La pregunta del crimen perfecto
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Albert Camus escribi¨® c¨¦lebremente que el ¨²nico problema filos¨®fico serio es el suicidio y la ¨²nica pregunta fundamental es si merece o no la pena vivir, que es la misma pregunta -¨¦sa y no otra: ser o no ser- que se hace Hamlet en el m¨¢s c¨¦lebre mon¨®logo de la literatura universal.
2
He aqu¨ª un libro extra?o, perturbador y necesario. El 27 de febrero de 1992, exactamente dos a?os despu¨¦s de ser abandonado por una mujer, el escritor Chus¨¦ Izuel se tiraba desde el balc¨®n de un quinto piso de Barcelona. Izuel acababa de cumplir 24 a?os, era aragon¨¦s, hab¨ªa publicado algunas rese?as y escrito algunos cuentos y compart¨ªa piso con dos amigos de infancia. Muchos a?os m¨¢s tarde, en medio de una crisis semejante a la que provoc¨® aquel suicidio, uno de ellos, el escritor F¨¦lix Romeo, se propone indagar en un libro las razones de esa decisi¨®n extrema. Romeo es autor de dos novelas, pero este libro no es una novela; tampoco es un ensayo, ni una biograf¨ªa, ni unas memorias, ni una eleg¨ªa, ni un poema, ni una oraci¨®n f¨²nebre, pero de alg¨²n modo es todas esas cosas y las engloba todas. Quiz¨¢ lo m¨¢s sencillo ser¨ªa decir que es un exorcismo, o tal vez un relato policiaco cuyo prop¨®sito consiste en identificar al asesino del crimen perfecto. Romeo, en todo caso, opera al modo de un detective: re¨²ne cuantas pruebas encuentra y procede a examinarlas; por ah¨ª el libro se convierte tambi¨¦n en una antolog¨ªa: acoge fragmentos de los relatos de Izuel, de sus rese?as, de sus cartas, de sus diarios, de los papeles sueltos que escrib¨ªa, de las entrevistas que hizo, acoge esquelas, necrol¨®gicas, alusiones p¨®stumas a ¨¦l y a su obra espigadas aqu¨ª y all¨¢. El resultado es a la vez previsible e ins¨®lito. Izuel fue un muchacho vitalista, nervioso e hipersensible, un joven y brillante escritor que jugaba como tantos j¨®venes escritores a ser un escritor maldito, s¨®lo que en su caso se trataba de un juego absolutamente serio, en el que se lo jugaba todo. Esa es una de las cosas que descubre Romeo: que Izuel apenas escribi¨® una sola de las muchas l¨ªneas que escribi¨® en que no hablara abierta o subrepticiamente de s¨ª mismo; si Izuel escribi¨® un relato sobre un hombre que mata a la mujer que le ha abandonado, Romeo recuerda que Freud aseguraba que un suicida es un asesino frustrado, que se mata a s¨ª mismo por no matar al causante de su mal; si Izuel escribi¨® varios relatos sobre hombres que padecen impotencia sexual, Romeo aduce fragmentos de sus diarios en que Izuel habla de su temor o de su desolaci¨®n ante su propia impotencia; si Izuel eligi¨® morir arroj¨¢ndose al vac¨ªo desde un balc¨®n, Romeo transcribe las ¨²ltimas l¨ªneas del ¨²ltimo relato de su ¨²nico libro: "Piensa que suicidarse no es, ni con mucho, la mejor de las soluciones. Se tira por la ventana. El viento enmara?a su pelo, mientras tanto". Pero Romeo no s¨®lo descubre que, como toda literatura de verdad, la de Izuel no era m¨¢s que una autobiograf¨ªa enmascarada, plagada de gritos de auxilio o explicaciones o anuncios de su propia muerte; tambi¨¦n descubre que, como propuso Oscar Wilde, la cr¨ªtica literaria es la ¨²nica forma decente de autobiograf¨ªa que existe, de modo que cuando Izuel escrib¨ªa sobre Gombrowicz, o sobre Carver, o sobre Bukowski, o sobre Auster, o sobre Anita Brookner, sobre quien en realidad estaba escribiendo era sobre s¨ª mismo. Exactamente igual que hace Romeo escribiendo sobre Izuel.
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"?A qu¨¦ crees que se reduce la literatura?", le escribi¨® su padre a V. S. Naipaul en una carta memorable. "A escribir con las tripas, no con la cabeza. Si el delincuente semianalfabeto escribe una carta a su novia, ser¨¢ como la mayor¨ªa de las cartas de semejantes personas. Si el delincuente escribe justo antes de ser ejecutado, ser¨¢ literatura". No hay duda de que Izuel escribi¨® literatura, ni de que la escribi¨® con las tripas, pero tampoco hay duda de que, como el final de un buen relato policiaco, su suicidio dot¨® retrospectivamente de un sentido nuevo y m¨¢s intenso a todo lo que escribi¨®. Quiz¨¢ el gran libro de Izuel es este libro de Romeo.
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?Hay una respuesta? ?Identifica Romeo al asesino? Izuel escribi¨® que todo suicida "parece llevarse siempre consigo un secreto, un gran misterio que jam¨¢s podr¨¢ ser resuelto". Por supuesto que no hay ni respuesta ni asesino; tal vez ni siquiera hay secreto, ni gran misterio: tal vez el secreto era que no hab¨ªa ning¨²n secreto, y el gran misterio, que no hab¨ªa ning¨²n gran misterio; tal vez la pregunta sobre si merece o no la pena vivir sea una pregunta mal formulada o una pregunta sin respuesta o sin una sola respuesta, o una pregunta esencialmente ir¨®nica, cuya verdadera respuesta es la propia pregunta. Si lo ¨²ltimo es cierto, entonces la respuesta a la muerte de Izuel es el libro de Romeo. No es un libro triste, ni hay en ¨¦l una gota de sentimentalismo ni un atisbo de regodeo en la leyenda tramposa del escritor maldito; lo que hay en ¨¦l -casi lo ¨²nico que hay en ¨¦l- es una gozosa y secreta celebraci¨®n de la juventud, de la amistad y de la literatura, lo que equivale a decir una secreta y gozosa celebraci¨®n de la vida. Esa era, quiz¨¢, la verdadera pregunta, sea cual sea la respuesta. Se titula Amarillo y acaba de publicarlo Plot en una hermosa edici¨®n de tapas amarillas.
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