Un Lorca a cuatro manos
Un poema y un dibujo in¨¦ditos realizados a dos caras por el escritor granadino y el pintor uruguayo Rafael Barradas arrojan un nuevo testimonio de su amistad
"S¨®lo me salen B¨¢rcenas", confes¨® un d¨ªa a Pep¨ªn Bello tras hacerle un retrato. Era una y otra vez Catalina B¨¢rcena, la actriz de origen cubano y musa del dramaturgo Gregorio Mart¨ªnez Sierra. La hab¨ªa dibujado cientos de veces para los carteles del teatro en el que trabajaba. La reprodujo tanto, que las l¨ªneas de su rostro tiraban magn¨¦ticamente de sus pinceles. Aquel d¨ªa, Rafael Barradas quiso dibujar a Pep¨ªn Bello, pero le sali¨® una B¨¢rcena como la que, de nuevo, hizo a cuatro manos con su amigo Federico Garc¨ªa Lorca en 1925 y en un folio en cuyo reverso el poeta granadino estamp¨® uno de sus payasitos y un breve poema. Una obra in¨¦dita a la que ha tenido acceso EL PA?S y que ilustra, en dos caras de un folio de 27 por 22 cent¨ªmetros, la historia de una amistad.
"Tuvieron una relaci¨®n entra?able, muy estrecha", dice Antonina Rodrigo
Pero Barradas (Montevideo, 1890-1929), por alg¨²n motivo, nunca pintaba el rostro de la B¨¢rcena. Por eso, Lorca le escribe en esa misma cara del folio: "T¨² que nunca ense?as / la mirada en los rostros / quise atreverme a ponerlos / en tu dibujo. / ?A medias dijiste, no? / Catalina, tan hermosa, siempre / la dibujas, preciosa. / Querido amigo, pero sin sus ojos ni labios ?vaya a saber Dios, por qu¨¦? / ?Para ti no ser¨ªa dif¨ªcil! ?O s¨ª? Federico G. Lorca, 1925".
As¨ª que Lorca, como ¨¦l mismo se?ala en los versos, coloc¨® labios y ojos al dibujo del inventor del vibracionismo. Y Barradas lo cosi¨® con el nombre de Catalina 24 veces rodeando su rostro. En la misma cara, el uruguayo responde: "Dif¨ªcil no ser¨ªa, hermano amigo, lo dif¨ªcil es crear lo no sentido. 1925-Barradas".
En el reverso del dibujo, Lorca ilustr¨® un payaso llorando, cogiendo el p¨¦talo de una flor, cuyo tallo son sus propias l¨¢grimas. Alrededor hay pinceladas de la misma acuarela utilizada en el dibujo de Catalina de la otra cara, un capitel y una jaula, hechos a l¨¢piz, que por el trazo parecen del uruguayo. Lo mismo que otro poema que lo rese?a: "Mis ojos est¨¢n llorando / sabes de mi alegr¨ªa, porque / est¨¢n tocando el cielo / salud, amigo".
La obra procede del legado del matrimonio de poetas uruguayos Sara y Roberto Ib¨¢?ez y la compr¨® recientemente un coleccionista barcelon¨¦s. Aunque ninguno puede asegurar d¨®nde fue hecho, han acreditado su autenticidad los mayores expertos en la materia en Espa?a: Ian Gibson, Antonina Rodrigo, Andr¨¦s Soria, Manuel Fern¨¢ndez Montesinos y Laura Garc¨ªa Lorca. Esta ¨²ltima, sobrina del poeta y presidenta de la fundaci¨®n que lleva su nombre, qued¨® impresionada al verlo: "Es precioso. No hay duda de que es aut¨¦ntico. L¨¢stima que no lo tenga la fundaci¨®n".
Barradas, personaje de infinita bondad, met¨®dico y venerado por sus compa?eros de generaci¨®n, fue referente de los inicios del movimiento del 27. "La relaci¨®n con Lorca era entra?able. Era un faro, una especie de Machado. En casa de Barradas, Federico sol¨ªa ponerse al piano de su hermana y cuando hab¨ªa jaleo, cantaba aquello de '¨¦chame tu pa?uelo que vengo her¨ªo...", recuerda Rodrigo.
