Alegr¨ªa en un lunes turbulento
Dicen los sobrevivientes de las horcas, que no son muchos pero s¨ª locuaces, que Dios aprieta pero no ahoga. Me explico. Este lunes m¨ªo ol¨ªa a cadalso. A cuerda. A nudo en la garganta. En d¨ªas as¨ª, la ¨²ltima esperanza se reduce a que todo sea una broma macabra y, en consecuencia, algo fallar¨¢ en el momento de abrir las compuertas que te entregan, en cuerpo y alma, a ese extra?o poder llamado fuerza de gravedad. ?Inercia? ?Destino? ?Estrella? Cuando el d¨ªa est¨¢ nublado, los peores presagios llegan espesos, acuosos, cebados de pesimismo y humedad. Entonces, las malas noticias no llueven sino caen como rayos en mi peque?a terraza de Ciudad M¨¦xico. Y las que hoy vuelan desde La Habana son bastante descorazonadoras: la Vieja Guardia del Viejo Gobierno se dice dispuesta a preservar los Viejos Pat¨ªbulos, contra viento y marea. Trago en seco: la Vieja Guillotina est¨¢ afilada para cortarle la cabeza a la menor ilusi¨®n. Pero Dios no estrangula aunque retuerce duro. De pronto, llega la paloma mensajera de una alegr¨ªa: Antonio Orlando Rodr¨ªguez acaba de ganar el Premio Alfaguara de novela con una que, desde su t¨ªtulo, promete ser enorme: Chiquita. Y el presidente del juicioso jurado es mi querido Sergio Ram¨ªrez, mi compa?ero de aventuras cuando, hace exactamente diez febreros, y gracias a la generosidad de don Jes¨²s de Polanco, ¨¦l y yo ganamos la primera convocatoria del que ser¨ªa, con el tiempo y la terca voluntad de sus patrocinadores, uno de los cert¨¢menes literarios m¨¢s respetables del Territorio de La Mancha, como defini¨® el cervantino Carlos Fuentes al mundo de la lengua castellana.
No soy amigo de Antonio Orlando. Creo que nos hemos visto un par de veces en la vida -la ¨²ltima de ellas en la Feria del Libro de Miami, hace tres a?os, cuando nos sentamos junto a Abilio Est¨¦vez, en la misma mesa y ante un micr¨®fono, para "lanzar" tres libros en marat¨®nica presentaci¨®n. Abilio viv¨ªa ya en Barcelona, Antonio se acababa de mudar a ?Coral Gable?, y yo reci¨¦n llegaba de M¨¦xico: Miami era un bonito espejismo de La Habana. ?El p¨²blico? Un batall¨®n de amigos. La primera que nos vimos debe haber sido en el Vedado de nuestras apesadumbradas juventudes, tal vez en casa de mi padre. O por ah¨ª. Sin embargo, recuerdo vivamente la remota noche de 1985 que me le¨ª de un trago su libro de cuentos "para adultos", Strip-tease, y me qued¨¦ con las ganas de decirle que ¨¦l escrib¨ªa como los ¨¢ngeles, con una precisi¨®n que daba envidia, por no decir miedo. Antonio Orlando dice exactamente lo que pretende decir, con las palabras justas, sin concesiones. Antes les llamaban escritores de raza. Aquella lectura me hizo sentirme adivino, lo cual es una sensaci¨®n muy grata: supe enseguida, lo present¨ª, que ese escritor "para ni?os" dar¨ªa mucho de qu¨¦ hablar y que s¨®lo era cuesti¨®n de tiempo para que encontrara los miles de lectores que su prosa merec¨ªa. Modestia aparte, hoy vuelvo a creer en mi clarividencia: Chiquita ser¨¢, a no dudarlo, una magn¨ªfica novela. De esas que no se olvidan. Como esa que uno reescribe mientras la lee, para hacerla nuestra. S¨¦ (o creo saber) que Antonio Orlando prefiere la sombra a la luz, aplaudir antes que ser aplaudido, y por eso mismo me le adelanto a todos para ser de los primeros en ovacionarlo desde mi propia sombra. Felicidades, Antonio. Y gracias por salvarme este lunes turbulento.
Eliseo Alberto, escritor cubano residente en M¨¦xico, fue ganador, ex aequo con Sergio Ram¨ªrez, del I Premio Alfaguara de Novela con Caracol Beach.
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