Tras el rastro virtual de los ped¨®filos

En su condici¨®n de responsable del Grupo de Delitos Telem¨¢ticos (GDT) de la Guardia Civil en ?lava, el teniente Ernesto (nombre falso que preservar su indentidad) recuerda con especial claridad cierto d¨ªa de fiesta en el cuartel. Hab¨ªan decidido organizar un concurso de dibujos para los ni?os "como lo hacemos de vez en cuando". Mientras, uno de sus agentes estaba, como cada d¨ªa, rastreando los rincones m¨¢s dolorosos de la web. Y se encontr¨® con un v¨ªdeo nuevo en el que se abusaba de un menor, inenarrable como todo el material que acostumbran encontrarse. El contraste con la imagen de los ni?os pintando a unos metros de esas im¨¢genes le pudo. "Cierra eso, hoy no vemos nada m¨¢s, nos vamos con la familia". Al bajar y abrazar a su hijo, hizo un esfuerzo para desterrar de su memoria lo visto y fingir que tiene un trabajo cualquiera. Esta historia permite hacerse una idea de la rutina de esta unidad nacida en 2000 para enfrentarse a todo tipo de delincuencia online. Su balance de los ¨²ltimos tres a?os es de 35 detenidos y 42 imputados.

"No s¨®lo se agrede al ni?o cuando se le graba, el v¨ªdeo perpetua el da?o"

Siempre tienen un ojo puesto en las alcantarillas de la red. Para describir muchas de las im¨¢genes que acostumbran ver, faltan palabras publicables. "De hecho no siempre vemos los v¨ªdeos enteros; cuando los tenemos identificados, paramos", relata Carlos, otro de los miembros del GDT.

En uno de ellos se ve como los ni?os son implicados en juegos sexuales y reaccionan con la inocencia propia de su edad. "No tienen ni la m¨¢s m¨ªnima idea de lo que les est¨¢n haciendo", cuenta Antonio, que admite extra?ar su antiguo puesto, patrullando las calles-"yo tengo hijos, ver esto no es agradable", explica-. Tambi¨¦n dice haberlos visto mucho peores: "Con algunos puedes autoenga?arte pensando que son ficci¨®n, pero en los duros puedes ver claramente que le est¨¢n forzando". A?ade que "lo peor es el sonido, los gritos pidiendo que paren", explica su compa?era Ainhoa. El objetivo principal es localizar a los abusadores, pero no reniegan del objetivo de intentar limpiar la red de esas im¨¢genes. "No s¨®lo se agrede al ni?o cuando se le graba, cada vez que alguien reproduce el v¨ªdeo se perpetua el da?o a su dignidad", razona Antonio.

Los ped¨®filos ya no se sienten solos. Las redes de intercambio son globales y las im¨¢genes podr¨ªan haber sido filmadas en cualquier lugar del mundo. A menudo, la tarea del GDT consiste en encontrar algo que indique donde fueron realizadas. "En cuanto sabemos en qu¨¦ pa¨ªs o regi¨®n se film¨® la agresi¨®n, avisamos a Interpol para que intervenga", explica el teniente.

"Hace mucho tiempo que renunci¨¦ a entender lo que se les pasa por la cabeza. Simplemente les gusta, no hay m¨¢s. Cuando vas a hacer un registro a un domicilio y te encuentras con un padre de familia viendo eso, ?C¨®mo vas a entender eso? No puedes", prosigue Ernesto. Carlos recuerda muy bien la primera operaci¨®n que hizo: "Era un joven de unos veintitantos que viv¨ªa en casa de sus padres. Su familia no ten¨ªa ni idea".

Su jornada laboral transcurre en un peque?o cuarto atiborrado de ordenadores, discos duros y todo tipo de artilugios. El horario laboral no lo ponen ellos. "Nos adaptamos a lo que hacen los delincuentes", explican. Las cinco personas presentes ese d¨ªa sonr¨ªen cuando uno de ellos se refiere a la unidad como patrulla cibern¨¦tica. "Eso nos lo inventamos para vosotros los periodistas", bromea Antonio. De hecho la mera presencia del reportero imprime cautela en las palabras que van pronunciando. "No queremos que se revelen nuestros procedimientos, bastante cuesta ya dar con los malos", explica uno de ellos.

Su trabajo evoca a veces la imagen de alguien barriendo un desierto de arena, por la inmensidad de la tarea. "Eliminar los v¨ªdeos es imposible, les cambian el nombre y ya est¨¢n otra vez sin localizar", cuenta Carlos. Pero es la ¨²nica manera de hacerlo. Granito a granito,v¨ªdeo a v¨ªdeo, seguir¨¢n rastreando Internet, convencidos de que a cada paso dado, se reducen las posibilidades de que otro ni?o viva ese infierno.