La Sinf¨®nica de Galicia dedica su concierto a Isa¨ªas Carrasco
El concierto del viernes 7 fue dedicado por solistas, director, orquesta y personal de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia (OSG) a la memoria de Isa¨ªas Carrasco, asesinado por ETA ese mediod¨ªa. La dedicatoria recibi¨® una cerrada ovaci¨®n de varios minutos.
Como en marzo de 2004, un crimen cobarde trata de turbar nuestras vidas d¨ªas antes de unas elecciones. Como entonces, el viernes anterior a ¨¦stas, el p¨²blico de A Coru?a acudi¨® con normalidad al concierto.
Pero tambi¨¦n con una serena y dolorida emoci¨®n, que llen¨® el Palacio de la ?pera. Sirva esta cr¨®nica para honrar la memoria de Isa¨ªas y proclamar que sus asesinos y los de su cala?a pueden segar una vida o doscientas; sus cr¨ªmenes podr¨¢n alterar el latir de nuestro coraz¨®n. Pero nunca lograr¨¢n parar la vida de este pa¨ªs. Ni el viernes ni hoy.
Instrumentistas
Radovan Vlatkovic demostr¨® por qu¨¦ es reconocido como uno de los mejores trompistas del mundo y la enorme calidad de la secci¨®n de trompas de la OSG. En el Larghetto para trompa y orquesta de Chabrier pudimos apreciar su t¨¦cnica, su sonido limpio y c¨¢lido, su din¨¢mica amplia y matizada, y su largo y emotivo fraseo.
En la Konzertst¨¹ck para cuatro trompas y orquesta de Schumann, desde su brillante inicio, Jos¨¦ Vicente Castell¨®, Miguel ?ngel Garza y Manuel Moya, trompistas de la OSG, hicieron de sus intervenciones conjuntas con Vlatovic un modelo de empaste, con unos solos a la gran altura del maestro de Zagreb.
La primera y segunda secciones tuvieron toda la pasi¨®n de Schumann; en la tercera secci¨®n, las agilidades y el color instrumental m¨¢s refulgente calaron en el p¨²blico, cuya ovaci¨®n recibi¨® el regalo de una Pieza de caza para cuatro trompas solas, de los P¨¦ch¨¦s de Viellesse de Rossini.
La Cuarta sinfon¨ªa de Sibelius tuvo una interpretaci¨®n magistral en la versi¨®n de James Judd y la Sinf¨®nica, cuyas actuaciones conjuntas se cuentan por ¨¦xitos.
La honda oscuridad de su primer movimiento y su sosiego final, dieron paso a la acumulaci¨®n de tensiones expresivas del molto vivace. En Il tempo largo, el dolor atenaz¨® las gargantas con su tono elegiaco, antes de la serena dureza del Allegro final.
El Vals triste de Sibelius fue regalo y b¨¢lsamo, tras la merecida ovaci¨®n del p¨²blico coru?¨¦s. Porque la vida sigue y ha de seguir. Pese a todo.
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