La buena vida
El ¨ªndice de natalidad m¨¢s elevado de Europa + la mayor tasa de divorcios + el mayor porcentaje de mujeres que trabajan fuera de casa = el mejor pa¨ªs del mundo para vivir. Hay algo que tiene que estar mal en esta ecuaci¨®n. Si se unen esos tres factores -montones de hijos, hogares rotos, madres ausentes-, el resultado tiene que ser la receta para la miseria y el caos social. Pues no. Islandia, el bloque de lava sub¨¢rtico al que se refieren estas estad¨ªsticas, encabeza las ¨²ltimas clasificaciones del ?ndice de Desarrollo Humano del PNUD, lo cual significa que, como sociedad y como econom¨ªa -en relaci¨®n con la riqueza, la sanidad y la educaci¨®n-, es el mejor lugar del mundo. Podr¨ªa replicarse: muy bien, pero con sus oscuros inviernos y sus veranos nada tropicales, ?son felices los islandeses? La verdad es que, en la medida en que es posible medir esas cosas, lo son. Entre otras estad¨ªsticas, un estudio acad¨¦mico aparentemente serio aparecido en The Guardian en 2006 dec¨ªa que los islandeses eran el pueblo m¨¢s feliz de la Tierra (el estudio posee cierta credibilidad, puesto que llegaba a la conclusi¨®n de que los rusos eran los menos felices).
Oddny Sturlud¨®ttir, una mujer de 31 a?os con dos hijos, me cont¨® que ten¨ªa una buena amiga de 25 con tres hijos de un hombre que acababa de abandonarla. "Pero no tiene ninguna sensaci¨®n de crisis", dijo Oddny. "Est¨¢ prepar¨¢ndose para seguir adelante con su vida y su carrera con una actitud perfectamente optimista". La respuesta a la pregunta de por qu¨¦ la amiga no piensa que sea una crisis lo que cualquier mujer de cualquier parte del mundo occidental considerar¨ªa una cat¨¢strofe ayuda a explicar por qu¨¦ los 313.000 habitantes de Islandia son tan sensatos, alegres y triunfadores.
Existen, eso s¨ª, otros factores m¨¢s visibles. Los datos son abundantes: el pa¨ªs con la sexta renta per c¨¢pita del mundo; en el que la gente compra m¨¢s libros; en el que la expectativa de vida para los hombres es la m¨¢s larga del mundo, y para las mujeres est¨¢ entre las m¨¢s altas; el ¨²nico pa¨ªs de la OTAN que no tiene Fuerzas Armadas (se prohibieron hace 700 a?os); el que tiene la mayor proporci¨®n de tel¨¦fonos m¨®viles por habitante, el sistema bancario que m¨¢s r¨¢pidamente est¨¢ expandi¨¦ndose en el mundo, el incre¨ªble crecimiento de las exportaciones, el aire cristalino, el agua caliente que llega a todos los hogares directamente desde las ca?er¨ªas naturales de las entra?as volc¨¢nicas, y as¨ª sucesivamente.
Pero ninguna de estas cosas ser¨ªa posible sin la s¨®lida seguridad en s¨ª mismos que define a los islandeses, y que, a su vez, nace de una sociedad que est¨¢ culturalmente orientada -como prioridad absoluta- a educar ni?os sanos y felices, con todos los padres y madres que sea. En gran parte es herencia de sus antepasados vikingos, cuyos hombres se dedicaban sin reparos a saquear y violar, pero, al menos, ten¨ªan la coherencia moral de no mostrarse celosos por las aventuras de sus esposas, unas mujeres que se encargaban de alimentar a la familia en la dureza de tundra de esta isla del Atl¨¢ntico norte mientras los maridos se iban de exploraciones por el mundo durante a?os. Como me explic¨® una abuela con varios nietos en mi primera visita a Islandia, hace dos a?os, "los vikingos se iban a otros pa¨ªses, y las mujeres eran las que mandaban y ten¨ªan hijos con los esclavos, y cuando los vikingos regresaban, los aceptaban con un esp¨ªritu de cuantos m¨¢s, mejor".
