El expansionismo ingl¨¦s y la FIFA
Los suizos no tienen fama de ser gente especialmente acalorada, pero Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, se puso de los nervios esta semana. Hab¨ªa tenido varios d¨ªas ya para digerir la osada propuesta que le hab¨ªa hecho la Liga de f¨²tbol inglesa, pero se mostr¨® casi tan furioso en p¨²blico como lo deb¨ªa de haber estado cuando recibi¨® la noticia en privado. Que esto era "un abuso"; que se trataba de "un concepto descabellado"; que lo dejaba "pasmado"; que el f¨²tbol caer¨ªa "en descr¨¦dito". Y despu¨¦s se puso a lanzar insultos y amenazas.
"Es verdad que la Premier League est¨¢ ganando mucho dinero, pero no olvidemos que s¨®lo son cuatro los equipos que compiten por el t¨ªtulo y que los otros 16 juegan para evitar el descenso", declar¨®, con indisimulado desd¨¦n, el presidente de la FIFA. Hablaba ante un grupo de reporteros deportivos brit¨¢nicos a los que record¨®, punto seguido, que Inglaterra ten¨ªa pretensiones de celebrar el Mundial de 2018. Bueno, dijo Blatter, "Inglaterra no ser¨¢ el ¨²nico pa¨ªs que competir¨¢ por ese Mundial...". O sea, si la Liga inglesa se portaba mal, si desafiaba los deseos de la FIFA, que no se hiciera ilusiones para 2018.
Blatter estaba respondiendo a la idea que desvel¨® hace unos diez d¨ªas Richard Scudamore, consejero delegado de la Liga inglesa, para jugar una jornada de la Premier fuera de Inglaterra, quiz¨¢ en Estados Unidos o en Asia. A la bronca de Blatter se sumaron otros muchos, entre ellos el presidente de la UEFA, Michel Platini ("una locura", "una broma"), y Johan Cruyff, que dijo que era una idea "absurda", refiri¨¦ndose una vez m¨¢s al eterno t¨®pico del "cansancio" de los jugadores, de lo abusivo que es someter a los pobres corderitos a la molestia de volar siete horas en primera clase.
Tambi¨¦n ha habido mucha oposici¨®n a la propuesta de Scudamore dentro de Inglaterra. Varios han utilizado el argumento de Cruyff (es que es verdad: si una vez a la temporada se les impone a estos j¨®venes atletas la insufrible tortura de viajar a Nueva York, como m¨ªnimo deber¨ªan compensarles con una subida de sueldo de 100.000 euros a la semana). Otros han recurrido a otro topicazo: "Y los aut¨¦nticos seguidores, ?qu¨¦? ?D¨®nde van a sacar el dinero para ir a ver a sus ¨ªdolos?". Este mismo argumento form¨® parte de la diatriba de Blatter, que respondi¨® a la propuesta de Scudamore con un contraataque en todos los frentes.
La furia de Blatter, como toda buena furia, obedece no s¨®lo a lo que se oye y se ve, sino tambi¨¦n a factores ocultos; a miedos no expresados. Tiene que ver, en este caso, con que Blatter ve en la Liga inglesa una clara amenaza a la hegemon¨ªa de la FIFA. No es la primera vez que el suizo carga contra el f¨²tbol ingl¨¦s. En esta ocasi¨®n ha sido por su desmesurada ambici¨®n imperial. Antes ha sido porque considera que los clubes ingleses tienen demasiados jugadores extranjeros. El problema para Blatter es, en ambos casos, el mismo.
Que, cuanto m¨¢s dinero acumula la Premier y m¨¢s grande es la distancia econ¨®mica que le separa de las otras Ligas europeas, m¨¢s jugadores y entrenadores de primer nivel (de Espa?a, por ejemplo, como ya hemos visto) ir¨¢n all¨¢. En unos pocos a?os, el monopolio de talento futbol¨ªstico en Inglaterra, el impacto del espect¨¢culo televisivo global que ofrece, podr¨ªa llegar a ser aplastante. A tal grado de que no s¨®lo las Ligas de Espa?a e Italia dejar¨ªan de cobrar fuerza, sino que el propio Mundial ya no provocar¨ªa tanto inter¨¦s.
Por eso la rabia desmesurada de Blatter. Pero que se vaya acostumbrando. Aunque esta batalla parece haberla ganado, aunque los ambiciosos planes de los ingleses parece que se han frenado, volver¨¢n a la carga. Mientras sigan acumulando tesoro y tropa, el peligro de una guerra expansionista mundial no desaparecer¨¢.
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