Marc Jacobs reconquista Nueva York
El dise?ador clausura una semana de la moda irregular con un memorable desfile y la actuaci¨®n de los precursores del 'grunge', Sonic Youth
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El espect¨¢culo que Marc Jacobs orquest¨® el viernes por la noche no s¨®lo sirvi¨® para cerrar la semana de la moda de Nueva York: fue una fiesta de reconciliaci¨®n. Entre la ciudad y su dise?ador favorito y entre ¨¦ste y sus demonios.
Lo de la fiesta quedaba claro al poner el pie en una armer¨ªa acondicionada como sala de conciertos con sof¨¢s de cuero y camareros sirviendo champ¨¢n, palomitas y golosinas. Lo de la reconciliaci¨®n, se entendi¨® muy poco despu¨¦s. A los 10 minutos, mientras los invitados iban entrando, Marc Jacobs sali¨® al escenario y urgi¨® a todo el mundo a sentarse. "?Venga! ?Que vamos a empezar!". Repiti¨® la broma hasta cuatro veces, en histri¨®nica y teatral respuesta al esc¨¢ndalo que se organiz¨® la temporada anterior, cuando la presentaci¨®n se inici¨® dos horas despu¨¦s de lo previsto. Esta vez, consigui¨® empezar s¨®lo 17 minutos despu¨¦s de las siete.
No fue ¨¦se el ¨²nico aspecto en el que la colecci¨®n se enfrent¨® a su pasado reciente. Si el trabajo de Marc Jacobs para el verano de 2008 hab¨ªa sido un ca¨®tico, compulsivo y surrealista canto a la sexualidad, ¨¦ste fue un alegato de calma. Tranquilidad s¨®lo aparente que acab¨® por expresar una pasi¨®n menos furiosa, pero mucho m¨¢s convincente. Fue, en realidad, una catarsis generacional. Una entrada en la vida adulta con optimismo y esperanza.
Marc Jacobs, de 44 a?os, ha cambiado mucho desde que hace uno decidi¨® aparcar sus adicciones en favor de un cuerpo atl¨¦tico y una vida saludable. Hasta ahora, ese giro hab¨ªa dejado un rastro convulso y agitado en su trabajo y un af¨¢n exhibicionista un tanto eg¨®latra en su proceder. Con el viernes lleg¨® la madurez. Lo hizo de la mano, eso s¨ª, de todo lo que ha definido la carrera del hombre que en 1992 sac¨® el grunge de los recodos de la angustia adolescente y lo meti¨® en los salones de los adultos. Y nada m¨¢s significativo que acompa?arse de Sonic Youth, amigos ¨ªntimos y precursores de aquel movimiento.
Cuando Kim Gordon empez¨® a cantar Jams run free, una enorme pantalla mostraba las humeantes y t¨®xicas chimeneas de una f¨¢brica. Tres temas despu¨¦s, cuando la modelo n¨²mero 47 paseaba el ¨²ltimo traje, un luminoso mono de d¨²ctil terciopelo, el v¨ªdeo terminaba con una ni?a saliendo del agua y el plano de una cascada.
Los 20 minutos de este sedante ritual purificador no s¨®lo fueron una experiencia francamente emocionante, tambi¨¦n sirvieron para contemplar una colecci¨®n de oto?o suntuosa, de siluetas alargadas y envolventes, en frescos colores pastel y delicados grises. Tocadas con sombreros de tres puntas o con bandas en la frente, las modelos ten¨ªan un sutil aire ochentero y, s¨®lo levemente, masculino. "Ha sido incre¨ªble, espectacular", dec¨ªa la actriz Salma Blair. "Ha mezclado su pasado en algo incre¨ªblemente lujoso y elegante".
Pero ninguno de los famosos presentes (de Kevin Federline a Helena Christensen o Ellen Pompeo) pod¨ªa rivalizar en protagonismo con Victoria Beckham, que aparece en los ¨²ltimos anuncios de la marca. "?Mis obsesiones? Siempre las mismas: los zapatos y mi marido", respondi¨® entre las carreras, apretujones y abrazos que siguieron al desfile.
Era el brillante final de una semana de la moda irregular en la que numerosos dise?adores han cambiado el asfalto por las praderas como fuente de inspiraci¨®n. Carolina Herrera, Proenza Schouler, Oscar de la Renta o Matthew Williamson son algunos de los urbanitas que han escapado al campo para encontrar respuesta a los retos de tiempos inciertos.
Pero ninguno tiene tanta experiencia y legitimidad en ese terreno como Ralph Lauren quien, el viernes por la ma?ana, se trajo las mantas indias y los cuadros de le?ador de su rancho de Colorado para vestir a las se?oras de Park Avenue. "He querido trabajar materiales y elementos r¨²sticos de una forma muy sofisticada", explic¨® a este peri¨®dico. No es algo que no haya hecho antes en sus 40 a?os de carrera, pero aun as¨ª, la idea dio pie a ocurrencias originales, como una camisa de cuadros rojos con un esmoquin de terciopelo. Un fin de semana en el campo tal vez no sea la soluci¨®n a nada, pero a algunos siempre les sienta bien.
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