"Habr¨¢ tensi¨®n hasta el lunes a las 0.10 de la noche"
La vida es dura y encierra misterios. Manuel Campo Vidal lo pudo comprobar a sus 11 a?os, cuando aquellas tremendas inundaciones de Cornell¨¤, en 1962. Murieron m¨¢s de 1.000 personas, recuerda, aunque el r¨¦gimen franquista s¨®lo reconoci¨® 370. Los cad¨¢veres se quedaban enganchados a los ¨¢rboles frutales. Cuando bajaron las aguas, emergi¨® un ba¨²l. Un misterioso ba¨²l que ¨¦l y su amigo Manuel Flores no pudieron resistir la tentaci¨®n de abrir. En ¨¦l se encontraron una colecci¨®n entera de c¨®mics de El Capit¨¢n Trueno y de El Jabato. Perfectamente ordenados. ?Qu¨¦ habr¨ªa sido del ni?o que tan bien orden¨® aquellos c¨®mics?
La vida es dura, y tal vez, no tan misteriosa, cuando uno se desayuna con un proceso, dice, de "demolici¨®n", comandado por un peri¨®dico de tirada nacional y una emisora de radio -ayer le vinculaban con una supuesta asesor¨ªa al PSOE-. Moderar y organizar los debates que pueden decidir el futuro presidente del Gobierno puede resultar ingrato. Lo es. Jueves, cuatro de la tarde, Campo Vidal est¨¢ cansado.
El moderador del primer debate espera sobrevivir, incluso a la campa?a contra ¨¦l
Su m¨®vil no para de sonar. La entrevista arranca en la sala de caf¨¦s de la Escuela de Cinematograf¨ªa y Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), muy cerca de su despacho en la Academia de Televisi¨®n. No quiere tomar nada. Al final, concede: un agua.
"No soy de buena familia, soy de familia excelente". Campo Vidal naci¨® en Camporr¨¦lls, Huesca, donde su abuelo regentaba una f¨¢brica de harina. Pero a los cuatro a?os emigraron a Cornell¨¤, donde su padre se puso a trabajar de agente comercial. Recibe siete llamadas durante la entrevista. Dos las contesta en perfecto catal¨¢n.
Memoria portentosa, compatible con un eterno despiste. De peque?o se sab¨ªa de carrerilla el nombre de 200 r¨ªos. En la era prem¨®vil, era capaz de memorizar cientos de n¨²meros de tel¨¦fono. "Luego muri¨® una hermana m¨¢s joven y perd¨ª un poco la memoria".
Suena de nuevo el tel¨¦fono. "?sta la tengo que coger, que es la autoridad", bromea. Es su mujer, la periodista Mar¨ªa Rey. Una persona que deb¨ªa ir a recoger a los ni?os a clase no ha llegado a tiempo. Campo Vidal suele llevar a sus ni?os al cole, y a veces intenta ir a recogerlos. En estos d¨ªas, imposible. "Tengo cinco hijos, y sin ser del Opus Dei, en dos oleadas", bromea. "Tener hijos es como llevar una pyme". Dice que cuando cuenta las cosas, nadie se r¨ªe. Le toman en serio. El peso de los telediarios.
La botella de agua, ni la toca. Entra un sms. Su padre le empuj¨® a estudiar ingenier¨ªa electr¨®nica, pero ¨¦l se ve incapaz de cambiar un enchufe: "El bricolaje e ir de compras es lo que m¨¢s odio en la vida". Se confiesa del Bar?a, "pero no antimadridista" y s¨®lo espera que la espiral en la que anda metido con el debate no le impida ir ma?ana a ver a su hijo peque?o jugar al f¨²tbol.
"Aguanta". "Qu¨¦ barbaridad". "Es una demolici¨®n". Empu?a su m¨®vil y muestra los mensajes de apoyo que lleva recibidos en el d¨ªa. Compa?eros, amigos, pol¨ªticos, alguno, del PP. "Los partidos me han dicho que prev¨¦n esta tensi¨®n hasta el lunes a las 0.10 de la noche, as¨ª que seguimos para adelante". En una semana, cuenta m¨¢s de 200 llamadas relacionadas con la negociaci¨®n del cara a cara. En cualquier momento, Pepe Blanco o P¨ªo Garc¨ªa Escudero pueden llamar. Suena el m¨®vil.
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