D¨ªas del cine Lido
1 - "Tendr¨ªa que buscar todo un a?o para encontrar en m¨ª un sentimiento que fuera verdadero" (Kafka).
2 - Y pensar que en realidad este dietario llevo escribi¨¦ndolo desde 1963, cuando ten¨ªa 14 a?os. Conservo milagrosamente la agenda americana editada por producciones Myrga para ese a?o, comprada en la librer¨ªa y papeler¨ªa Sol¨¢, del paseo de Sant Joan 14 (llamado entonces General Mola), de Barcelona. He preguntado y me han dicho que se siguen editando actualmente dietarios Myrga, agendas de bolsillo parecidas a la que tuve. En cuanto a la librer¨ªa Sol¨¢, he ido a ver si todav¨ªa exist¨ªa. Ni rastro. Lo ¨²ltimo que hubo en el n¨²mero 14 del paseo fue una empresa de "instalaciones ganaderas", y ahora el local est¨¢ vac¨ªo, en venta. Muy cerca de all¨ª, en el n¨²mero 27 del paseo, estuvo el cine Lido, uno de los que m¨¢s frecuent¨¦ en aquel a?o de 1963. Era un cine de barrio, de programaci¨®n doble, que en los a?os sesenta todav¨ªa se anunciaba como un local con "pantalla panor¨¢mica, la primera en Espa?a". Tampoco de aquel cine queda ni rastro, aunque es curioso: s¨¦ el tel¨¦fono de aquella sala (25 49 19), porque el Lido se anunciaba en unas cajetillas de cerillas y ahora una de ellas la venden en Internet. Por otra parte, el nombre del cine no se ha perdido del todo en el barrio, ya que se ha conservado en el n¨²mero 36 del paseo, en la antigua granja Lido, que se nutr¨ªa de los clientes del cine y hoy es un excelente restaurante.
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- En enero de 1963, por razones para m¨ª mismo no totalmente claras, aunque imagino que ligadas al simple hecho de que me hab¨ªan regalado la agenda -aunque cabe tambi¨¦n la posibilidad de que la comprara yo mismo al salir del Lido-, comenc¨¦ a llevar un diario, que apenas he interrumpido a trav¨¦s del tiempo. Ayer estuve repasando mi vida en 1963 y me centr¨¦ en el mes de marzo, y fue como un extra?o viaje a mi mundo de hace 45 a?os.
El 18 de febrero de aquel a?o, el mismo d¨ªa en que aparec¨ªa en Par¨ªs la ultramoderna Rayuela, de Julio Cort¨¢zar, yo iba al cine Lido a ver Silla el¨¦ctrica para ocho hombres y Yo soy el padre y la madre, pel¨ªculas de las que no recuerdo nada, ni siquiera haberlas visto. Est¨¢bamos en la ¨¦poca que el novelista Mart¨ªn Santos defini¨® como tiempo de silencio. Nadie se atrev¨ªa a hablar. Eran tiempos de decalage importante entre Par¨ªs y Barcelona, entre la literatura de Cort¨¢zar, por ejemplo, y la programaci¨®n doble de silla el¨¦ctrica del cine Lido. Por aquellos d¨ªas, el 5 de abril, Washington y Mosc¨² se conectaron a trav¨¦s del llamado tel¨¦fono rojo, que en realidad era de color negro y que se dec¨ªa que serv¨ªa para evitar una tercera guerra mundial. Pero en la Barcelona de aquel 5 de abril no se ten¨ªa excesiva conciencia de que estuvi¨¦ramos al borde de una nueva guerra. Eran tantos los problemas cotidianos y tan abundantes el silencio y el miedo y tan escasa la informaci¨®n que llegaba de fuera que la vida en la provincia transcurr¨ªa como si nadie supiera a¨²n que la l¨®gica y la ¨¦tica eran fundamentalmente la misma cosa: el deber hacia uno mismo.
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- Ese 5 de abril, con la parquedad habitual, anot¨¦ en mi agenda: "Ha llovido todo el d¨ªa". No era, creo, un dato despreciable. Hoy me sirve para saber que el 5 de abril de 1963 llovi¨® en Barcelona. Y me hace pensar en el diario de Peter Handke, donde ¨¦ste anota: "Blancas nubecillas cruzaban por detr¨¢s de Notre Dame en una vieja pel¨ªcula de Jean Renoir, y yo pens¨¦: as¨ª que esas nubes cruzaron por ah¨ª hace m¨¢s de cuarenta a?os".
As¨ª que ese d¨ªa llovi¨® en Barcelona. El mi¨¦rcoles 20 de marzo escrib¨ª con el mismo e invariable estilo lac¨®nico: "Planeamos el viaje de Semana Santa". Algunas cosas entonces ya eran como ahora. El s¨¢bado 30 de marzo, fui a comprar discos de Jumping Jewels, The Tornados y Emilio Pericoli. Ni idea de qui¨¦nes son. El domingo 24 de marzo escuch¨¦ en directo a Los Catinos (eran de mi colegio y los llam¨¢bamos cari?osamente Los Cretinos y ten¨ªan en Manolo Vehi un magn¨ªfico cantante), los Mangas Verdes y Blue-Stars. De esos s¨ª que me acuerdo, porque yo quer¨ªa ser guitarrista. El jueves 28 de marzo vi en el Lido Barreras de orgullo y La esposa del embajador, y tampoco de esas pel¨ªculas recuerdo nada. Oscura es la lac¨®nica frase del s¨¢bado 23 de marzo: "En la barber¨ªa cobran 24 pesetas". ?Ten¨ªan que cobrar 23?
Pero de marzo de aquel a?o la m¨¢s enigm¨¢tica de las anotaciones es la del lunes 11: "Ha muerto el se?or Santia?ez". Aunque tambi¨¦n es inquietante la adusta anotaci¨®n del martes 5 de marzo: "D¨ªa completamente normal". ?Un d¨ªa en el que no hab¨ªa nada que resaltar? Me temo que quer¨ªa decir: "D¨ªa completamente aburrido". Como viv¨ªa entonces en un tiempo inm¨®vil, me doy cuenta ahora de que en realidad me dedicaba ya entonces a envejecer, pero a envejecer sin el transcurso del tiempo.
No encuentro escrito, a lo largo de todo 1963, un solo sentimiento que sea verdadero. Y al mismo tiempo, tengo la impresi¨®n de que, si no hubiera escrito aquel dietario, la vida se me habr¨ªa secado, o algo parecido. ?A qu¨¦ edad tenemos el privilegio de acceder a los sentimientos? El jueves 7 de marzo anot¨¦: "Tengo que ir al m¨¦dico. Peso 43 kilos y mido 1,59". De aquel marzo ese d¨ªa es el ¨²nico del que me acuerdo bien. Pero no por lo que dejara dicho en el dietario, sino por lo que deber¨ªa haber all¨ª a?adido. Porque ese d¨ªa me lleg¨® un sentimiento verdadero, pero no supe reflejarlo. El sentimiento, puesto por escrito, exig¨ªa s¨®lo cinco letras: miedo. Deber¨ªa, adem¨¢s, haber a?adido que en secreto confiaba en crecer y en ganar peso durante la noche, ganarlo s¨®lo de dormir y so?ar; de so?ar que quiz¨¢ un d¨ªa, por fin, a medida que fuera teniendo m¨¢s peso y altura, ir¨ªa teniendo tambi¨¦n m¨¢s ideas.
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