Medio siglo contra la barbarie
Tres rayas, un c¨ªrculo y un hombre quem¨¢ndose las pesta?as pueden cambiar el mundo. Remover conciencias. Es lo que tiene la desesperaci¨®n, que aviva el ingenio. Gerald Holtom, un dise?ador comprometido y que hab¨ªa trabajado criando cerdos, era este tipo preocupado en su estudio de Londres aquel 21 de febrero de 1958. Le hab¨ªan encargado una misi¨®n: ponerle imagen a la Campa?a para el Desarme Nuclear (CND). ?l nunca lo vio claro. La paz, un concepto abstracto. La justicia, la igualdad, muchos conflictos armados y demasiadas vidas en juego. Tanta responsabilidad. Acab¨® d¨¢ndole vueltas a la cabeza. Jug¨® con la cruz cristiana. Pens¨® en la imagen de la paloma. Nada. Dibuj¨® y dibuj¨®. Pero no encontraba un logo decente. A?os m¨¢s tarde, Holtom, ya fallecido, se atrevi¨® a contar esa crisis. "Me pint¨¦ a m¨ª mismo: la representaci¨®n individual de la angustia, con las palmas de las manos extendidas y hacia fuera, como el personaje del cuadro de Goya en el pelot¨®n de fusilamiento. Rubriqu¨¦ el dibujo con una l¨ªnea y lo rode¨¦ con un c¨ªrculo. Era una imagen rid¨ªcula y d¨¦bil". Un suicidio, eso pensaba. No crey¨® lo mismo el resto del mundo. Y tampoco lo cree ahora, millones de logos despu¨¦s. La paz sigue siendo la paz.
Todo esto se conmemora este a?o, cuando se cumple medio siglo del nacimiento de un s¨ªmbolo y cuando las guerras siguen apagando vidas. Por eso, la CND solicita el apoyo de todo el planeta y ha creado una p¨¢gina web (www.happybirthdaypeace.com) en la que cualquiera puede personalizar su s¨ªmbolo. Con colorines, con efectos visuales, con im¨¢genes que nada tienen que ver con la paz. Cada uno lo pinta a su manera. Desde Estados Unidos hasta Sur¨¢frica, el viejo emblema ha vuelto a concitar emoci¨®n.
Igual que hace 50 a?os. Aunque quiz¨¢ nunca se olvidaron de ¨¦l. Que s¨ª, que naci¨® en la mente de Holtom, pero pronto se volvi¨® universal. Salt¨® de unos a otros con habilidad de funambulista. Lo hicieron suyo los hippies con sus flores, lo mostr¨® la rockera Janis Joplin en sus desfases, se convirti¨® en la imagen del m¨ªtico Woodstock de 1969, lo han llevado en sus solapas j¨®venes y no tan j¨®venes, feministas y punkies, lo abrazaron Yoko Ono y John Lennon, se lo han pintado en la cara hasta pol¨ªticos de renombre. Estas y otras im¨¢genes, as¨ª hasta 200, aparecer¨¢n en el libro Peace: 50 years of protest, que publicar¨¢ la CND esta primavera. En ¨¦l hay escenarios de todo el globo: el muro de Berl¨ªn, la destrucci¨®n de Bosnia, los campos arrasados de Vietnam, las manifestaciones de Nueva York despu¨¦s del 11-S?
Este logo tiene el don de la ubicuidad. Nunca nadie le pregunt¨® de d¨®nde vino ni ad¨®nde iba. Algunos pensaron que representaba la V de victoria o la huella de la paloma de la paz, el otro s¨ªmbolo. No es as¨ª. La mayor¨ªa lo acept¨® como un pu?al contra la barbarie. Gracias a Holtom. No lo patent¨® y dej¨® que lo empu?ara quien quiso hacerlo: "Un s¨ªmbolo de libertad tiene que ser libre".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.