Lleg¨® a Barcelona en 1913 y destac¨® como pintor e ilustrador de las revistas Alfar, Ultra, Grecia o Revista de Occidente. Pero pronto march¨® a Madrid. Ah¨ª conoci¨® a Mart¨ªnez Sierra, director entonces del teatro Eslava, que le encarg¨® los figurines para El maleficio de la mariposa, de Garc¨ªa Lorca. Esa colaboraci¨®n con el poeta granadino es el origen de su amistad y el embri¨®n de este dibujo y de la relaci¨®n que mantuvo con Dal¨ª, Bu?uel o Pep¨ªn Bello. Esos encuentros, recuerda Gibson, quedaron ilustrados en Sue?o noct¨¢mbulo, del pintor ampurdan¨¦s.
Despu¨¦s de aquellos a?os, precipitadamente liquidados por los desencuentros con Mart¨ªnez Sierra (fue despedido fulminantemente), volvi¨® a Barcelona. "Es que Barradas estaba enamorado de Catalina", apunta Marc Sard¨¢, coautor con David Castillo de Conversaciones con Pep¨ªn Bello.
En 1925 se instal¨® en L'Hospitalet. Enfermo y sin un duro, aunque siempre venerado por sus amigos, instaur¨® en su estudio lo que se conoci¨® como el Atene¨ªllo, lugar de reuni¨®n de poetas y artistas como Sebasti¨¤ Gasch, el poeta S¨¢nchez Juan o el escritor Llu¨ªs Capdevila que cada domingo cog¨ªan el tren para ir hasta L'Hospitalet.
Ese a?o, cuando se hizo el dibujo, Lorca fue a Barcelona. Dal¨ª le hab¨ªa invitado a Cadaqu¨¦s y quiso acudir a un encuentro con intelectuales catalanes en el Ateneo. De hecho, fue el uruguayo quien prepar¨® su llegada y puesta de largo.
"En marzo de 1925, Barradas transmiti¨® a Lorca la invitaci¨®n del Ateneo barcelon¨¦s", explica Andr¨¦s Soria. "Lorca fue a Barcelona esa Semana Santa (5-11 de abril). Quiz¨¢ el dibujo se hizo entonces. Pero en mayo de 1925 vuelven a coincidir en Madrid, en la Exposici¨®n de Artistas Ib¨¦ricos", apunta Soria, abriendo una segunda posibilidad sobre el origen geogr¨¢fico del dibujo.
Y ¨¦sa es la hip¨®tesis preferida de Antonina Rodrigo, experta en los periodos de Lorca en Catalu?a. "Creo que se hizo en Madrid. Esa vez, Federico estuvo muy poco tiempo en Barcelona. La mayor parte lo pas¨® en Cadaqu¨¦s. Si fuera del 27, ser¨ªa otra cosa. Pero en el 25 tiene m¨¢s sentido que sea de Madrid", se?ala.
Cuatro a?os m¨¢s tarde, enfermo y pobre, Barradas volvi¨® a Uruguay. Todos sus amigos del Atene¨ªllo le despidieron desolados en el puerto de Barcelona. Se marchaba El Ap¨®stol de Hospitalet. Tres meses m¨¢s tarde, muri¨®.
Cuando Lorca viaj¨® a Montevideo, recuerda Rodrigo, no pudo abstraerse del recuerdo de su amigo: "?Sabe usted en lo que pensaba mientras los fot¨®grafos me enfocaban y los periodistas me preguntaban...? Pues en Barradas, el gran pintor, a quien uruguayos y espa?oles hemos dejado morir de hambre. (...) Todo eso que me daban a m¨ª, se lo negaron a ¨¦l". Ese d¨ªa fue a visitar a su amigo al cementerio de Buceo. En silencio y bajo la fina lluvia, s¨®lo arroj¨® flores en la tumba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.