Partici¨®n inaceptable
Con la violencia en Mitrovica, Serbia se radicaliza e intenta dividir Kosovo
El objetivo del Gobierno serbio al alentar los disturbios en la ciudad de Mitrovica, en el norte de Kosovo, parece doble: mantener viva la llama del radicalismo ante las elecciones en Serbia del 11 de mayo, y dar los primeros pasos para provocar una separaci¨®n de hecho de una parte de la antigua provincia serbia que proclam¨® su independencia el pasado 17 de febrero. Ambos objetivos deben ser rechazados por la comunidad internacional, Rusia incluida. Serbia no ganar¨ªa nada con esta partici¨®n a la fuerza, salvo granjearse un mayor ostracismo y dificultar sus opciones europeas y modernizadoras. Adem¨¢s, tal divisi¨®n crear¨ªa otro mal precedente en relaci¨®n con las minor¨ªas en toda la zona o a la eventual separaci¨®n de Bosnia-Herzegovina si la Rep¨²blica Sprska decidiera dar el paso.
Detr¨¢s de los altercados, que han costado la vida a un polic¨ªa ucranio de Naciones Unidas, se reconoce la mano de Belgrado, y tambi¨¦n de Mosc¨², con quien reconoce que consulta el Gobierno de Kostunica. El primer ministro nacionalista quiere hacer frente con esta actitud provocadora al moderado y pro europeo presidente Tadic. Aunque ya no es hora de lamentar los hechos consumados, este desbordamiento era la respuesta previsible a la proclamaci¨®n de la independencia. Lo que incumbe ahora a la comunidad internacional, y especialmente a la OTAN sobre la que gira la fuerza de Kfor, y la UE que debe a¨²n enviar una misi¨®n civil (Eulex), es evitar m¨¢s violencia y m¨¢s derramamiento de sangre. Pero la respuesta ante los actuales disturbios no puede ser la divisi¨®n de la ciudad y la regi¨®n de Mitrovica, pues podr¨ªa ser el primer paso para una partici¨®n.
Espa?a no ha reconocido la independencia de Kosovo, participa en la Kfor y en la polic¨ªa de la ONU. Aunque no tendr¨ªa sentido una retirada espa?ola, que ser¨ªa irresponsable e insolidaria con nuestros socios europeos, el Gobierno de Zapatero deber¨ªa aclarar el tenor de esta participaci¨®n, volver a pedir una nueva autorizaci¨®n del Congreso de los Diputados, y meditar algo m¨¢s sobre la contribuci¨®n a Eulex. Pero en cualquiera de los casos, Madrid debe disipar las dudas y mandar un claro mensaje a los serbios. Aunque Espa?a no haya reconocido la independencia, no por ello aceptar¨¢ estos nuevos brotes de violencia ¨¦tnica.
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