Cobaya en ?frica, humano en Europa
Algunas investigaciones de f¨¢rmacos se hacen en pa¨ªses pobres con menores medidas de seguridad - Los pa¨ªses ricos crean registros que evitan que un voluntario se exponga demasiado
La salud se valora cuando se esfuma y los medicamentos cuando no se tienen. Pero los f¨¢rmacos no siempre estuvieron ah¨ª, al alcance de los enfermos. Antes de la penicilina (1928), la neumon¨ªa mataba en pocos d¨ªas. Hasta hace un siglo apenas hab¨ªa productos eficaces para curar o aliviar patolog¨ªas. La relaci¨®n entre infecci¨®n y muerte fue estrecha hasta que la revoluci¨®n de los medicamentos hizo el milagro. Y detr¨¢s de los milagros casi siempre hay una complej¨ªsima tramoya. Un laboratorio ha debido invertir millones en investigar su eficacia y su seguridad antes de sacarlo al mercado, algo que en Espa?a consume entre 10 y 12 a?os. Y muchas personas, enfermas o sanas, han prestado su propio organismo para experimentar los efectos del f¨¢rmaco cuando a¨²n es una inc¨®gnita y un riesgo. Sin voluntarios que se expongan nadie se beneficiar¨ªa de la revoluci¨®n de las medicinas.
24 enfermos de pancreatitis han muerto en unos ensayos en Holanda
Nigeria exige 4.486 millones de euros a Pzifer por una prueba en ni?os
?Por qu¨¦ alguien presta algo tan ¨²nico, como su cuerpo, para un experimento? En la mayor¨ªa de las ocasiones por conciencia de enfermo: el 86% de los participantes en ensayos en 2007 en Espa?a lo eran. "Las razones son simples. Una vez que has asumido que tienes una enfermedad sabes que alguien tiene que dar la cara por otra gente". Con una hepatitis C diagnosticada desde hace dos a?os y medio, J. L. R., de 52 a?os, se ofrece para ensayar una vacuna que pueda evitar en el futuro que otros contraigan la enfermedad desde la base de datos abierta en Internet por la empresa Volterys, creada en B¨¦lgica en 2006 para poner en contacto investigadores y voluntarios. En Espa?a apenas ha arrancado, pero Laurent Hermoye, su fundador, asegura que cuentan con 20.000 voluntarios en B¨¦lgica, Alemania y Francia y que una treintena de proyectos han reclutado personas en su web.
La generosidad no es el ¨²nico motor. "El principal motivo por el que los sujetos sanos participan en los ensayos cl¨ªnicos es la compensaci¨®n econ¨®mica, aunque existen otros como el inter¨¦s cient¨ªfico, la curiosidad, la b¨²squeda de nuevas experiencias, el altruismo o para ayudar al equipo investigador", sostiene Francisco Abad, del servicio de Farmacolog¨ªa Cl¨ªnica del hospital universitario de la Princesa, en Madrid. Abad defiende una aportaci¨®n econ¨®mica tasada con sutileza: suficiente para compensar las molestias sin inducir al voluntario a participar en contra de su propio inter¨¦s. "En Espa?a son compensaciones apropiadas, conozco bastantes personas que les gustar¨ªa participar en ensayos pero no lo hacen cuando es necesario hacer varias extracciones de sangre. Si el pago fuese excesivo, participar¨ªan incluso aquellos sujetos a los que no les gusta que les pinchen".
?Cu¨¢nto es apropiado sin ser excesivo? A los investigadores les desagrada referirse al dinero, como si ensuciase de alg¨²n modo el meritorio af¨¢n de la ciencia. Pero sirva como referente el dato aportado por Juan Ram¨®n Castillo, responsable de la unidad de ensayos cl¨ªnicos del hospital Virgen del Roc¨ªo, en Sevilla: una persona sana que participe en una prueba que le obligue a ingresar dos d¨ªas puede percibir entre 300 y 400 euros. A partir de ah¨ª, seg¨²n las molestias y la duraci¨®n del proyecto, se incrementa la cantidad.
Algunos pa¨ªses europeos han tomado medidas para evitar la profesionalizaci¨®n del voluntario, pero en Espa?a es un riesgo m¨ªnimo en opini¨®n de la directora de la Agencia Espa?ola del Medicamento, Cristina Avenda?o: "Nuestras unidades han surgido al amparo de hospitales universitarios y facultades de medicina, eso hace que los voluntarios acostumbren a ser estudiantes o de su entorno".
