Ingl¨¦s para idiotas
En el gran bazar en que se ha convertido el proceso electoral puede encontrarse de todo, como hemos podido comprobar estas ¨²ltimas semanas. El pol¨ªtico, disfrazado de prestidigitador, hace los trucos que est¨¢n a su alcance, e incluso -pat¨¦ticamente- los que no lo est¨¢n, con tal de convencer a los electores. Para conseguir sus prop¨®sitos se valen de buenas y malas artes, y van creciendo en sofisticaci¨®n estas ¨²ltimas a medida que avanza la campa?a. Los clientes m¨¢s deseados son los desmovilizados, los indecisos, los abstencionistas y los que, si esto tuviera alg¨²n valor, votar¨ªan en blanco.
Precisamente con respecto al voto en blanco hemos asistido a uno de los pocos fen¨®menos destacables de esta campa?a electoral: el silenciamiento de la propuesta de Pasqual Maragall. No es que yo crea que es f¨¢cil de aceptar que quien ha sido hasta hace poco presidente de la Generalitat y del partido socialista proponga a los electores el voto en blanco; sin embargo, esta circunstancia hubiera debido avivar el debate, pues si alguien con su dilatada experiencia y responsabilidad pol¨ªticas ha llegado a esta conclusi¨®n es que nos hallamos ante un caso de alerta considerable sobre el funcionamiento de nuestra vida p¨²blica.
"Lo m¨¢s vistoso ha sido la subasta que los candidatos han hecho con el dinero de los ciudadanos"
Lo destacable es que, en lugar de avivarse el debate, se ha producido una aut¨¦ntica conspiraci¨®n del silencio en la que han participado los medios de comunicaci¨®n, al recoger un eco r¨¢pidamente debilitado; los partidos, encabezados por el propio partido socialista, y muchos de los amigos pol¨ªticos de Pasqual Maragall, que apenas han intervenido en su defensa o as¨ª me lo ha parecido. No han faltado, adem¨¢s, siniestras manifestaciones de supuesta compasi¨®n, sobre todo por parte de quienes viven y medran en estos aparatos de poder que exigen la opacidad y el camuflaje.
Fuera del caso Maragall -un personaje, Pasqual Maragall, que para bien o para mal remueve las aguas del pantano-, no ha habido nada en el gran bazar que no fuera previsible. Entre ataque y ataque lo m¨¢s vistoso ha sido la subasta que los candidatos han hecho con el dinero de los ciudadanos, unos regalando cheques y otros promesas de reducciones impositivas. En todos los casos est¨¢ claro que en las arcas del Estado sobra dinero y no se entiende por qu¨¦ ¨¦ste no se emplea en arreglar las injusticias que el mismo Estado detecta gracias a sus sacrosantas estad¨ªsticas.
Pero si el segmento m¨¢s filibustero de la campa?a ha sido la t¨®mbola que se ha realizado con el dinero p¨²blico, el segmento m¨¢s est¨²pido ha sido, sin duda, el arrebato en torno a la ense?anza del ingl¨¦s. De repente casi todos los candidatos, mir¨¢ndose probablemente en el espejo de sus propias carencias, han encontrado en el aprendizaje del ingl¨¦s el talism¨¢n de nuestro porvenir. Pronto toda Catalu?a, toda Espa?a hablar¨¢ ingl¨¦s si hacemos caso a lo que nos aseguran los se?ores Zapatero, Rajoy, Montilla... (todos al parecer menos ellos).
No vamos a negar ahora la importancia del ingl¨¦s como lengua cient¨ªfica, econ¨®mica o de comunicaci¨®n, pero de ah¨ª a transformar ese idioma en la panacea de las virtudes futuras media un universo. Sin ir m¨¢s lejos, y para recordar un asunto dom¨¦stico, las turbas de simp¨¢ticos hooligans brit¨¢nicos vociferan en ingl¨¦s entre cerveza y cerveza y no por eso los vamos a poner de ejemplo -creo- para esas escuelas llenas de ni?os anglohablantes que vamos a crear. Tampoco resulta conveniente, por ejemplo, inculcarles el himno de los marines para que lo canten en el recreo, por m¨¢s que su letra algo tosca sea perfectamente inglesa.
Con todo, la verdad, el problema no estriba ni en los hooligans ni en los marines, sino en nosotros: ?Qu¨¦ importa el idioma si lo que se dice es el fruto de la ignorancia? ?Qu¨¦ habremos avanzado si un estudiante universitario manifiesta en maravilloso ingl¨¦s que no sabe qui¨¦n es el emperador Carlos V o el pintor Piero della Francesca; que tampoco sabe, ni desde luego le importa, cu¨¢l es el teorema de Pit¨¢goras o el n¨²mero pi; que confunde con absoluta impunidad la Revoluci¨®n Francesa y el Mayo del 68? Estas peque?as lagunas -en catal¨¢n, espa?ol o ingl¨¦s- son f¨¢cilmente constatables para cualquiera que se entretenga en charlar con nuestros estudiantes, actividad que quiz¨¢ ser¨ªa de provecho para quien pretendiera presentarse candidato.
Sin embargo, lejos de hacer este trabajo de campo, el candidato prefiere ofrecer ingl¨¦s para todos de modo que el mal sistema educativo actual derive en una peor academia de un ¨²nico idioma. Tras el goteo apocal¨ªptico de informes europeos y mundiales sobre el p¨¦simo estado de educaci¨®n en Espa?a, hubiera sido de esperar que la ense?anza fuera el asunto central de la campa?a. No ha sido as¨ª en absoluto, o ¨²nicamente lo ha sido en lo referente a la ense?anza del ingl¨¦s, tema en el que la farsa guarda paralelismos con la subasta de talones y reducciones de impuestos: "Yo har¨¦ que todos sepan ingl¨¦s en diez a?os", "yo har¨¦ que sea en cinco", "yo en dos", y as¨ª sucesivamente.
Sospecho un par de razones. La primera, f¨¢cil de adivinar, es que proponer el ingl¨¦s universal es una tarea bastante menos complicada que realizar una aut¨¦ntica reforma educativa. La segunda es un poco m¨¢s maliciosa: ?saben nuestros candidatos qui¨¦n es Piero della Francesca o cu¨¢l es el teorema de Pit¨¢goras? ?Les importa? English for idiots.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.