La ¨²ltima cumbre
El presidente Bush y su hom¨®logo, Putin, ratifican que la guerra fr¨ªa ya no volver¨¢
No es probable que se vean de nuevo, al menos en su calidad de jefes de Estado. El presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, y su hom¨®logo norteamericano, George W. Bush, se han entrevistado por 29? vez, en esta ocasi¨®n en Sochi, ciudad balnearia del mar Negro, para acordar que se siga hablando de sus desacuerdos; las diferencias abundan, pero la situaci¨®n no tiene nada de grave. Como establece una declaraci¨®n sobre el Marco Estrat¨¦gico bilateral, que han suscrito ambos l¨ªderes, la guerra fr¨ªa ya nunca m¨¢s volver¨¢.
El contencioso abarca la oposici¨®n rusa a la independencia de Kosovo, reconocida por Estados Unidos y gran parte de Occidente; la actitud m¨¢s contemporizadora de Mosc¨² ante el desarrollo del programa nuclear iran¨ª; la ampliaci¨®n de la OTAN, en especial a Georgia y Ucrania, aunque sin compromiso vinculante alguno, ya encarrilada en la cumbre de la OTAN celebrada la semana pasada en Bucarest, y a la que tambi¨¦n asisti¨® Putin, y con un cariz tanto o m¨¢s amenazador, seg¨²n lo entiende Mosc¨², la futura instalaci¨®n de un escudo de 10 lanzamisiles en Polonia, apuntando a Asia central, que tendr¨ªa que sobrevolar cielo ruso.
Ninguna de esas diferencias se ha resuelto en la cumbre, pero el documento subraya la mutua voluntad de luchar contra el terrorismo; el apoyo norteamericano al ingreso de Rusia en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, y el prop¨®sito de reducir los respectivos arsenales nucleares. Es un mapa intrincado de acuerdos y desacuerdos, que los dos gobernantes legan a sus sucesores -aunque, Putin, tambi¨¦n a s¨ª mismo, ya que ser¨¢ primer ministro del presidente electo Dmitri Medv¨¦dev, que jurar¨¢ el 7 de mayo- para asentar sobre bases firmes la relaci¨®n global entre las dos potencias.
El lenguaje del cuerpo, en la larga rueda de prensa de despedida, denotaba alguna pesadumbre, sobre todo en el caso de Bush, por no haber podido ir m¨¢s lejos en esa v¨ªa testamentaria, a la vista ya del fin de su mandato en enero de 2009, pero nada de la agresividad de Putin en la reuni¨®n de la OTAN en M¨²nich, en febrero de 2007, y ni tan siquiera en Bucarest, la pasada semana, en la que acusaba a Occidente de demonizar a Rusia.
El mundo de George W. Bush y Vlad¨ªmir Putin ya no es ni siquiera el de Ronald Reagan y Mija¨ªl Gorbachov, cuando en los ochenta comenz¨® todo. Y la humanidad debe congratularse de que as¨ª sea.
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