Historia de dos presidentes
2008 es a?o de dos elecciones presidenciales que nos afectan: la de EE UU, y la del Consejo Europeo. Los ganadores asumir¨¢n ambos sus cargos en enero de 2009. Las primeras tienen fascinado al mundo entero y especialmente a los europeos, porque abren nuevas perspectivas despu¨¦s de los a?os de Bush y por la dura batalla en las primarias dem¨®cratas entre Hillary Clinton y Barack Obama -una mujer y un negro- y un pol¨ªticamente resucitado candidato republicano, John McCain. Las europeas no est¨¢n interesando, y a estas alturas ni se sabe qui¨¦n puede ser candidato. Y, sin embargo, la UE estar¨ªa necesitada de un aut¨¦ntico presidente, y si no es aut¨¦ntico, al menos con peso pol¨ªtico.
Las elecciones americanas no son directas, sino que los ciudadanos eligen unos compromisarios que a su vez designan al nuevo presidente. Pero es un ejercicio democr¨¢tico. Para el presidente del Consejo Europeo, el colegio de electores es sumamente reducido: s¨®lo los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la m¨¢xima instituci¨®n pol¨ªtica en la UE. El presidente de EE UU ser¨¢ el hombre, o mujer, m¨¢s poderoso del mundo. El de la UE, no, pues, aunque no ser¨¢ un mero florero, sus poderes se limitar¨¢n a un cierto control de la agenda, y a asegurar la continuidad entre una reuni¨®n y otra, aunque la din¨¢mica del cargo puede llevarle a m¨¢s. Todo ello suponiendo que los irlandeses o los polacos no metan nuevos sustos, y la ratificaci¨®n del Tratado de Lisboa (que reemplaza a la nonata Constituci¨®n Europea) se culmine a tiempo. Pero no ser¨¢ el suyo el tel¨¦fono ¨²nico al que se pueda llamar desde la Casa Blanca para resolver embrollos o dise?ar actuaciones en com¨²n con la UE.
Los ciudadanos preferir¨ªan una figura de peso al frente del Consejo Europeo
En el caso del presidente de EE UU, los ciudadanos votan. En el de Europa, hay sondeos, aunque no es probable que los mandatarios les hagan caso. As¨ª, seg¨²n una encuesta publicada la semana pasada por Financial Times en los cinco pa¨ªses m¨¢s poblados de la UE, los ciudadanos, especialmente los de Francia, Italia y Espa?a, preferir¨ªan una figura de peso al frente del Consejo Europeo, ya se trate de Tony Blair (aunque hay una campa?a en su contra, http://stopblair.eu/), Angela Merkel, Felipe Gonz¨¢lez (el que m¨¢s apoyos recibe de todos), Romano Prodi, Anders Fogh Rasmussen o Jean Claude Juncker. Incluso se habla de la posibilidad de que Dura? Barroso cruce la calle y pase de presidente de la Comisi¨®n Europea al Consejo. La tesis predominante alemana es que el presidente debe provenir de un pa¨ªs de la zona euro y del espacio Schengen, lo que excluir¨ªa a Blair (al que no quieren los democristianos alemanes), pero tambi¨¦n a cualquiera de casi todos los nuevos Estados miembros. Esta elecci¨®n requerir¨¢ complejos equilibrios entre grandes y peque?os, nuevos y viejos, norte y sur y este y oeste.
En todo caso, no est¨¢ ni mucho menos garantizado que los 27 vayan a elegir a un pol¨ªtico de peso de un gran pa¨ªs, pues lanzar¨ªan un mensaje sorprendente de que la UE quiere dotarse de una identidad pol¨ªtica fuerte. Por eso quiz¨¢s el luxemburgu¨¦s Juncker tendr¨ªa posibilidades: eficaz, no despierta, sin embargo, temores, aunque fuera de su pa¨ªs es un desconocido. La campa?a -que s¨®lo de una manera preliminar comenz¨® en la reuni¨®n del ¨²ltimo Consejo Europeo diez d¨ªas atr¨¢s en Bruselas- ser¨¢ entre bambalinas. La criba a¨²n no ha empezado, pero, indican fuentes comunitarias, los 27 actuales han se?alado su voluntad de que sea "uno de ellos" o al menos alguien que conozcan bien, de los que han negociado la Constituci¨®n Europea y el Tratado de Lisboa. As¨ª, en el caso europeo, el colegio de electores coincidir¨ªa pr¨¢cticamente con el colegio de elegibles. Pese a que se trata de un grupo de dem¨®cratas, no es una elecci¨®n democr¨¢tica.
Aunque las presidencias nacionales rotatorias cada seis meses no desaparecen, s¨ª perder¨¢n relevancia cuando exista el nuevo presidente del Consejo Europeo. Esto es algo que est¨¢n sopesando los espa?oles, que han empezado a preparar la pr¨®xima presidencia espa?ola en el primer semestre de 2010, pues en este sentido ser¨¢ diferente, menos nacional, que las otras presidencias anteriores que ha ejercido este pa¨ªs.
Ni la Convenci¨®n que prepar¨® la Constituci¨®n fue comparable a la de Filadelfia que redact¨® la Carta Magna de EE UU, ni el texto hizo honor a su nombre (y luego se jibariz¨® en Tratado de Lisboa), ni el presidente es realmente un presidente de Europa. Claro que el ya no as¨ª llamado ministro europeo de Asuntos Exteriores, no cambia en atribuciones, sino de nombre, qued¨¢ndose en Alto Representante. Pero a la hora de elegir presidente de Europa, ?qui¨¦n fuera americano!
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