Oddny -una pianista esbelta y atractiva que habla alem¨¢n con fluidez, traduce libros del ingl¨¦s al island¨¦s y es concejal en la capital, Reikiavik- es un ejemplo contempor¨¢neo de lo mismo. Hace cinco a?os, cuando estudiaba en Stuttgart, se qued¨® embarazada de un alem¨¢n. Durante el embarazo rompi¨® con ¨¦l y volvi¨® a juntarse con un viejo amor, un prol¨ªfico escritor y pintor island¨¦s llamado Hallgrimur Helgason. Los dos volvieron a Islandia a vivir juntos con el reci¨¦n nacido y posteriormente tuvieron una hija en com¨²n. Hallgrimur adora a los dos ni?os, pero Oddny cree importante que su hijo mayor conserve una relaci¨®n estrecha con su padre biol¨®gico. As¨ª que, de forma habitual, el alem¨¢n va a Islandia y se aloja en casa de Oddny y Hallgrimur una o dos semanas.
"Las familias hechas de retazos son una tradici¨®n aqu¨ª", explica Oddny, que no ha ido a trabajar y est¨¢ en casa esta ma?ana de jueves para cuidar de su hija peque?a, a la que le duele el o¨ªdo. "Es normal que las mujeres tengan hijos con m¨¢s de un hombre. Pero todos son familia". El caso de Oddny no es nada at¨ªpico. Cuando llega el cumplea?os de un ni?o no s¨®lo acuden a la fiesta las distintas parejas de padres, sino tambi¨¦n todos los abuelos, y flotas enteras de t¨ªos y t¨ªas.
Islandia, situada en medio del Atl¨¢ntico norte y con Groenlandia como vecino m¨¢s pr¨®ximo, estaba demasiado lejos para que nadie llegara hasta all¨ª aparte de los m¨¢s obstinados misioneros cristianos medievales. Es un pa¨ªs en gran parte pagano, como les gusta decir a los nativos, sin la carga de los tab¨²es que tanta inquietud generan en otros lugares. Eso significa que son personas pr¨¢cticas y que van al grano. Y eso significa, a su vez, montones de divorcios. "No es algo de lo que estar orgullosos", dice Oddny, con una sonrisa, "pero el caso es que los islandeses no se aferran a relaciones que van mal. Se van". Y el motivo por el que pueden hacerlo es que la sociedad, empezando por los padres, no les estigmatiza. El incentivo de "permanecer juntos por los ni?os" no existe. Los ni?os van a estar estupendamente porque toda la familia se unir¨¢ a su alrededor, y lo m¨¢s probable es que los padres sigan teniendo una relaci¨®n civilizada, basada en la decisi¨®n, normalmente autom¨¢tica, de que la custodia de los hijos va a ser compartida.
La comodidad de saber que, pase lo que pase, el futuro de los hijos est¨¢ asegurado explica tambi¨¦n por qu¨¦ las mujeres islandesas, pese a ser tan modernas (Islandia eligi¨® a la primera mujer presidenta del mundo, una madre soltera, hace 28 a?os), persisten en la vieja costumbre de tener hijos cuando son muy j¨®venes. "No estoy hablando de embarazos no deseados de adolescentes, que quede claro", dice Oddny, "sino de mujeres de 21 o 22 a?os que desean tener hijos, muchas veces cuando todav¨ªa est¨¢n en la universidad". En una universidad espa?ola, una alumna embarazada es poco frecuente; en Islandia, incluso en la Universidad de Reikiavik, que est¨¢ orientada hacia el mundo de la empresa, no s¨®lo es habitual ver en la cafeter¨ªa a chicas embarazadas, sino a otras amamantando. "Prolongas los estudios un a?o, vale, ?y qu¨¦ m¨¢s da?", dice Oddny. "Nadie piensa, por tener un hijo a los 22: ?Dios m¨ªo, se me ha acabado la vida! Se considera una estupidez esperar hasta los 38. Nos parece muy saludable tener muchos ni?os. Todos los beb¨¦s son bienvenidos".
