El abrazo
Psic¨®logos y graf¨®logos se afanaron estos d¨ªas de campa?a en analizar los gestos de los candidatos, los rabitos de su graf¨ªa, los tics incontrolables. Particularmente humor¨ªstico me result¨® el an¨¢lisis de un experto que describ¨ªa, muy gr¨¢ficamente, c¨®mo en los m¨ªtines Zapatero sub¨ªa y bajaba las manos como si levantara una caja enorme, y c¨®mo en los debates se conform¨® con levantar una de zapatos. El lenguaje corporal es chivato, pero he echado de menos alg¨²n comentario sobre la voz, que tanto dice sobre la persona. La gente de la radio sabe bien que la voz nos delata enseguida. Qu¨¦ dif¨ªcil es controlar el tono de las palabras cuando nos puede el nerviosismo o el des¨¢nimo. Pero en las campa?as electorales impera la imagen y en los actos p¨²blicos la sonrisa es el pasaporte. Tal vez ¨¦sa era la verdad inaudita que Pizarro llevaba escrita en la cara: su dificultad para sonre¨ªr en cuanto la situaci¨®n no le resultaba favorable. YouTube est¨¢ lleno de esos extra?os momentos pizarrescos. En campa?a tienen que sonre¨ªr el candidato, los militantes jovencillos que colocan detr¨¢s del l¨ªder, los futuros ministrables e incluso aquellos que sospechan que no tendr¨¢n cartera. En la noche final, triunfador y se?ora muestran la sonrisa grande y sincera del ¨¦xito. Pero ha de sonre¨ªr el perdedor, aunque la mueca se le tuerza a medio camino. En el protocolo impl¨ªcito de la jornada est¨¢ escrito que la mujer del perdedor sonreir¨¢ aunque le duela. Pero eso no fue as¨ª el 9 de marzo. La cara de esa mujer, Elvira, de la que pocas cosas sabemos, expresaba una melancol¨ªa tan inconsolable que resultaba dif¨ªcil de interpretar. Su mirada perdida fue el rostro de la verdad. Su marido la abraz¨® fuerte, en un gesto inusualmente c¨¢lido, como si quisiera reparar algunos malos momentos de esa vida procelosa en la que ella no parec¨ªa encajar desde un principio.
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