Idus de marzo en el T¨ªbet
El Dalai Lama acusa a China de "genocidio cultural" y Lhasa est¨¢ bajo toque de queda
Marzo tiene una especial resonancia en el T¨ªbet. El 10 de ese mes de 1959 estall¨® una gran revuelta contra la dominaci¨®n china que, sofocada con violencia extrema por las autoridades comunistas, oblig¨® al Dalai Lama, l¨ªder temporal y espiritual de la antigua lamasocracia, a exiliarse en la India. Y, puntualmente, ese mismo d¨ªa han comenzado este a?o en la capital, Lhasa, protestas y manifestaciones con un ojo puesto en los Juegos Ol¨ªmpicos, que acoger¨¢ Pek¨ªn en agosto.
Nada puede preocupar hoy m¨¢s al r¨¦gimen chino, que quiere hacer de los Juegos el mejor escaparate de una modernizaci¨®n con miras planetarias, que lo que percibe como una agresi¨®n a su imagen mundial. Si a eso se a?ade que algunos pa¨ªses occidentales no quieren entrenarse in situ, a causa de la contaminaci¨®n, y temen que la alimentaci¨®n, rica en esteroides, pueda hasta hacer que sus atletas sean descalificados por dopaje, se entiende a¨²n mejor el nerviosismo y la incontinencia de la reacci¨®n del poder.
Diez muertos, seg¨²n Pek¨ªn, todos achacables a la furia de los revoltosos, y cerca de un centenar, seg¨²n el Gobierno tibetano en el exilio, que atribuye a la represi¨®n, es el balance del pasado fin de semana, mientras la protesta se extiende a provincias. Lhasa, en cambio, era ayer una ciudad en toque de queda, con los raros turistas confinados en sus hoteles.
Por su parte, el Dalai Lama consideraba genocidio cultural la imposici¨®n de los valores chinos, y acusaba a Pek¨ªn de reducir a sus compatriotas a ciudadanos de segunda clase, al tiempo que ped¨ªa una investigaci¨®n internacional sobre lo sucedido. Paralelamente, ha molestado mucho a Pek¨ªn la renuncia del cineasta Steven Spielberg a un puesto de asesor que se le ofrec¨ªa, en medio de una creciente cr¨ªtica en medios intelectuales de Occidente por el apoyo chino al Gobierno sudan¨¦s, gran responsable de la cat¨¢strofe humanitaria de Darfur. Pero el l¨ªder tibetano, Nobel de la Paz de 1989 -otro a?o de exabrupto popular en el pa¨ªs-, se absten¨ªa de exhortar al boicoteo de los Juegos, sabedor de que ning¨²n Estado gustar¨ªa de hacerlo.
Pero lo que la agitaci¨®n y la represi¨®n muestran es que para que el imperio del centro, hist¨®rico nombre del pa¨ªs asi¨¢tico, pueda pavonearse de sus ¨¦xitos ante el mundo, a¨²n ha de trabajar mucho; si no establecer de golpe la democracia, lo que es imposible, s¨ª ha de adoptar, al menos, los usos de sociedades m¨¢s avanzadas. Y eso equivale a una cultura de respeto al medio ambiente; operar en el comercio internacional respetando marcas y combatiendo la pirater¨ªa manufacturera; reconocer la diversidad cultural y los derechos humanos en casa propia, no obrando como si lo han (lo chino por antonomasia) fuera la sal de la tierra; y, en general, aceptar unas reglas de juego universales, lo que est¨¢ lejos de ser el caso.
Todo ello, empezando por conceder alguna forma de autogobierno al T¨ªbet, que es lo ¨²nico que asegura perseguir el incombustible Dalai Lama.
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