Una nueva contrarreforma
La Iglesia cat¨®lica ha emprendido una nueva contrarreforma bajo la direcci¨®n estrat¨¦gica de Ratzinger con el episcopado espa?ol como fuerza de choque. Una cruzada cuyo objetivo ¨²ltimo es la dessecularizaci¨®n entendida como reconquista del espacio p¨²blico, lo que implica un giro copernicano en sus m¨¦todos de apostolado sustituyendo la dominaci¨®n can¨®nica por la movilizaci¨®n carism¨¢tica.
La Contrarreforma del siglo XVI fue un movimiento reactivo dirigido contra el primer racionalismo individualista (humanismo, erasmismo, luteranismo, calvinismo, cartesianismo, etc¨¦tera) que buscaba recuperar el control cultural sobre el poder pol¨ªtico. Un control cuyo monopolio hab¨ªa perdido el papado a causa de la reforma protestante y que en parte logr¨® recuperar reformando en profundidad sus pr¨¢cticas organizativas y discursivas.
El episcopado espa?ol es la fuerza de choque de la cruzada de Ratzinger
Tras el islam, la Iglesia cat¨®lica se suma a la politizaci¨®n de las religiones
Y esta nueva contrarreforma es otro movimiento reactivo dirigido contra la secularizaci¨®n actual (cientifismo, globalismo, hedonismo, individualizaci¨®n, etc¨¦tera) que tambi¨¦n pretende recuperar la influencia de la Iglesia cat¨®lica sobre el espacio p¨²blico. Una influencia que se hab¨ªa perdido por la retirada religiosa hacia la esfera privada, efectuada a partir de los a?os 60 y confirmada por el Concilio Vaticano II, pero que dos acontecimientos ocurridos con el cambio de siglo brindan la ocasi¨®n de neutralizar e invertir, tratando de recuperar su antigua influencia pol¨ªtica en decadencia.
?A qu¨¦ acontecimientos me refiero? Ante todo, a la crisis de la izquierda derivada del fin de la guerra fr¨ªa, que ha dejado a la religi¨®n sin adversario ideol¨®gico. En efecto, como resume Gauchet, la primera secularizaci¨®n signific¨® una transferencia de sacralidad desde las religiones p¨²blicas oficiales hacia las ideolog¨ªas pol¨ªticas redentoras o salvacionistas: comunismo, socialismo, nacionalismo, etc¨¦tera. Pero el efecto corrosivo de la secularizaci¨®n m¨¢s reciente tambi¨¦n ha terminado por socavar la creencia en estas nuevas religiones pol¨ªticas, pues hoy, tras el fin de las ideolog¨ªas, ya nadie presta cr¨¦dito al para¨ªso del proletariado ni a la sociedad sin clases. De ah¨ª que, al declinar su vieja rival agn¨®stica -la izquierda anticlerical-, parezca llegado el momento de que las antiguas religiones se tomen la revancha, tratando de recobrar para s¨ª una nueva contra-transferencia de sacralidad.
Es el segundo acontecimiento al que alud¨ª antes, bautizado por Kepel como la revancha de Dios. Tras la p¨¦rdida de relevancia movilizadora del socialismo y el nacionalismo como estrategias antiimperialistas, su vac¨ªo ideol¨®gico fue ocupado por las religiones mesi¨¢nicas, que a partir del ejemplo de la revoluci¨®n isl¨¢mica de Jomeini comenzaron a proliferar por todas las culturas colonialmente sometidas en abierto desaf¨ªo a la hegemon¨ªa occidental.
El ariete m¨¢s visible de estas nuevas religiones pol¨ªticas de combate antisistema es la nueva yihad islamista, pero tambi¨¦n incluye la insumisi¨®n de otras culturas emergentes: confucianismo, hinduismo, negritud, indigenismo, etc¨¦tera. Semejante desaf¨ªo religioso a escala global ha provocado como reacci¨®n (backlash) el resurgir del integrismo cristiano liderado por los telepredicadores evangelistas, que desde el profundo sur estadounidense ha reconquistado con eficaz activismo medi¨¢tico un lugar protagonista para el populismo religioso en la esfera p¨²blica de las democracias occidentales.
Y aunque sea con alg¨²n retraso, la Iglesia cat¨®lica no pod¨ªa quedar descolgada de esta reciente politizaci¨®n de las religiones, que genera como consecuencia la clericalizaci¨®n de la pol¨ªtica.
Adem¨¢s, en el caso espa?ol llueve sobre mojado, pues a cuanto acaba de resumirse se a?aden entre nosotros ciertas singularidades locales, que explican la elecci¨®n de Espa?a por Ratzinger como f¨¦rtil tierra de misi¨®n.