En Espa?a hay 19 unidades para realizar ensayos cl¨ªnicos en fase I, los ¨²nicos en los que participan personas sanas y que son la primera prueba en humanos del f¨¢rmaco. Casi todas est¨¢n ligadas a instituciones. Una singularidad. "Hace que primen otros aspectos sobre el econ¨®mico", precisa Juan Ram¨®n Castillo, que dirige desde 2005 una de las unidades m¨¢s j¨®venes de la red espa?ola. Captan a sus voluntarios con anuncios en las facultades con m¨¢s perfil cient¨ªfico (Medicina, Biolog¨ªa, Farmacia) para nutrir un banco de candidatos al que recurrir cuando se necesita para alguna prueba.
Catalu?a, que participa en cerca del 70% de los ensayos cl¨ªnicos autorizados en Espa?a (datos de 2006), ha puesto en marcha un registro de voluntarios sanos para evitar que se sometan de forma reiterada a experimentos, algo que puede da?ar su propia salud y tambi¨¦n la investigaci¨®n por la interacci¨®n entre distintos productos. Hasta mediados de marzo se hab¨ªan registrado 162. Gracias a este inventario se han apeado de investigaciones tres personas que no hab¨ªan respetado el trimestre de descanso exigido entre un ensayo y otro.
Experimentar en personas sanas, como ocurre en la primera fase de los ensayos, es imprescindible para demostrar la seguridad del compuesto y establecer la dosis m¨¢xima que tolera un organismo humano. Las pruebas previas obtenidas en animales son una referencia, pero no son extrapolables a los humanos. En Espa?a, la reciente legislaci¨®n de 2004 que se adapta a una directiva de la Uni¨®n Europea, da garant¨ªas "m¨¢s que suficientes para proteger a los voluntarios tanto desde el punto de vista ¨¦tico como de seguridad", sostiene Cristina Avenda?o. "Nuestros requisitos para autorizar son de los m¨¢s elevados", agrega.
Los ensayos pasan ex¨¢menes ¨¦ticos y t¨¦cnicos antes de recibir luz verde. La primera criba la realiza el propio comit¨¦ ¨¦tico del hospital. La Agencia Espa?ola del Medicamento da la autorizaci¨®n definitiva para que arranque la investigaci¨®n. "La piedra angular del marco legal sobre ensayos cl¨ªnicos es que los principios, la seguridad y el bienestar de los voluntarios deben prevalecer sobre los intereses de la ciencia y la sociedad", esgrime un portavoz de la Agencia Europea de Evaluaci¨®n del Medicamento (EMEA). La supervisi¨®n ¨¦tica es ahora vital.
Lo es desde 1947, cuando surgi¨® el C¨®digo de Nuremberg, el primer protocolo que fij¨® normas ¨¦ticas para investigar en personas en respuesta a las aberraciones cometidas durante la II Guerra Mundial por los cient¨ªficos alemanes. Esta malla garantista se reforz¨® con la Declaraci¨®n de Helsinki (1964), que establece la creaci¨®n de organismos de control, y con el informe Belmont (1978), que fij¨® tres principios b¨¢sicos: el respeto a las personas, la beneficencia y no maleficencia (no da?ar a unos para beneficiar a otros) y la justicia para que los avances de la investigaci¨®n ayuden a todos los grupos sociales.
De haberse ajustado a estas directrices jam¨¢s se habr¨ªa cometido algunos horrores en nombre del progreso: en los a?os cuarenta en Alabama (Estados Unidos) fueron reclutados 600 enfermos de s¨ªfilis de raza negra para estudiar la evoluci¨®n de la enfermedad, se les controlaba de forma regular sin suministrarles tratamiento alguno (ya se hab¨ªa descubierto la penicilina) y, al fallecer, se les realiz¨® la autopsia.
La Uni¨®n Europea parece blindada legalmente, aunque no exenta de accidentes y fallos. En Holanda, fallecieron 24 enfermos de pancreatitis aguda que participaban en un ensayo. En Londres, seis voluntarios sanos estuvieron entre la vida y la muerte al probar un f¨¢rmaco biol¨®gico en el centro de ensayos de la compa?¨ªa Parexel en 2006. Este ¨²ltimo caso aviv¨® las cr¨ªticas y motiv¨® que la Agencia Europea de Evaluaci¨®n del Medicamento difundiese propuestas para reforzar la seguridad cuando se ensayen productos biol¨®gicos.
