"Toda mi vida est¨¢ escrita en boleros"
Con la invitada convertida en anfitriona por culpa de una grave enfermedad, ¨¦ste deb¨ªa ser forzosamente un encuentro distinto. Dora Dolz (Barcelona 1941) recibe adem¨¢s en su casa, oscurecida estos d¨ªas por su postraci¨®n y una lluvia constante que deja apenas respiro al siempre hermoso cielo holand¨¦s. Pero la artista, que lleva 40 a?os iluminando parques, puentes, jardines o escuelas con una obra "en la tradici¨®n de Gaud¨ª y de Juan Gris", seg¨²n Sjarel Ex, director del Museo Boijmans van Beuningen, de Rotterdam, ha visto satisfecho su mayor deseo. La retrospectiva que estos d¨ªas le dedican all¨ª salda una doble deuda blanca. ?sas que se contraen con el tiempo y el coraz¨®n. La presenta a su p¨²blico m¨¢s cercano, y cierra a la vez un c¨ªrculo creador. O mejor, abre uno de los centros m¨¢s se?eros del pa¨ªs a una obra que lo abarca casi todo. Desde el ¨®leo y la cer¨¢mica hasta el cristal, los tapices, la porcelana y hasta los muebles. Un trabajo que es el segundo expuesto por un espa?ol al aire libre en Holanda. El otro lo firma Picasso.
Dolz y Picasso son los ¨²nicos espa?oles que han expuesto en un parque holand¨¦s
"Tengo tres proyectos en marcha, pero la antol¨®gica es especial. La selecci¨®n del Boijmans es sobre todo m¨ªa, y verla en un museo querido es enriquecedor", asegura. Fuera sigue lloviendo y el viento sopla con fuerza de temporal. Un detalle nada anecd¨®tico en Rotterdam, que parece limitar por todas sus esquinas con el mayor puerto de Europa. En Casa Dolz, como bien podr¨ªa llamarse su domicilio, sus piezas y las de algunos colegas de cabecera llenan el ambiente. El estudio est¨¢ dentro y, aunque hace d¨ªas que no trabaja, la esperan los cuadros religiosos de la ¨²ltima ¨¦poca. Un terreno delicado al que la artista se ha ido acercando casi sin notarlo. "F¨ªjate que he pintado un Cristo crucificado con flores. Creo que es el ¨²nico de la historia de la pintura as¨ª adornado", dice. La tela es c¨¢lida a pesar del martirio. En esta serie de La Pasi¨®n, con l¨¢mparas de cristal en forma de corona de espinas, hay otras escenas de igual claridad.
Antes de que la conversaci¨®n comience a fatigarle, recuerda: "Lo de pintar comenz¨® cuando me regalaron un jarr¨®n muy feo. Pens¨¦ que hab¨ªa que hacer algo y luego he puesto jarrones en todos mis cuadros". La hija mayor de la artista, la cineasta Sonia Herman Dolz (tiene tambi¨¦n un hijo, Pedro, y cuatro nietos), se encarga de seguir un relato vital apoyado en el arte para cimentar la integraci¨®n en la sociedad holandesa. A Rotterdam lleg¨® Dora Dolz con su marido, Bohuslav Herman, peruano de origen checo, en 1965. Antes hab¨ªan estado en Per¨² y Bolivia y no pensaban quedarse.
Con el tiempo, todo pareci¨® encajar. El hecho de que estudiara en la Academia de Bellas Artes de la ciudad, adonde acud¨ªa con su ni?o en el capazo. La especializaci¨®n en Arte Monumental y Gr¨¢fico. Los m¨²ltiples premios, como el ¨²ltimo y m¨¢s emotivo, que reconoce su impronta en la ciudad en recuerdo de su fundador medieval, Wolfert van Borselen. Y, luego, la influencia y amor de Kees Franse, un artista que le "ayud¨® a entender Holanda". La frase es de la pintora, pero extra¨ªda del documental Retrato de Dora Dolz, filmado por su hija. Ella misma invita a verlo en la despedida para redondear su perfil, y all¨ª dice que "tiene su vida escrita en boleros". Tambi¨¦n afirma que siente a Holanda como suya, y querr¨ªa saber si su tierra natal la acoger¨ªa hoy todav¨ªa como propia. Una inc¨®gnita para la que tal vez valga la respuesta de Adrianus van Luyn, obispo de Rotterdam, a prop¨®sito de sus dudas teol¨®gicas. Le dijo que "ni siquiera creer era saber".
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