Los conductores de bus mantienen paros para todos los jueves
Ratificar¨¢n la huelga semana a semana si no ven avances en la negociaci¨®n
La sombra de nuevos paros planear¨¢ sobre el encuentro que la empresa Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y los sindicatos de autob¨²s celebran hoy. No ser¨¢n huelgas que coarten el rumbo de las reuniones como tem¨ªa el Departamento de Trabajo, mu?idor de estas negociaciones que se prolongar¨¢n hasta el 14 de abril. Pueden ser peores: se mantienen los paros para todos los jueves y s¨®lo se desconvocar¨¢n si la comisi¨®n que representa a la asamblea de conductores considera que TMB ha propuesto avances de peso. El criterio se basar¨¢ en las exigencias de siempre: los dos d¨ªas consecutivos de fiesta semanal y los 30 minutos de descanso diarios.
El metro tiene 120.000 pasajeros m¨¢s los d¨ªas que paran los autobuses
La decisi¨®n de ir al paro o no se tomar¨¢ semana a semana, por lo que la silueta de una huelga nunca en firme, siempre presente, pesar¨¢ en el fondo de cada encuentro entre empresa y sindicatos. Esta postura, votada ayer a mano alzada en una asamblea de un millar de conductores, tiene la virtud de descontentar por igual al resto de las partes. TMB record¨® ayer que es "un sinsentido" negociar con la amenaza de m¨¢s paros. La consejera de Trabajo, Mar Serna, dijo el pasado martes que no har¨ªa ning¨²n laudo, con la esperanza de desmotivar a los huelguistas. Y los sindicatos que no convocaron los paros, pero los secundan (CC OO, UGT y SIT), siguen arrastrados a una movilizaci¨®n que juzgan "demasiado agresiva" y que escapa a su control.
"El poder lo tienen los conductores", insisti¨® Saturnino Mercader, de la CGT y representante de la asamblea junto con miembros de la ACTUB, los dos sindicatos convocantes, que mantienen una pugna latente con el resto de las centrales. ?stas sospechan que las primeras avivan las protestas en beneficio propio, mientras que las centrales convocantes aseguran que son s¨®lo la correa de transmisi¨®n entre los conductores, cuyas reclamaciones "ignoran el resto de los sindicatos", y la empresa. Pero el recelo entre los sindicatos es creciente: en la asamblea de ayer, con ch¨®feres de todos los colores sindicales, Mercader exhibi¨® su autoridad. Los asistentes le dieron la llave para mantener o desconvocar huelgas seg¨²n el criterio de la comisi¨®n que encabeza, aunque se reservaron el derecho de convocar nuevas asambleas para certificar su decisi¨®n.
Los jueves de huelga son agitados en el subsuelo, donde el metro transporta a unos 120.000 pasajeros m¨¢s cada vez que los autobuses se plantan, seg¨²n TMB. Luis, que nunca ha o¨ªdo hablar de sindicatos, fue ayer uno de ellos. Y est¨¢ harto. "Siempre pagamos el pato los mismos", manifest¨® en la parada de Collblanc, d¨®nde calculaba que tardar¨ªa una hora en recorrer un trayecto que el bus cubre en 20 minutos. A Francisca, veterana del suburbano, le molest¨® menos. "Da igual porque no tengo prisa", aseguraba mientras dejaba pasar un metro tras otro. "Si van tan llenos, no me meto", dijo. Quien s¨ª peleaba por subirse era Mari Carmen, que no entend¨ªa por qu¨¦ hab¨ªa tanta gente como para escupirla del vag¨®n. Resignada, asinti¨®: "Claro, si hay huelga. ?Durar¨¢ muchos d¨ªas?". No esper¨® a la respuesta porque el m¨®vil le acerc¨® la voz, algo irritada, de su jefe. Mari Carmen lleg¨® tarde al trabajo.
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