Y un huevo crudo...
Alain Robbe-Grillet era un hombre al que le agradaban mucho las mujeres y que gustaba a ¨¦stas. Su fama como literato y su buena planta le permitieron desarrollar una carrera, m¨¢s o menos oculta, de erot¨®mano que se citaba con sus futuras presas en los jardines de Par¨ªs. Durante algunos a?os esos juegos er¨®ticos de un sado-masoquismo educado tuvieron su prolongaci¨®n en la pantalla. Perfecto. Le pagaban para que ocurriera ante la c¨¢mara lo que ¨¦l organizaba en su cama. Fue as¨ª como la muy distinguida Olga Georges-Picot tuvo que posar desnuda mientras un huevo crudo se deslizaba, dubitativo, entre su ombligo y la pelvis. Ella estaba atada y era el objeto de todas las contemplaciones. La pel¨ªcula se titulaba Glissements progressifs de plaisir (1974) y es el ¨²nico momento en que la carrera cinematogr¨¢fica de Robbe-Grillet se aproxim¨® a algo parecido a un ¨¦xito.
La relaci¨®n de Robbe-Grillet con el cine comenz¨® con su manera de escribir, con esa pasi¨®n por la descripci¨®n minuciosa mezclada con el saber jugar con los g¨¦neros. A lo largo de los a?os, acusado de haber hundido la narrativa francesa en el ensimismamiento con su teor¨ªa del nouveau roman, Robbe-Grillet crey¨® encontrar refugio en el cine. Arranc¨® escribiendo el gui¨®n de la m¨ªtica El a?o pasado en Marienbad (1961), de Alain Resnais, que gan¨® tantos premios como perplejidades. Se crey¨® que todo el m¨¦rito de aquella g¨¦lida locura era del guionista y luego L'immortelle (1963), Trans-Europe expres (1966), Jouer avec le feu (1975) o C'est Gradiva qui vous appelle (2006) nos han demostrado que no basta con so?ar con mujeres desnudas bajo la gabardina para lograr lo que s¨ª supo hacer Resnais: casar el hielo formal con el fuego te¨®rico. En definitiva, hacer cine es un oficio y el ingeniero agr¨®nomo Alain Robbe-Grillet no lo dominaba.
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