Agresi¨®n en el metro
S. M. env¨ªa una emotiva carta en la que dice: "Gracias de verdad a las dos personas que tuvieron el valor de enfrentarse a un individuo armado en el metro el viernes hacia las 18.20 horas en el tren que sal¨ªa de Palau Reial en direcci¨®n a Canyelles. No siento en absoluto agradecimiento ante el supuesto servicio de seguridad del metro". A continuaci¨®n, narra los hechos ocurridos el 29 de febrero: "Un chico encendi¨® un cigarro dentro del tren y, cuando algunos pasajeros le llamaron la atenci¨®n (en especial un segundo chico), el primero se violent¨®, se puso un casco y sac¨® una navaja, dirigi¨¦ndola hacia el segundo. El p¨¢nico fue absoluto durante los horribles minutos que pasaron entre una y otra estaci¨®n. Mientras algunos accion¨¢bamos la alarma, un tercer hombre y el segundo chico reduc¨ªan al primero en medio de una terrible lucha. El metro se detuvo en la parada de Espanya con el sonido de la alarma de fondo. Los dem¨¢s pasajeros ped¨ªamos a gritos la intervenci¨®n de alg¨²n agente de seguridad. Tras un buen rato, una mujer con uniforme de TMB entr¨® en el vag¨®n simplemente para colocar la palanca de la alarma en la posici¨®n original, ignorando la escena que ten¨ªa delante y huyendo r¨¢pidamente".
La direcci¨®n del metro reconoce que se produjo el incidente, pero prefiere creer que la lectora lo ha recreado literariamente y que sus empleados hicieron lo que deb¨ªan. ?Qu¨¦ si no? Es una actitud muy habitual en organismos p¨²blicos: el equivocado siempre es el usuario, el ciudadano. Metro a?ade algunos datos que, al margen de su car¨¢cter narrativo, pudieran resultar ficticios: asegura su portavoz que se present¨® all¨ª una pareja de seguridad, pero que ya no hab¨ªa nada que hacer porque el agresor se hab¨ªa ido. La lectora desmiente esta informaci¨®n y sostiene que el metro se fue sin esperar a pareja de seguridad alguna. El lector puede decidir qu¨¦ afirmaci¨®n est¨¢ m¨¢s cerca de la verdad. Metro sostiene que hay c¨¢maras que graban estos incidentes, pero no ofreci¨® las grabaciones como prueba de sus aseveraciones. "Tenemos que creer que nuestros empleados siempre act¨²an bien". El paso siguiente es que los canonicen.
Para quejas sobre las administraciones y empresas p¨²blicas pueden dirigirse a catalunya@elpais.es a la atenci¨®n de Francesc Arroyo.
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