Sobre todo porque, cuando una persona est¨¢ trabajando, el Estado le da nueve meses de permiso por hijos remunerado, que pueden repartirse entre el padre y la madre como les parezca. "Eso quiere decir que los empresarios saben que un empleado var¨®n tiene tantas probabilidades como una empleada mujer de acogerse a una baja para cuidar del ni?o", explica Svafa (se pronuncia Suava) Gronfeldt, rectora de la Universidad de Reikiavik y antes alta ejecutiva. "El permiso de paternidad marc¨® el punto de inflexi¨®n para la igualdad de la mujer en este pa¨ªs".
Svafa ha aprovechado la oportunidad plenamente. Con su primer hijo utiliz¨® ella la mayor parte del permiso, y con el segundo fue su marido. "Yo estaba en un trabajo con el que ten¨ªa que viajar 300 d¨ªas al a?o", explica. Tuvo dudas, pero quedaron paliadas, en parte, con la seguridad de que su marido estaba en casa, y en parte, con la maravillosa educaci¨®n p¨²blica que ofrece Islandia, y que empieza por las guarder¨ªas de jornada completa, hasta tal punto que las escuelas privadas son pr¨¢cticamente inexistentes. "El 99% de los ni?os, tanto si sus padres son fontaneros como multimillonarios, acuden al sistema estatal", dice Svafa.
El puesto de los 300 d¨ªas era el de viceconsejera delegada responsable de fusiones y adquisiciones en una empresa de gen¨¦ricos farmac¨¦uticos llamada Activis, en la que trabaj¨® seis a?os. Durante ese periodo, la compa?¨ªa pas¨® de ser un pez diminuto a la tercera de su categor¨ªa, y compr¨® 23 empresas extranjeras, incluido un gigante de Nueva Jersey por 500 millones de d¨®lares en 2005. Svafa no s¨®lo hace propaganda de su antigua firma -que dej¨® cuando ya no se sinti¨® capaz de soportar el sentimiento de culpa por sus ausencias maternales-, sino que enumera varias de las mayores proezas empresariales que ha logrado su pa¨ªs en los ¨²ltimos 10 a?os, un periodo de expansi¨®n en una econom¨ªa tradicionalmente basada en la pesca. No s¨®lo hay ya bancos islandeses en activo en 20 pa¨ªses; no s¨®lo la empresa Decode, con sede en Reikiavik, es l¨ªder mundial en la investigaci¨®n biotecnol¨®gica del genoma; no s¨®lo las firmas islandesas est¨¢n devorando empresas alimentarias y de telecomunicaciones en el Reino Unido, Escandinavia y el este de Europa, sino que Islandia es el l¨ªder mundial en fabricaci¨®n de pr¨®tesis. "?Ese atleta surafricano que ha perdido las dos piernas, pero que corre a velocidades ol¨ªmpicas? Sus piernas artificiales se construyeron aqu¨ª", afirma.
Svafa es una mujer vivaracha con el pelo corto y una mente aguda y llena de humor. Y su despacho es como ella. Espacioso, minimalista (tanto que no tiene ni siquiera una mesa) y moderno, con la limpieza del estilo n¨®rdico; parece m¨¢s bien un sal¨®n, y tiene unas vistas de morirse. Desde una ventana se ven los tejados rojos y verdes, como de Monopoly, de Reikiavik, hasta el puerto pesquero y el mar de color azul oscuro; la otra da a una cadena de monta?as bajas y cubiertas de nieve. Es un paisaje bell¨ªsimo, pero muy duro para vivir, sobre todo en los mil a?os que Islandia estuvo habitada antes de que llegaran la electricidad y el motor de combustible. "No s¨®lo hay que ser duro, sino imaginativo, para sobrevivir aqu¨ª", dice Svafa. "Si uno no usa la imaginaci¨®n est¨¢ acabado; si se queda quieto, se muere".
