"Un gran abismo para llegar al vag¨®n"
El metro lleva dos a?os de retraso en la eliminaci¨®n de las barreras para los disminuidos f¨ªsicos
En el vest¨ªbulo del metro de Pla?a Catalunya, la respuesta a la pregunta de ?cu¨¢ntas personas en sillas de ruedas ha visto en el metro?, es un¨¢nime: "Ninguna", se?ala el consejero delegado de Transportes Metropolitanos de Barcelona, (TMB), Constant¨ª Serrallonga. La estaci¨®n dispone de ascensores que permiten a los discapacitados f¨ªsicos llegar al and¨¦n evitando las aristas de los pelda?os. Igual que otras 73 estaciones -de un total de 121- del metro barcelon¨¦s adaptadas para ese colectivo. Pero los discapacitados apenas las utilizan. "Porque faltan muchas estaciones por habilitar", asume Serrallonga. Lo mismo opina ?lvaro Mu?oz, discapacitado f¨ªsico de 47 a?os que prefiere otear el metro desde la superficie. "Ah¨ª no bajo. Podr¨ªa coger el metro y quedarme encerrado en otro sitio. Es una loter¨ªa", explica.
"Un recorrido lleno de trampas", dice un discapacitado ante el mapa del suburbano
Un azar que reta a los 94.481 discapacitados f¨ªsicos de Barcelona, adem¨¢s de a las personas con problemas de movilidad en una ciudad con 290.000 mayores de 70 a?os. Para superar estas barreras, la Ley de Accesibilidad fij¨®, en un decreto de 1995, una fecha: el transporte p¨²blico deb¨ªa estar totalmente adaptado antes del 31 de enero de 2006.
La Generalitat suma dos a?os de retraso, pero asegura que los avances realizados son m¨¢s significativos que la demora. El metro, conceden, es el medio con m¨¢s lagunas en su adaptaci¨®n. "Absolutamente satisfecho" se declara Manel Villalante, director del Transporte Terrestre del Departamento de Pol¨ªtica Territorial: "M¨¢s de 70 estaciones habilitadas es un ¨¦xito". Mu?oz, conforme con el dato, insiste en hacer las cuentas a su manera. "Casi 50 estaciones que no puedo utilizar. Incumplen su propia ley", protesta ante las torres venecianas de la plaza de Espanya. A su derecha, la estaci¨®n punto de enlace de las l¨ªneas 1 y 3 de metro con 50.000 usuarios diarios, un centro neur¨¢lgico del metro al que s¨®lo se puede acceder por escaleras.
"La ley pec¨® de ambiciosa, pero es ¨²nica en Europa", defiende Villalante. En efecto, ni los consistorios de Londres o Par¨ªs se han comprometido a abrir su metro a los discapacitados. Tampoco han invertido 164 millones de euros en un proyecto que los supuestos beneficiarios consideran un fiasco. Madrid, con 82 de sus 190 estaciones adaptadas, tampoco aprob¨® un decreto que la obligara a hacerlo. Los colectivos afectados lamentan que moverse por el suburbano barcelon¨¦s sigue siendo privilegio de los que son capaces de superar pelda?os, desniveles y zanjas. Otro mundo.
"Hay problemas m¨¢s graves que las estaciones sin adaptar". Mu?oz levanta el dedo ¨ªndice y lo posa como un estratega sobre el trazado de las l¨ªneas. "Un mapa lleno de trampas", susurra. "No hay una sola estaci¨®n accesible", coincide tajante Mar¨ªa Jos¨¦ V¨¢zquez, presidenta de la Confederaci¨®n ECOM, con m¨¢s de 100.000 asociados de entre cientos de entidades de discapacitados. V¨¢zquez esgrime que la ley naci¨® desdibujada porque no garantiza su objetivo: que los discapacitados recorran el suburbano sin m¨¢s ayuda que sus sillas. "Bajamos al vest¨ªbulo a tomar un caf¨¦ y leer el peri¨®dico. Luego, volvemos a subir", ironiza. V¨¢zquez a?ade al dudoso mantenimiento de los ascensores el complejo trayecto para acceder al suburbano. "Un gran abismo, el de siempre, para alcanzar el vag¨®n", insiste. En altura y en longitud: desniveles de decenas de cent¨ªmetros entre el convoy y el and¨¦n.
V¨¢zquez se?ala que este vac¨ªo no se recoge en ning¨²n decreto. Por eso, aunque ¨¦ste se incumpla, antepone que naci¨® obsoleto y debe reformarse. "Esto es otro asunto", apunta Villalante, que plantea construir plataformas en los andenes o incorporar rampas en vagones para que los discapacitados puedan acceder a los trenes, medidas a¨²n no previstas en ning¨²n plan. "Pero en 2012, toda la red estar¨¢ habilitada", asegura.
V¨¢zquez recela de esa adaptaci¨®n con ejemplos: "La L2 se construy¨® habilitada, pero no podemos usarla. Con la L11, que se inaugurar¨¢ previsiblemente en 2009, ocurrir¨¢ lo mismo. El decreto no sirve".
"No me atrevo con el metro", sostiene Paqui M¨ªnguez, de 56 a?os y con dos sobre una silla de ruedas de 100 kilos. Pero lo coge. Desde diciembre, Paqui comunica las carencias de las estaciones a t¨¦cnicos del TMB. "Hago de cobaya", cuenta divertida. Tras tres meses como probadora, vaticina que el metro no est¨¢ para ruedas. "Los ascensores est¨¢n bien para padres con cochecitos. No son para nosotros", asegura. Cada estaci¨®n, una epopeya. La ¨²ltima, en la estaci¨®n de Universitat (L2, habilitada). Necesit¨® cuatro personas y ocho brazos para subir al vag¨®n. "Y el conductor tocando el pito porque tard¨¢bamos. Me dio una rabia", dice como ara?ando la ¨²ltima frase. Esta situaci¨®n, lamenta, le ocurre en cualquier estaci¨®n. "?Adaptadas? Si quieren les dejo mi silla", bromea. "?Qu¨¦ dos a?os llevo, vaya lucha!", murmura ya sin bromas.
"Estamos fuera de la ley"
El decreto de 1995 para adaptar el transporte p¨²blico a los discapacitados f¨ªsicos naci¨® innovador, pero ha ido tomando forma de patata caliente. Manel Villalante, del Departamento de Pol¨ªtica Territorial y Obras P¨²blicas, acusa del retraso al Gobierno catal¨¢n; pero no el suyo. "El tripartito [que gobierna en la Generalitat desde 2003- se volc¨® con el proyecto", asegura.
El mismo argumento esgrime Francesc Narv¨¢ez, concejal de Movilidad de Barcelona: "Lo incumpli¨® quien lo aprob¨®".
Ambos apuntan a los gobiernos anteriores de CiU, cuyo actual responsable de pol¨ªtica territorial, Josep Rull, protesta por estas "excusas". Rull apunta que CiU se centr¨® en adaptar los Ferrocarriles y que, al dejar el Gobierno, el resto del proyecto estaba planificado. "El tripartito lo paraliz¨® durante dos a?os", zanja.
No se admiten responsabilidades, pero Narv¨¢ez reconoce: "Estamos fuera de la ley".
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