Paz y violencia
La reflexi¨®n sobre la violencia tambi¨¦n resulta ineludible para quienes buscan la paz. En esta parte de Europa, se procura mantener una amenaza f¨ªsica, ps¨ªquica o econ¨®mica sobre los ciudadanos para condicionar su comportamiento y minorizarlos. El mensaje que se propaga es que un comportamiento inadecuado puede acarrear el terror cotidiano de tener que vivir protegido por gente armada o tener que adoptar precauciones caracter¨ªsticas de vivir en reg¨ªmenes no-democr¨¢ticos (como el que, a trav¨¦s de la violencia, se trata de imponer). As¨ª, para la poblaci¨®n vasca, manifestar en p¨²blico determinadas opiniones, ejercer algunas actividades o frecuentar ciertos lugares se convierten en un riesgo. Semejante persecuci¨®n ideol¨®gica caracter¨ªstica de reg¨ªmenes totalitarios impide el libre intercambio de opiniones y limita enormemente la vida democr¨¢tica. En cierta medida, el d¨¦ficit democr¨¢tico con el que se convive en Euskadi, a pesar de formar parte de la Uni¨®n Europea, nos aproxima al altermundismo de Bielorrusia o Pakist¨¢n.
Es un error interpretar su violencia como la consecuencia inevitable de un conflicto pol¨ªtico
Si no se entienden los fundamentos de la violencia, es in¨²til reclamar la paz
Esta estrategia politico-militar se desarrolla mientras el nacionalismo vasco, salvo excepciones, se resiste a reconocer que el MLNV est¨¢ en guerra contra la poblaci¨®n vasca, interpretando su violencia como la consecuencia inevitable de un conflicto pol¨ªtico. Por el contrario, parece mantener como s¨ªmbolo de cohesi¨®n el defender a aquellas organizaciones que buscan precisamente combatir la democracia y la autonom¨ªa parlamentaria (en las que el MLNV reiteradamente ha manifestado no creer). As¨ª, los apoyos dial¨¦cticos que se prestan a los distintos aparatos organizativos y propagand¨ªsticos del MLNV por parte de Ibarretxe y sus aliados contrasta con la sistem¨¢tica labor de destrucci¨®n y desestabilizaci¨®n que tales organizaciones llevan a cabo desde hace decadas. Aunque el da?o que est¨¢n causando a la convivencia en Euskadi es colosal, y el apoyo que procuran al nacionalismo espa?ol es enorme, siguen contando con la comprensi¨®n de la familia nacionalista, que ideol¨®gicamente, sobre todo sus juventudes, est¨¢ ya parcialmente batasunizada. Aunque es evidente que sin ese aval al terror nunca se hubiera podido llegar hasta donde se ha llegado, resulta dif¨ªcil de interpretar qu¨¦ c¨¢lculos pol¨ªticos, o quiz¨¢s electorales, manejan algunos. Sin embargo, a mi juicio, pensar que en semejante compa?¨ªa totalitaria una mayor¨ªa de vascos van a estar dispuestos a cruzar el Rubic¨®n soberanista es vivir -pol¨ªticamente- orbitando alrededor de Andr¨®meda.
A¨²n no se ha reconocido que en la praxis del MLNV y sus propuestas de enfrentamiento (guerra civil) late un pensamiento totalitario (leninista). Tambi¨¦n resulta una ingenuidad confiar en que quien alimenta sistem¨¢ticamente la violencia mientras habla de paz, a pesar de su evidente legado de dolor y de vidas destruidas, tanto "entre enemigos como entre amigos", se desenmascare en p¨²blico. Pero resulta desconcertante el amparo y comprensi¨®n que encuentra entre quienes ejercen responsabilidades p¨²blicas un poder que se gestiona en secreto. La reciente reclamaci¨®n de libertad para la Mesa Nacional de Batasuna apoyada por la representaci¨®n abertzale en el Parlamento vasco o en las Juntas Generales de Guip¨²zcoa contrasta con la posici¨®n que la Mesa Nacional ha mantenido en relaci¨®n con los electos que, representando a cientos de miles de ciudadanos vascos, tienen que ejercer dicha representaci¨®n protegidos por guardaespaldas. Una demanda que, adem¨¢s, soslaya su papel en una estructura politico-militar como el MLNV. Tambi¨¦n las criticas al cierre de los diarios del Movimiento mantenidas desde el Gobierno vasco, si bien justificadas por el procedimiento empleado y la escandalosa dilaci¨®n judicial, contrastan con el silencio que se mantiene sobre la funci¨®n propagand¨ªstica que tienen al servicio de una estrategia de guerra.
Para poder leg¨ªtimamente plantear alternativas pol¨ªticas debe garantizarse antes el desarrollo de un di¨¢logo libre, algo que sistem¨¢ticamente se trata de impedir desde el MLNV, dando as¨ª continuidad a los distintos periodos represivos del nacionalismo espa?ol. Si el nacionalismo vasco aspira al respaldo de una mayor¨ªa de la poblaci¨®n en favor del autogobierno dentro de Europa, debe entender que tiene que priorizar la lucha contra el terror -del que le diferencian tanto los medios como los fines- y transmitir al conjunto de la poblaci¨®n en sus diversas orientaciones nacionales, especialmente a aquella de orientaci¨®n espa?olista o no nacionalista, que el ejercicio de sus derechos civiles b¨¢sicos de expresi¨®n, reuni¨®n y manifestaci¨®n resultan imprescindibles para el presente y futuro de Euskadi.
No hay una posici¨®n equidistante entre quienes defienden la barbarie (el ejercicio del poder no sometido a la ley) y quienes defienden su orientaci¨®n nacional espa?ola (aun en nombre de la ley espa?ola). Aunque la democracia espa?ola, en su particular versi¨®n del capitalismo parlamentario, adolece sin duda de graves defectos (torturas, partitocracia, corrupci¨®n, intolerancia...), son quienes defienden la barbarie y tratan de imponer su pol¨ªtica de la violencia quienes en especial atentan gravemente contra la poblaci¨®n vasca y su futuro. De ah¨ª que la paz ser¨¢ una quimera mientras la comunidad nacionalista siga en connivencia con quienes promueven la guerra. Si no se entienden los fundamentos de la violencia, es in¨²til reclamar la paz.
I?igo Bullain es profesor de Derecho Constitucional y Europeo de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV-EHU).
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