto poso conservador, pero quiz¨¢ su acto m¨¢s revolucionario est¨¦ en las formas: en restituir a la comedia la inteligencia y la capacidad de indagaci¨®n en los claroscuros de la inmadurez, gran tema de la screwball comedy desde los tiempos de Vivir para gozar.
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