Como demostraron los vikingos, parte de esa imaginaci¨®n consiste en salir al mundo. Es lo que hizo Svafa (hizo su doctorado en la London School of Economics, vivi¨® en Estados Unidos y, en total, pas¨® 10 a?os en el extranjero) y lo que hacen pr¨¢cticamente todos los islandeses. Son muy pocos los que no hablan un ingl¨¦s excelente, y muchos hablan bastante bien espa?ol. Pero ahora que Islandia es un pa¨ªs pr¨®spero ha empezado a invitar al mundo a venir aqu¨ª. La Universidad de Reikiavik tiene profesores de 23 pa¨ªses, y la idea, despu¨¦s del traslado previsto para dentro de dos a?os a un campus que Svafa describe como de la era espacial, de ampliar la presencia extranjera tanto en el profesorado como de alumnos, y convertir la universidad en un centro mundial de educaci¨®n empresarial. La Universidad de Reikiavik (una de las ocho universidades, cada vez m¨¢s grandes, que existen en un pa¨ªs con una poblaci¨®n como la de Vigo) es completamente biling¨¹e. "Pueden venir estudiantes que s¨®lo hablen ingl¨¦s y hacer aqu¨ª sus estudios de posgrado". ?A nadie le preocupa que se pierda la lengua islandesa, que, al fin y al cabo, habla tan poca gente? "En absoluto", declara Svafa. "Nuestra lengua est¨¢ a salvo". Islandia no ha ca¨ªdo en las neurosis nacionalistas de otros pa¨ªses peque?os (aunque no hay pr¨¢cticamente ninguno m¨¢s peque?o que Islandia), y su obsesi¨®n es unirse al mundo, no tenerle miedo. "Lo que nos interesa es la adquisici¨®n de cerebros, en vez de la fuga de cerebros. Queremos hacer lo que los estadounidenses han sabido hacer tan bien, y, en nuestro caso concreto, crear un campus de ¨¦lite en Europa que atraiga a los mejores de todo el mundo".
Los islandeses saben identificar lo mejor e incorporarlo a su sociedad. Hablo de ello con el primer ministro, Geir Haarde, al que conoc¨ª durante un acto oficial celebrado en unos c¨¢lidos ba?os p¨²blicos, un lugar de reuni¨®n frecuente entre los islandeses, como los pubs para los brit¨¢nicos. Tan afable como todas las dem¨¢s personas que he encontrado, y sin nada remotamente parecido a un guardaespaldas (no hay pr¨¢cticamente delitos en Islandia), acepta sentarse y responder a unas preguntas sobre la marcha. "Creo que hemos combinado lo mejor de Europa y lo mejor de Estados Unidos, el sistema de bienestar n¨®rdico con el esp¨ªritu empresarial norteamericano", explica, y subraya que Islandia, a diferencia de los dem¨¢s pa¨ªses n¨®rdicos, tiene unos impuestos, tanto personales como de sociedades, excepcionalmente bajos. "Ello ha hecho que las empresas islandesas se queden aqu¨ª y que otras extranjeras vengan a establecerse, pero tambi¨¦n que hayamos aumentado en un 20% nuestra recaudaci¨®n por impuestos gracias a una mayor facturaci¨®n". Y al mismo tiempo ofrecen, adem¨¢s de una educaci¨®n gratuita de primera categor¨ªa, una sanidad de primera categor¨ªa, hasta el punto de que la medicina privada en Islandia se reduce sobre todo a servicios de lujo como la cirug¨ªa est¨¦tica.
Dagur Eggertson, hasta hace poco alcalde de Reikiavik y con todas las posibilidades de ser futuro primer ministro de Islandia, destaca que lo que ha ocurrido en su pa¨ªs desaf¨ªa la l¨®gica econ¨®mica. "En los ochenta y noventa, los te¨®ricos de derechas en Estados Unidos y el Reino Unido dec¨ªan que el sistema escandinavo era impracticable, que la alta fiscalidad y la alta inversi¨®n del Estado en los servicios p¨²blicos acabar¨ªan matando a la empresa", dice Dagur, un hombre de 35 a?os y aspecto juvenil que, como la mayor¨ªa de los islandeses, es trabajador y polifac¨¦tico: adem¨¢s de pol¨ªtico es m¨¦dico. "Sin embargo, aqu¨ª estamos, en 2008", contin¨²a, "y si se fija en los datos econ¨®micos, ver¨¢ que, en estos ¨²ltimos 12 a?os, los pa¨ªses escandinavos y nosotros hemos avanzado much¨ªsimo. Algunos lo llaman econom¨ªa del abejorro: desde el punto de vista cient¨ªfico, aerodin¨¢mico, uno no puede figurarse c¨®mo vuela, pero el caso es que lo hace, y muy bien".
