Tranquilo y confortable
El Grand Voyager es m¨¢s grande y pesado que el anterior y estrena soluciones innovadoras. Destaca la apertura el¨¦ctrica de las puertas traseras y el port¨®n, pero lo que le distingue son las opciones para facilitar la vida a bordo y aumentar el confort, como el plegado de los asientos bajo el piso, las dos pantallas DVD -permiten ver pel¨ªculas diferentes en la segunda y en la tercera fila-, los asientos giratorios de la segunda fila y la mesa plegable, que convierten el interior en un sal¨®n, o la tercera fila plegable el¨¦ctricamente. Mantiene un puesto de conducci¨®n elevado y muy natural, y ahora lleva el cambio autom¨¢tico m¨¢s a mano, a la derecha del volante.
Turbodi¨¦sel con seis marchas
Este Chrysler equipa una evoluci¨®n del motor 2.8 turbodi¨¦sel de su antecesor, con turbo variable y otros avances. Rinde 163 CV, 13 m¨¢s, y s¨®lo se vende con un cambio autom¨¢tico de seis marchas y accionamiento secuencial. El conjunto mueve bien su elevado peso, m¨¢s de dos toneladas en vac¨ªo, y lleva las cinco primeras marchas m¨¢s cortas para mejorar el br¨ªo, y la sexta, larga, para reducir la sonoridad y el consumo en autopista.
El resultado es un funcionamiento el¨¢stico a bajo r¨¦gimen que se agradece en ciudad, y un tacto suave en los mandos. Pero se echa de menos una respuesta m¨¢s r¨¢pida al acelerador, porque el cambio patina m¨¢s de la cuenta y le cuesta lanzarse. Despu¨¦s llanea bien, gracias a su buena aerodin¨¢mica, reduce por s¨ª solo en las subidas para no perder ritmo y s¨®lo le falta garra al adelantar, porque acusa m¨¢s su tonelaje. Se ha mejorado tambi¨¦n la insonorizaci¨®n -ahora es m¨¢s silencioso- y refleja la eficiencia del motor en el consumo, que no se dispara a pesar del peso: gasta en torno a 9 litros en conducci¨®n suave, sube de 10 si se estiran las marchas y puede llegar a 12 en ciudad, porque es muy sensible a los atascos.
Muy c¨®modo en buenas carreteras
Las suspensiones, con recorridos largos y reglajes suaves que buscan el confort, reflejan los gustos norteamericanos y mantienen el eje trasero r¨ªgido, una soluci¨®n superada y descartada hace tiempo en Europa. El Grand Voyager viaja con un confort sobresaliente en carreteras con buen piso y en autopista: filtra todo sin inmutarse y parece flotar en silencio sobre un colch¨®n de aire, porque est¨¢ bien aislado de los ruidos de rodadura.
En trazados virados y sinuosos, el panorama cambia mucho y aparecen sus carencias. Acusa el tama?o con inercias y balanceos excesivos, y aunque entra bien en la curva y mantiene la trayectoria con seguridad, resulta inc¨®modo y puede marear a los pasajeros si se mantienen ritmos vivos. Exige adelantar las ¨®rdenes al volante y su tama?o invita a conducir m¨¢s despacio y relajado para no sacrificar la comodidad. Por lo dem¨¢s, los frenos y el ABS paran bien sin fatigarse en exceso, a pesar del peso, y el control de estabilidad aumenta la seguridad.
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