Lo pasado, pasado esta
Posiblemente fue un error resucitar el espantajo de la pinza por parte de Luis Pizarro hace unas semanas. Es verdad que la pinza de la ¨²ltima legislatura de Felipe Gonz¨¢lez como presidente del Gobierno se convirti¨® en una tenaza en Andaluc¨ªa en la legislatura que se abri¨® con las elecciones auton¨®micas de 1994, ya que entre PP e IU sumaban mayor¨ªa absoluta de esca?os en el Parlamento de nuestra comunidad y no es menos verdad que dicha mayor¨ªa absoluta produjo estragos tan notables en el funcionamiento del sistema pol¨ªtico andaluz, que no hubo m¨¢s remedio que disolver el Parlamento y convocar anticipadamente elecciones. Conviene no olvidar, por otra parte, que ¨¦sa ha sido la ¨²nica ocasi¨®n en que se ha disuelto anticipadamente el Parlamento desde 1982 y que nadie protest¨® porque la convocatoria de elecciones se hiciera conjuntamente con las elecciones generales de 1996. Tampoco se puede olvidar que la proyecci¨®n de la pinza en las elecciones municipales de 1995 provoc¨® una erosi¨®n muy notable del poder municipal de la izquierda en Andaluc¨ªa, especialmente en las capitales de provincia, cuyas consecuencias todav¨ªa se notan.
En la memoria de los actuales dirigentes socialistas es muy dif¨ªcil, por no decir imposible, que se borren los recuerdos de aquella experiencia, entre otras cosas porque las agresiones que sufrieron superaron los l¨ªmites de lo que se puede considerar un enfrentamiento civilizado. La humillaci¨®n a la que fue sometido el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, expulsado de la residencia oficial mediante amenaza de resoluci¨®n parlamentaria como si de un okupa se tratara, no se ha vivido en ning¨²n otro sitio, ni dentro ni fuera de Espa?a.
Pero lo pasado, pasado est¨¢. La pinza no es resucitable, aunque la aritm¨¦tica parlamentaria lo permitiera. Los protagonistas de la misma pagaron un precio tan alto, que han quedado vacunados para siempre. Nunca sabremos lo que habr¨ªa ocurrido en las elecciones auton¨®micas de 1998, pero es m¨¢s que probable que el PP hubiera desbancado al PSOE como primer partido en Andaluc¨ªa, pero lo que s¨ª sabemos, en todo caso, es que dicha estrategia no le proporcion¨® ninguna ganancia, sino todo lo contrario, ya que el suicidio que para IU supuso su participaci¨®n en dicha estrategia benefici¨® al PSOE, que recuper¨® la mayor parte del voto que aquellos a?os se hab¨ªa desplazado hacia IU. El resultado de la pinza fue que el PP se estanc¨®, con riesgo de experimentar un retroceso, como acab¨® pasando en 2004, IU se hundi¨® y el PSOE se recuper¨® electoralmente, volviendo a ocupar la posici¨®n hegem¨®nica dentro del sistema andaluz que hab¨ªa tenido desde 1982, pero que parec¨ªa que iba a perder a mediados de los noventa, de la misma manera que el PSOE le perder¨ªa en el conjunto de Espa?a.
El PSOE sufri¨® la pinza, pero no fue el principal perjudicado. Al contrario. La dignidad con que el presidente de la Junta supo hacer frente a aquella agresi¨®n fortaleci¨® su imagen ante los andaluces y en toda Espa?a. Tanto que le permiti¨® ser el dirigente socialista decisivo en la recuperaci¨®n del PSOE tras la derrota electoral de 2000 y la dimisi¨®n de Joaqu¨ªn Almunia como secretario general.
El curso de los acontecimientos deber¨ªa permitirle a los dirigentes socialistas dar por cerrado aquel lamentable episodio. Y tambi¨¦n deber¨ªa conducir a que los dirigentes de IU no cometieran la estupidez de volver a resucitar el discurso del r¨¦gimen socialista, porque ellos saben por experiencia que el equilibrio actual de fuerzas en el sistema pol¨ªtico andaluz es consecuencia fundamentalmente de su nefasta pol¨ªtica en los a?os de Julio Anguita y Luis Carlos Rej¨®n.
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