El ¨¦xito especialmente espectacular de Islandia procede de esa capacidad de trabajo de la que Dagur es un ejemplo, adem¨¢s de la necesidad de ser creativos de la que hablaba Svafa, m¨¢s una fe t¨ªpicamente estadounidense en que las grandes ideas se pueden hacer realidad. "Muchos de nosotros hemos vivido y estudiado en Estados Unidos", dice Geir Haarde, "y lo que hemos aprendido de ellos, adem¨¢s de descubrir que lo compartimos de forma natural, es esa actitud de que todo es posible, de que si trabajamos duro es posible hacer cualquier cosa". Svafa parece ser la encarnaci¨®n de lo que describe Haarde. Le encanta la civilizada generosidad del Estado island¨¦s, pero trabaja para alcanzar sus objetivos con un optimismo incansable.
Un esp¨ªritu similar es el motivo del ¨¦xito de Reykjavik Energy, la compa?¨ªa que suministra a los islandeses la mayor parte de su agua caliente y su electricidad. Con una atenci¨®n a la salud ambiental nada estadounidense, la empresa ha mostrado un ingenio y un esp¨ªritu innovador que le han llevado a excavar conductos en las profundidades de la tierra helada para extraer no petr¨®leo, sino agua, que a un kil¨®metro bajo la superficie alcanza temperaturas de 200 grados cent¨ªgrados. En 1940, el 85% de la energ¨ªa de Islandia proced¨ªa del carb¨®n y el petr¨®leo; hoy, el 85% procede del agua volc¨¢nica subterr¨¢nea, que despu¨¦s de pasar por enormes turbinas en plantas de alta tecnolog¨ªa y limpieza impecable, abastece la mitad de las necesidades de electricidad del pa¨ªs a un precio que es dos tercios la media europea. Islandia tiene en la actualidad el mayor sistema de calefacci¨®n geot¨¦rmica del mundo, y otros pa¨ªses est¨¢n interes¨¢ndose. Los primeros ministros de China e India han visitado Islandia en a?os recientes para ver qu¨¦ pueden aprender sobre energ¨ªas limpias, baratas y renovables, y Reykjavik Energy est¨¢ participando en proyectos conjuntos para reproducir el modelo island¨¦s en lugares tan remotos como Yibuti, El Salvador e Indonesia, adem¨¢s de China.
El ¨¦xito de Reykjavik Energy es una met¨¢fora del ¨¦xito general de Islandia: dominar la dura naturaleza, y transformarla, mediante la imaginaci¨®n y el esfuerzo, en una energ¨ªa rica y fruct¨ªfera. Los artistas han hecho algo muy parecido. El pa¨ªs est¨¢ lleno de escritores, pintores, cineastas y -como Oddny- m¨²sicos notables. Islandia tiene a la famosa Bj?rk, la respuesta cool a Madonna, pero tambi¨¦n una orquesta sinf¨®nica nacional que toca en los mejores locales del mundo, y posee su propia compa?¨ªa de ¨®pera (cuando estuve all¨ª se representaba La Traviata en la ?pera de Reikiavik totalmente a cargo de islandeses). Baltsar Kormakur, un antiguo gal¨¢n de culebrones televisivos, es un importante director de cine local cuyas pel¨ªculas se han exhibido en 80 pa¨ªses, al que la revista Variety incluy¨® en 2001 entre los 10 "nuevos talentos m¨¢s prometedores" del mundo y que est¨¢ a punto de rodar su primera pel¨ªcula en Hollywood este a?o. Adem¨¢s ha dirigido ya una obra en el Barbican de Londres, donde pronto repetir¨¢ con un montaje de Otelo, de Shakespeare. En cuanto a escritores, la mitad de la poblaci¨®n parece haber escrito un libro, como si les inspirase el mayor legado cultural que ha dado Islandia hasta ahora, las sagas vikingas del siglo XIII, que Jorge Luis Borges calific¨® como las primeras novelas, 400 a?os antes de Cervantes. Como consecuencia, una cosa que los islandeses siempre han podido hacer y muchos en otros pa¨ªses no, ya en el siglo XIX, era leer, una tradici¨®n que se mantiene de forma voraz, como demuestra la abundancia de librer¨ªas en Reikiavik. La pintura como modalidad art¨ªstica no existi¨® en Islandia hasta hace cien a?os, pero hoy son muchos los que se dedican a ella como aficionados, y al menos cien islandeses viven de su arte.