No hace falta recordar las secuelas del franquismo (legitimaci¨®n del levantamiento como cruzada, nacionalcatolicismo como ideolog¨ªa del r¨¦gimen, Concordato heredado y renovado, etc¨¦tera), pero es que su inercia se ve reforzada por dos hechos provenientes de m¨¢s atr¨¢s todav¨ªa. Ante todo subsiste el control por parte de la Iglesia de la educaci¨®n de las ¨¦lites y las clases medias, un control sin parang¨®n en Europa que fue confirmado por la democracia actual y est¨¢ reforzado por la elecci¨®n de muchas familias secularizadas o incluso agn¨®sticas, que prefieren llevar a sus hijos a colegios segregados por su limpieza ¨¦tnica en busca no de capital humano (educaci¨®n de calidad), sino de capital social (buenas relaciones y redes de influencia).
El otro hecho a se?alar es que, desde hace m¨¢s de dos siglos, las se?as de identidad de la derecha espa?ola dependen del catolicismo como fuente hegem¨®nica de inspiraci¨®n pol¨ªtica. Es la conclusi¨®n a la que llega la Historia de las derechas espa?olas, de Gonz¨¢lez Cuevas (Biblioteca Nueva, 2000), que revela la irrelevancia en Espa?a de las otras fuentes de inspiraci¨®n de las derechas europeas: liberalismo, conservadurismo, reaccionarismo, fascismo, etc¨¦tera. Aqu¨ª todas estas l¨ªneas de pensamiento fueron secundarias y quedaron relegadas ante la hegemon¨ªa pol¨ªtica del catolicismo. Y esta centralidad del clericalismo en la derecha provoc¨® como reacci¨®n en la izquierda un sim¨¦trico reflejo anticlerical que produjo tr¨¢gicas consecuencias. Una situaci¨®n ¨¦sta, de polarizaci¨®n en torno al catolicismo, que todav¨ªa persiste al d¨ªa de hoy, cuando el principal ¨®rgano ideol¨®gico de la derecha espa?ola es la cadena medi¨¢tica episcopal, que ha emprendido una guerra cultural contra el Gobierno como t¨¦cnica pol¨ªtica de movilizaci¨®n populista. Y ante su propio vac¨ªo ideol¨®gico, la izquierda no sabe responder al desaf¨ªo m¨¢s que con su viejo reflejo anticlerical.
Pero todo esto parecer¨ªa cosa pasada o m¨¢s de lo mismo si no fuera por una innovaci¨®n radical en la metodolog¨ªa del catolicismo, haciendo que pueda hablarse de contrarreforma y no de mera continuidad hist¨®rica. Me refiero al recurso sistem¨¢tico a t¨¦cnicas de agitaci¨®n medi¨¢tica y movilizaci¨®n callejera, promovidas por el anterior papa Wojtyla, que se hallan en las ant¨ªpodas de la tradicional pr¨¢ctica eclesi¨¢stica. Es un nuevo tipo de apostolado populista que no busca congregar fieles en torno a liturgias redundantes, sino que pretende convocar militantes y sacudir conciencias mediante la provocaci¨®n de acontecimientos medi¨¢ticos: visitas papales, manifestaciones pol¨ªticas, congresos apost¨®licos y denuncias prof¨¦ticas contra el poder instituido. Todo ello, adem¨¢s, no con vistas a celebrar y conservar el orden vigente, sino al rev¨¦s, con la intenci¨®n de cuestionarlo y deslegitimarlo, denunciando su injusticia y exigiendo su rectificaci¨®n. Y el mejor ejemplo es la estrategia esgrimida por el episcopado espa?ol contra el Gobierno socialista, que busca provocar su reacci¨®n anticlerical para poder hacerse la v¨ªctima inocente de una persecuci¨®n laicista.
As¨ª, la Iglesia cat¨®lica deja de actuar como una estructura institucional de dominaci¨®n burocr¨¢tica, articulada en torno a seminarios y parroquias, para transformarse ritualmente (en t¨¦rminos de Turner) en una communitas o anti-estructura contra-institucional, que se realimenta mediante performances ef¨ªmeras pero memorables por escandalosas. Unas t¨¦cnicas de apostolado carism¨¢tico y movilizaci¨®n populista que s¨®lo son viables cuando se esgrimen contra el gobierno del enemigo de izquierdas, y que por ello trascienden al catolicismo can¨®nico para dejarse contagiar por las t¨¦cnicas de agitaci¨®n subversiva del sectarismo protestante o la yihad islamista. Es la nueva guerra santa emprendida contra el 'relativismo' por este papado contrarreformista.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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