A las urnas, contra la sinraz¨®n
Deciden los electores, no los terroristas; y a m¨¢s votos, m¨¢s legitimidad de las instituciones
La legislatura que se despide naci¨® marcada por el terrorismo yihadista y termina bajo el signo de la violencia etarra. Ahora como entonces, cualquiera que sea el resultado que salga de las urnas expresar¨¢ la voluntad de los ciudadanos libremente manifestada, y no la de los terroristas. Sin embargo, aquellos que durante los ¨²ltimos cuatro a?os han utilizado con ah¨ªnco el bulo y la mentira contra la democracia a prop¨®sito del 11-M comienzan ya a extender la especie de que una victoria socialista alejada de lo que predicen los sondeos ser¨¢ consecuencia del asesinato de Isa¨ªas Carrasco. El objetivo no es otro que deslegitimar el veredicto de la jornada de hoy si no es el que les gusta. ?sta es la miserable idea que tienen de la sociedad espa?ola, habituada, por desgracia, a ejercer el voto una y otra vez con responsabilidad pese a los m¨¢s de 200 asesinados en v¨ªsperas electorales.
ETA cometi¨® medio centenar de atentados en los d¨ªas previos a las elecciones de junio de 1977. En las elecciones generales de marzo de 1978 fueron seis los asesinados. En 2000, ETA mat¨® al parlamentario socialista Fernando Buesa y a su escolta. ?Fue ileg¨ªtima la mayor¨ªa absoluta obtenida por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ese a?o, un resultado que en ning¨²n momento anunciaron los sondeos? ?Fueron ileg¨ªtimos los Gobiernos salidos de las urnas en otras tantas ocasiones? En absoluto. La arbitrariedad sanguinaria de los terroristas magnifica el valor del voto, m¨¢xima expresi¨®n de cualquier democracia.
Hace cuatro a?os, la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos y de los medios de comunicaci¨®n propugnaron, como respuesta al desaf¨ªo lanzado por los autores del 11-M, llenar las urnas de votos, es decir, reforzar las instituciones y fortalecer al Gobierno y a la oposici¨®n para hacer frente, concertadamente, a ese desaf¨ªo. El electorado respondi¨® con un aumento de la participaci¨®n de siete puntos (del 68% al 76%). Sin embargo, las mismas voces que hoy escatiman la legitimidad democr¨¢tica a la sociedad espa?ola consideraron entonces que el incremento en 3,2 millones del n¨²mero de votantes supon¨ªa una distorsi¨®n de la voluntad ciudadana; e incluso se teoriz¨® la conveniencia de establecer una norma que permitiera aplazar las elecciones si un atentado trataba de condicionarlas. Hoy vuelven a hacerlo.
Desprop¨®sitos e ignominias
Repugna o¨ªr de nuevo a estos voceros medi¨¢ticos del ventajismo reclamar la necesidad de arbitrar un mecanismo que permita suspender unas elecciones por una acci¨®n terrorista. Semejante desprop¨®sito dejar¨ªa en manos de los terroristas la posibilidad de decretar, por la v¨ªa de la sangre, un estado de excepci¨®n que s¨®lo a ellos beneficiar¨ªa. ?Hasta cu¨¢ndo habr¨¢ que soportar la ignominia de los que tratan de obtener r¨¦ditos del terrorismo? ?No ha quedado claro que la democracia espa?ola ser¨ªa m¨¢s fuerte si en la legislatura la pol¨ªtica antiterrorista no hubiese sido utilizada por el PP para desgastar al PSOE? Para muchos ciudadanos la respuesta a estas interrogantes es s¨®lo una: el PP es incapaz de soportar la posibilidad del fin de ETA bajo un Gobierno socialista.
Votar hoy, por tanto, es lo m¨¢s importante. La consigna repetida ayer por casi todos los pol¨ªticos y medios responsables de acudir masivamente a las urnas tiene una motivaci¨®n adicional: la llamada de ETA a la "abstenci¨®n activa" como forma de deslegitimar las instituciones ante "el nuevo periodo de opresi¨®n contra Euskal Herria". Opresi¨®n es lo que padecen los vascos sometidos a la dictadura de ETA, y especialmente los electores de localidades peque?as, que se sentir¨¢n vigilados si acuden al colegio electoral. ?Cu¨¢ntos de ellos optar¨¢n por renunciar a su derecho democr¨¢tico a cambio de no padecer la ira de los violentos?
La debilidad de ETA
Pero la consigna de abstenci¨®n supone tambi¨¦n el reconocimiento por parte de ETA de su debilidad. No se atreven a llamar al voto nulo por temor a que el escrutinio revele la p¨¦rdida de apoyos, tras la ruptura de la tregua, respecto a las elecciones de 2004. Los cuatro a?os de crispaci¨®n durante la legislatura han estado relacionados en buena medida con la cuesti¨®n terrorista. ?Pretender¨¢n los instigadores del bulo de la conspiraci¨®n del 11-M prolongarlo ahora en relaci¨®n a las intenciones de ETA con este atentado? Mariano Rajoy deber¨ªa desautorizar de inmediato a los lun¨¢ticos que ya comienzan a lanzar semejantes insinuaciones.
Ante la muerte del ex concejal socialista, lo dem¨¢s parece ahora agua pasada. Pero lo cierto es que ha habido una campa?a, con sus luces y sus sombras. Las elecciones llegan en un momento en que la desaceleraci¨®n econ¨®mica amenaza el excelente registro de la legislatura en ese terreno. Era, pues, el momento de discutir con rigor sobre el futuro, desde la presencia de las empresas espa?olas en el exterior hasta la extensi¨®n y la calidad de los servicios que debe prestar un Estado con las cuentas saneadas y ante un incierto horizonte econ¨®mico internacional.
Desde 2004 hasta hoy, la agenda sobre la que se han enfrentado los partidos ha sido m¨¢s ideol¨®gica que pol¨ªtica. Durante estos a?os, se ha vuelto a discutir sobre el ser de Espa?a, sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, sobre la moral individual que deben admitir o no las instituciones, sobre la memoria y el pasado fratricida. Incluso en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica exterior, los debates han estado muchas veces marcados por los alineamientos te¨®ricos que deb¨ªa adoptar la diplomacia o, incluso, por la pol¨¦mica en torno a grandes conceptos como la paz o las civilizaciones. Ser¨ªa deseable que, sea cual sea el resultado, se realizara un esfuerzo por regresar al terreno estricto de la pol¨ªtica. Sobre la base de la Constituci¨®n, de las instituciones y procedimientos que han demostrado su vigor, los ciudadanos estamos llamados a las urnas. Es preciso responder a la llamada, y votar.
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