Haraldur Jonsson, que estudi¨® en Par¨ªs (todos han estudiado fuera), cuyo padre fue el campe¨®n de los polifac¨¦ticos (era arquitecto y dentista), y que, como todos los dem¨¢s, habla ingl¨¦s mejor que la mayor¨ªa de los ingleses, es pintor abstracto, escultor y artista de video-performance, y describe su labor como la tarea de "hacer que el mundo invisible sea visible", transformar las emociones en cosas que puedan verse y tocarse. La gente responde. Ha hecho exposiciones en Londres, Barcelona, Berl¨ªn, Amsterdam, Budapest, Los ?ngeles, Chicago, Melbourne, Winnipeg, Vilna, Graz?, en todas partes.
?Por qu¨¦ hay tal abundancia de artistas en Islandia? ?Qu¨¦ les impulsa? "Lo hacemos para no volvernos locos", responde Haraldur, que es alto, nervioso, delgado y divertido, y que tiene unos ojos con la energ¨ªa concentrada de un rayo l¨¢ser. ?Para no volverse locos? "S¨ª", sonr¨ªe, "para mantener alejada a la fiera". ?La fiera? "La fiera es Islandia, esta isla en la que vivimos, con su naturaleza aterradora y su tiempo dif¨ªcil y siempre cambiante. Es el mundo de las pesadillas de Goya: bello, pero grotesco. ?sa es la fiera taciturna de Islandia. Vivimos con una fiera invisible. Es la isla, y no podemos escapar de ella. As¨ª que encontramos formas de vivir con ella, de domarla. Yo lo hago mediante mi arte", dice Haraldur, cuyos intentos de apaciguar al monstruo incluyen tambi¨¦n los tres libros que ha escrito. "No hay animales ni ¨¢rboles. Tenemos que tener una vida interna muy rica para llenar los espacios vac¨ªos, para llenar el silencio con nuestro propio ruido".
Existe otra fiera con la que Islandia est¨¢ en deuda: la II Guerra Mundial. Los islandeses deben de ser el ¨²nico pueblo en el mundo al que Adolf Hitler dej¨® un legado de valor. Antes de la guerra, Islandia era el pa¨ªs m¨¢s pobre de Europa. De pronto, en 1939 se convirti¨® en un lugar estrat¨¦gico de inmenso valor. Los brit¨¢nicos y los alemanes compitieron por ¨¦l, y los brit¨¢nicos llegaron primero. Establecieron una base militar en una manga de tierra cerca de la costa de Reikiavik. "De pronto empez¨® a haber una abundancia de trabajos que, por primera vez en la historia, no ten¨ªan relaci¨®n con la pesca ni la agricultura", recuerda Asvaldur Andresson. "Antes de la guerra casi no ten¨ªamos carreteras, y las que hab¨ªa ten¨ªamos que construirlas con pico y pala. Llegaron los brit¨¢nicos y los estadounidenses, y empezaron a aparecer tractores oruga, y carreteras de asfalto, y herramientas maravillosas para trabajar".