Pero, ?est¨¢n igual de protegidos el bienestar, la seguridad y los derechos de los voluntarios de pa¨ªses pobres? De ser ciertas las acusaciones del Gobierno de Nigeria contra la multinacional Pzifer, se dir¨ªa que no. Las autoridades federales nigerianas reclaman a la compa?¨ªa 7.000 millones de d¨®lares (4.486 millones de euros) para indemnizar a las v¨ªctimas de un ensayo realizado en 1996 durante una epidemia de meningitis. Seg¨²n el Gobierno, se experiment¨® en 200 ni?os enfermos el antibi¨®tico Trovan (trovafloxacino) sin contar con el consentimiento informado de las familias. Once menores murieron y muchos otros sufrieron malformaciones, par¨¢lisis cerebral, sordera y ceguera. Pzifer siempre defendi¨® que hab¨ªa actuado con profesionalidad y ¨¦tica, pero ser¨¢ la Corte Suprema Federal de Nigeria la que dictaminar¨¢ en junio sobre este caso.
El Centro de Investigaciones sobre Empresas Multinacionales, creado en Holanda para investigar las consecuencias de la internacionalizaci¨®n empresarial en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo desde 1973, asegura que los ensayos no ¨¦ticos se dan tanto en pa¨ªses desarrollados como empobrecidos y son protagonizados tanto por empresas locales como grandes corporaciones. "Esto sorprende dado que la mayor¨ªa de las multinacionales tienen claros compromisos p¨²blicos con altos niveles ¨¦ticos en los ensayos cl¨ªnicos", recoge un informe.
P¨²blicamente es as¨ª. Tanto la industria como los organismos que controlan la salida al mercado de medicamentos y muchos investigadores defienden la ¨¦tica como un principio asentado en las investigaciones. "Maliciosamente a veces se acusa a la industria de que es m¨¢s barato hacer un ensayo en Kenia que en Espa?a, igual que es m¨¢s barato comprar zapatos en Kenia que en Espa?a o abrir una f¨¢brica. Y no s¨¦ qu¨¦ de malo tiene si los niveles de buen trato, calidad y buenas pr¨¢cticas son iguales en Kenya que en Espa?a", sostiene Juli¨¢n Zabala, director de Comunicaci¨®n de Farmaindustria. "Creo que la industria no est¨¢ interesada en hacer estudios de investigaci¨®n en los pa¨ªses donde no se respetan las normas de buena pr¨¢ctica cl¨ªnica, porque entonces los resultados no van a ser v¨¢lidos y no le van a servir para nada", opina Francisco Abad.
Si una compa?¨ªa ensaya en ?frica un producto que desea comercializar en Europa, el proceso ser¨¢ supervisado bajo la lupa comunitaria como si se hubiera desarrollado en un pa¨ªs de la UE. Pero, hoy en d¨ªa, no existe un marco internacional que imponga una ¨¦tica en los ensayos en todo el mundo. Existen legislaciones nacionales de laxitud variable y facilidades que abaratan costes. La industria espa?ola, por ejemplo, est¨¢ convirtiendo a Hungr¨ªa y Polonia en dos de sus laboratorios predilectos. "El pastel mundial de I+D es el que es. Y los sitios en los que se puede investigar son muchos. Las compa?¨ªas van a ir donde se sientan mejor tratadas, tengan calidad para investigar y costes m¨¢s baratos", expone Zabala.
Investigar es caro y lento. Por cada mol¨¦cula que llega a una farmacia se han desechado 10.000. La selecci¨®n ha durado unos 11 a?os, cinco de ellos dedicados a estudiar los efectos en humanos. Poner un f¨¢rmaco a la venta cuesta de media unos 570 millones de euros, "m¨¢s costoso que poner el ¨²ltimo Mercedes", compara Zabala. De ah¨ª que la industria busque dar en una diana que sea a la vez terap¨¦utica y comercial. Los laboratorios marcan la investigaci¨®n en medicamentos: promovieron el 85% de los ensayos realizados en 2007 en Espa?a. A ello dedicaron el a?o pasado 792 millones de euros, seg¨²n Farmaindustria, que aglutina a 220 compa?¨ªas y laboratorios.
S¨®lo un raqu¨ªtico 15% de los ensayos fue impulsado por sociedades cient¨ªficas e instituciones, aunque el Instituto de Salud Carlos III ha abierto por vez primera una convocatoria para financiar investigaci¨®n independiente, vitales para encontrar tratamientos de poco inter¨¦s comercial porque afectan a un grupo reducido de poblaci¨®n como son las enfermedades raras.
Sin financiaci¨®n externa, los investigadores independientes est¨¢n maniatados y reciben mucha farfolla. Luis Paz-Ares, jefe de Oncolog¨ªa del hospital Virgen del Roc¨ªo, rechaza el 70% de las investigaciones que le proponen: "El ensayo a veces no analiza novedades terap¨¦uticas sino analog¨ªas con m¨¢s inter¨¦s comercial".
-Un ejemplo.
-El t¨ªpico estudio que tiene poco inter¨¦s es el de Coca-Cola versus Pepsi-Cola.
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