Latidos del silencio

Arrobados por el paisaje inc¨®gnito de las monta?as que guardan la espalda a Alicante, los Lehman liquidaron sus pr¨®speros negocios en Alemania y establecieron en el pago de El Buscarr¨® un hotelito de ocho habitaciones donde escuchar, a su decir, los latidos del silencio. Hugo y Brigitte, junto a su hijo Markus y su nuera Susi, viven ahora en una burbuja de seis hect¨¢reas pre?ada de naranjos, limoneros, almendros, olivos y algarrobos con vistas a la sierra de B¨¨rnia y al valle de Guadalest. Su clientela, poco proclive a los guetos germ¨¢nicos made in Mallorca, celebra su elecci¨®n entre chapoteos de piscina y barbacoas comunitarias en el jard¨ªn, flower power total.

Medio escondida en esta floresta se encuentra la casa madre, de construcci¨®n centenaria, troceada en varios salones con cocina para uso privativo de los hu¨¦spedes y un armario de bebidas y frutas naturales que funciona en r¨¦gimen de autoservicio. No hay reglas ni horarios. A las cuatro de la tarde, eso s¨ª, se sirve un caf¨¦ con pasteles. De noche, lo propio es confraternizar en el Sherry Bar, al regazo del edificio principal. O en el escenario adyacente a la biblioteca, donde en ocasiones se programan divertidos espect¨¢culos de cabar¨¦.

Los dormitorios quedan alineados en la planta superior de este m¨®dulo, dise?ado seg¨²n la interpretaci¨®n Lehman del tipismo mediterr¨¢neo: piedra, barro, viguer¨ªa a la vista, tapicer¨ªas ostentosas en color tierra, cuadritos de inter¨¦s rural, aperos de labranza colgados de las paredes... En verdad, un pecado de desorientaci¨®n geogr¨¢fica purgado por su estimable amplitud y su riqueza de detalles, que incluye unas camas de 2,20 metros, dignas de un jugador de baloncesto. Claro que el hotel se degusta mejor al aire libre, ahora que marzo mayea por estas latitudes.

La tentaci¨®n wellness nace en el ba?o turco, pero se hace vicio en el jacuzzi exterior y en el sol¨¢rium, bajo los naranjos. Junto a la piscina, cuya balaustrada da mayor relieve al paisaje. Y, sobre todo, bajo la p¨¦rgola instalada en medio del jard¨ªn. Si el hu¨¦sped no remolonea entre las s¨¢banas, ser¨¢ invitado por los Lehman a compartir mesa en ese espacio y dar cuenta de un generoso desayuno matinal.