Asvaldur, que naci¨® en 1928 en un pueblo pesquero situado en el ind¨®mito extremo oriental de la isla, llamado Seydisfjordur, emigr¨® al oeste, a Reikiavik, al acabar la guerra, y encontr¨® trabajo como conductor de autob¨²s en la base de Estados Unidos. Despu¨¦s, tras largas horas de estudiar por las noches, pas¨® la mayor parte de su vida como restaurador de coches machacados. Su vida siempre fue dura, pero sobre todo cuando era ni?o e Islandia constitu¨ªa la peor de las mezclas posibles, un pa¨ªs del Tercer Mundo con un clima brutalmente fr¨ªo. A los 12 a?os dej¨® el colegio y se fue a trabajar en un barco de pesca; es dif¨ªcil imaginar un trabajo m¨¢s duro en ning¨²n lugar, con las tormentas heladas que se encuentran en el borde meridional del c¨ªrculo ¨¢rtico. Su hermana muri¨® de tos ferina cuando ten¨ªa tres a?os, y su padre muri¨® cuando ¨¦l ten¨ªa 16 a?os y estaba en el mar, lo cual significa que, cuando se enter¨®, ya estaba enterrado. Ha trabajado jornadas de 16 horas toda su vida para alimentar decentemente a su familia, e incluso se construy¨® su propia casa de dos pisos; la empez¨® en 1958 y la termin¨® en 1966. Hoy tiene todo su tiempo ocupado con el cuidado de su mujer inv¨¢lida. Lo bueno es que recibe dinero del Estado a cambio, y ¨¦sa es una buena raz¨®n -apoyada en la cultura de la cohesi¨®n familiar- por la que la mayor¨ªa de la gente mayor en Islandia no vive en residencias, sino en casa. "Repaso mi vida y veo lo que ha cambiado este pa¨ªs, y casi no puedo creerlo", dice Haraldur, que me acoge en su casa y hace unas tortitas extraordinarias para m¨ª y para su esposa, que est¨¢ en una silla de ruedas.
Lo m¨¢s interesante es lo que ha sido de tres de sus nietas, todas ya adultas. Una hace documentales en Par¨ªs; otra es un genio de la biotecnolog¨ªa que ayuda a cirujanos en un hospital de Reikiavik; la mayor, de 26 a?os, posee un permiso para volar obtenido en Estados Unidos y est¨¢ entren¨¢ndose para ser piloto de Ryanair. Con lo pronto que se reproducen las mujeres islandesas, Asvaldur y su esposa tienen ya cinco bisnietos.
No hay duda de que recibir¨¢n enorme amor y atenci¨®n de su familia ampliada, as¨ª como la mejor educaci¨®n, sobre todo si alguno de ellos va a una escuela que visit¨¦ en Reikiavik, H¨¢teigssk¨®l. El director -un hombre discreto, pero apasionado, llamado Asgeir Beinteinsson- me ense?¨® su establecimiento con orgullo. Los ni?os tienen entre 6 y 16 a?os, y todas las aulas, que visitamos por sorpresa, eran una imagen de laboriosidad controlada y alegre. Adem¨¢s de la amplia variedad de asignaturas obligatorias para todos, desde cocina hasta carpinter¨ªa, pasando por las tradicionales, lo que m¨¢s me sorprendi¨® fue la forma tan imaginativa de ense?ar y la estrecha relaci¨®n de los profesores con los padres. Un m¨¦todo que se utiliza con los m¨¢s peque?os es explicar la historia y la ciencia a trav¨¦s del teatro. Por ejemplo, para aprender la historia de los primeros colonos que salieron de Noruega en 847, los ni?os representan los papeles de esos colonos y luego tratan de imaginar c¨®mo pudieron navegar hasta Islandia gui¨¢ndose por el sol y las estrellas y c¨®mo lograron sobrevivir al llegar a las ¨¢ridas rocas de la isla. Tambi¨¦n se utiliza el teatro en las clases de biolog¨ªa, en las que los ni?os hacen de coraz¨®n, pulmones, ri?ones y corp¨²sculos sangu¨ªneos.
En cuanto a los padres, hay un miembro del claustro cuya funci¨®n es recopilar los datos detallados de los ejercicios de valoraci¨®n internos que se hacen para garantizar que el colegio mantiene un buen nivel. Despu¨¦s de consultas con los alumnos, profesores y padres, se eval¨²a el progreso en todos los aspectos, desde la calidad de la ense?anza de las matem¨¢ticas hasta la opini¨®n de los alumnos sobre los edificios en los que est¨¢ el colegio. Toda esa informaci¨®n est¨¢ siempre a disposici¨®n de los padres en Internet.
