Estrafalarios, mani¨¢ticos y otros animales dom¨¦sticos
La historia se escribe como a la gente le da la gana. Se pueden usar mentiras, man¨ªas, fobias, intereses o invenciones: siempre habr¨¢ un cr¨¦dulo, despu¨¦s otro y muchos m¨¢s. Lo importante es contarlo bien. Muy bien cuenta sus man¨ªas cotidianas Andr¨¦s Trapiello, que acaba de publicar otro tocho -?y van quince!- de sus diarios, esos salones de pasos perdidos. Trapiello es como un cerdo ib¨¦rico, todo se aprovecha. No hay escritor de su edad que haya publicado m¨¢s l¨ªneas. No desperdicia nada, no tira ni una palabra y no parece que tenga prisa por ser eterno, ni inmortal. Vamos, que contando las cosas que cuenta, c¨®mo las cuenta y de qui¨¦n, no creo que se est¨¦ labrando el mejor camino para ser recibido en la Academia. Aunque nunca se sabe, escritores con peor memoria, y con peor leche, se sientan en los bancos de la inmortalidad. Y es que ni la inmortalidad es ya lo que era. Hay muchos inmortales que han pasado al olvido por sus propios m¨¦ritos.
No era f¨¢cil ser como Azcona. E imposible ser Azcona. Ahora es polvo, mas polvo enamorado, tierno, risue?o
A mitad de la comida con Trapiello, entre sus man¨ªas y sus maldades -¨²ltimamente le ha dado por contar fotos de gente culta- nos lleg¨®, como una errata, como un golpe tozudo y miserable, la noticia de la muerte de Rafael Azcona. Todo lo contrario de las vanidades, de las fotograf¨ªas, de las venganzas y de las peque?as mezquindades de nuestro tinglado cultural, narradores, poetas, ministros y otros fotografiados incluidos.
No era f¨¢cil ser como Azcona. E imposible ser Azcona. Ahora que es polvo, mas polvo enamorado, risue?o, tierno, rebelde, estrafalario y educado, nos damos cuenta de que parec¨ªa un invento de alguien al que hubi¨¦ramos querido parecernos. No se pod¨ªa ser m¨¢s talentoso y menos repelente. Era un dulce animal dom¨¦stico al que le gustaba estar fuera de casa. Un ciudadano domesticado y nunca sometido. Nunca vencido, ni derrotado en su civilizada afici¨®n por el desacato.
?Joder con Rafael! ?C¨®mo ha sabido vengarse de toda cursiler¨ªa! Maestro en fugas, ha dado una lecci¨®n de c¨®mo escaparse de los oficios de difuntos, de los pla?ideros y de la legi¨®n de amigos, conocidos y saludados. Nos ha dejado sin ritos y sin muerto. ?l, que tanto quer¨ªa a las Pompas F¨²nebres, a las que dedic¨® su primer libro porque "sin cuyo concurso, la Muerte no ser¨ªa una cosa de tanto lucimiento".
?Qu¨¦ espa?ol tan raro era Rafael! Nada que ver con esa definici¨®n que escribi¨® Juan Ram¨®n Jim¨¦nez -por cierto, bien editado por Trapiello-: "Espa?a, para¨ªso con pe?a, hontanar y tiemblo en verdad solitario. Y a la vuelta, siempre la mujer y el hombre ocultos en la verdad. ?Y el resto? Meados, sangres y mierdas". De conocer esa Espa?a, de contarla, vivi¨® hasta su muerte Rafael Azcona. Pero ni un paso m¨¢s. -
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