"Vengo en el metro desde el aeropuerto y no me hab¨ªa enterado"

M¨¢s de 20 personas viajan en el vag¨®n del metro que se aproxima a la estaci¨®n de Banco de Espa?a. Casi la mitad lleva maletas. No todos saben que es la ¨²ltima parada debido al corte de servicio de la l¨ªnea 2 (Cuatro Caminos-Ventas) hasta ?pera. Todo est¨¢ lleno de carteles, pero la megafon¨ªa del interior de la cabina no avisa como en d¨ªas anteriores. Hasta llegar a Retiro, justo la parada previa. Entonces, una voz de mujer dice aquello de "afecci¨®n imprevista de obras en el t¨²nel" y que todo el mundo fuera en la siguiente estaci¨®n.

Carlos y Montse, reci¨¦n llegados de Barcelona con maletas y todo, se bajan sorprendidos. "Venimos desde el aeropuerto subidos en el metro y no nos hab¨ªamos enterado", explica ella. "Es que no conocemos el nombre de las estaciones", a?ade ¨¦l. Su hostal queda en la Puerta del Sol. Deciden ir andando.

A Denny, de Nueva York, le resulta m¨¢s complicado. El hombre accede con cara de despiste a la estaci¨®n que se ha convertido en final de l¨ªnea. Mira su mapa, mira el and¨¦n. As¨ª varias veces. Hasta que un agente de seguridad le hace un gesto negativo. Denny no habla espa?ol. Y no hay carteles en ingl¨¦s. No se enter¨® de que Banco de Espa?a no resultaba la mejor opci¨®n para llegar a Pozuelo hasta que accedi¨® al and¨¦n sin servicio.

El hombre ha pagado el billete en balde. Pero ya no lo devuelven como el primer d¨ªa. "S¨®lo se dan nuevos tiques en el momento en el que se produce una incidencia inesperada, y este corte ya no lo es", explica el taquillero. Depende de para qui¨¦n, claro.

Una viajera que intentaba llegar con el metro a Sol para alcanzar despu¨¦s Atocha (l¨ªnea 1, la azul) se queda con un palmo de narices. "Vaya andando o en autob¨²s", le explica el mismo taquillero. No existe servicio alternativo para el corte de una l¨ªnea en la que viajan 10.000 personas cada hora, s¨®lo un refuerzo de los autobuses de las l¨ªneas tradicionales con hasta tres veh¨ªculos. Pero ayer tampoco parec¨ªan la alternativa m¨¢s conveniente, con parte del centro cortado por las procesiones.

El vigilante de seguridad que informa a todo el que le pregunta en el pasillo consideraba ayer que "esto es gloria" comparado con el primer d¨ªa del corte, el pasado martes. "Dos se?oras empezaron a darles patadas a un cartel cuando les dijeron que no les devolv¨ªan su euro", explica el hombre a¨²n sorprendido.

Cristina Bara baja a la estaci¨®n con un grupo de ni?os a controlar el mapa. Vuelven a casa, en Aluche. Ella s¨ª ha le¨ªdo los carteles de la puerta. Sigue la l¨ªnea con el dedo. "Vamos andando a Gran V¨ªa", decide. Su hija se pone triste. "?No podemos ir en metro?", le pregunta. "S¨ª, cari?o, lo pillamos m¨¢s arriba".