"La filosof¨ªa en la que se basa todo lo que hacemos", dice Asgeir, "es que debemos estimular a los ni?os con unos fundamentos educativos amplios, ense?arles en un ambiente c¨¢lido y creativo en el que se respeta a todo el mundo por igual. Todos son iguales". Detr¨¢s de estos vagos buenos sentimientos hay mucha reflexi¨®n, que queda patente en la costumbre completamente islandesa de Asgeir y su claustro de profesores de viajar al extranjero en busca de ideas e inspiraci¨®n. Dos profesores a los que conoc¨ª acababan de regresar de Inglaterra, donde hab¨ªan visitado un distrito escolar de Birmingham famoso por tener un nivel escolar especialmente bueno. El propio Asgeir ha estado en Dinamarca, Escocia, Estados Unidos y Singapur, y la semana que le conoc¨ª se iba a Nueva Orleans. En general, todos los profesores tienen la oportunidad de tomarse un a?o sab¨¢tico, completamente remunerado, para estudiar un tema de su elecci¨®n.
Si el abejorro vuela, si Islandia es el mejor lugar del mundo para vivir y uno de los m¨¢s ricos, es por c¨®mo los Gobiernos han a?adido pol¨ªticas progresistas y sensatas, como la educativa, a la materia prima humana de la isla, fuerte, pragm¨¢tica e imaginativa. "Como m¨¦dico y como pol¨ªtico, creo que existe una relaci¨®n ¨ªntima entre la salud del pa¨ªs y la calidad de las decisiones pol¨ªticas que se toman", dice Dagur, ex alcalde de Reikiavik. "Hace cien a?os ¨¦ramos uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres, pero todos sab¨ªamos leer y ten¨ªamos unas mujeres fuertes. A partir de ah¨ª, hemos elaborado pol¨ªticas s¨®lidas. Lo que quiero decir es que, para la salud de un pa¨ªs, m¨¢s importantes que no fumar son los fen¨®menos sociales en los que aqu¨ª hacemos hincapi¨¦: igualdad, paz, democracia, agua limpia, educaci¨®n, energ¨ªa renovable y derechos de la mujer".
Dagur, como todos los dem¨¢s que me han hablado de Islandia con orgullo, se muestra seguro, pero no autocomplaciente; satisfecho de s¨ª mismo, pero ambicioso y abierto al mundo. Esto ¨²ltimo puede observarse en el colegio de Asgeir, donde encontr¨¦ ni?os de China, Vietnam, Colombia e incluso Guinea Ecuatorial.
Cuando hablaba con Svafa sobre las mejores influencias del resto del mundo que Islandia ha sabido adoptar tan bien, o que simplemente est¨¢n all¨ª, mencionamos, igual que el primer ministro, la humanidad de Escandinavia y el empuje de Estados Unidos. Tambi¨¦n hablamos de c¨®mo los islandeses -que hoy d¨ªa cuentan con excelentes restaurantes y cuya energ¨ªa para trasnochar debe de proceder del ADN vikingo- parecen tener mucho del savoir-vivre del sur de Europa. Entonces le dije que ve¨ªa en Islandia una cualidad africana de la que el resto de Europa carece. Son las estructuras familiares "a retazos" de las que me hablaba Oddny. La sensaci¨®n de que, independientemente de que el padre viva en el mismo hogar o la madre est¨¦ fuera trabajando, los ni?os pertenecen y se consideran pertenecientes a la familia en sentido amplio, la aldea. A Svafa le gust¨® la idea. "?S¨ª!", respondi¨® la ejecutiva. "?Tambi¨¦n somos africanos!".
En parte a fuerza de viajes, en parte por accidente, estamos de acuerdo los dos en que Islandia es un crisol de culturas que ha logrado combinar las mejores cualidades de la humanidad, y que ofrece una lecci¨®n al resto del mundo sobre c¨®mo vivir con prudencia y alegr¨ªa; libres de hipocres¨ªas, prejuicios y tab¨²es. En la superficie, Islandia no puede parecerse menos a ?frica, no puede estar m¨¢s lejos del pa¨ªs que ocupa el ¨²ltimo lugar en el ¨ªndice de desarrollo humano del PNUD, Sierra Leona; sin embargo, han tenido la sabidur¨ªa de adoptar, o reproducir por casualidad, lo mejor de lo que tienen ellos tambi¨¦n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.