M¨²sica para un aullido
Borja Costa compone un quinteto inspirado en Allen Ginsberg
Si Patti Smith se enterase de que un joven compositor gallego acaba de crear un quinteto basado en cuatro poemas del Aullido de Allen Ginsberg, seguro que lo invitaba a estrenar en Nueva York y se ofrec¨ªa a participar ella misma en el evento. La alusi¨®n a la chamana del rock no es gratuita, ya que Borja Costa, natural de Noia, inici¨® su aprendizaje musical "de manera completamente autodidacta, llevado por mi pasi¨®n a la m¨²sica rock y la guitarra el¨¦ctrica". Pero no acaban ah¨ª las coincidencias. "Mi verdadera inclinaci¨®n era la literatura: quer¨ªa ser poeta, como Ginsberg, cuya obra me marc¨® profundamente. Pero, al mismo tiempo, adoraba la m¨²sica en general, y a Dylan en especial".
"Mi verdadera inclinaci¨®n era la literatura, quer¨ªa ser poeta"
"Si supiera tanto de Mahler como de Dylan ahora ser¨ªa 'honoris causa"
Ginsberg es uno de los padres espirituales de Smith (como lo demuestra su espl¨¦ndida versi¨®n de la Nota a pie de p¨¢gina de Aullido), y Dylan... Dylan es Dios para ella. Como para Costa. "Siempre le digo a mis alumnos que, si supiera tanto de la obra de Mahler como de la de Dylan, ahora ser¨ªa doctor honoris causa por alguna universidad", comenta riendo. Y, en cierta medida, puede decirse que la curiosa trayectoria de este compositor tuvo su etapa beat, pues, al igual que Kerouac, tard¨® un tiempo en adentrarse en el camino.
A los 18 a?os, despu¨¦s de abandonar la carrera de Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, se marcha a Tenerife, donde, seg¨²n ¨¦l, se dedic¨® "b¨¢sicamente a beber". Dos a?os despu¨¦s, regresa a Santiago, decidido a entregarse a la m¨²sica. "Estudi¨¦ en el antiguo conservatorio, pero all¨ª me sent¨ªa fuera de lugar; la docencia era penosa, y la ¨²nica profesora que recuerdo con afecto es Isabel Villoch". Fuera de lugar afirma haberse sentido siempre, aunque, ya en el Conservatorio de Alcal¨¢ de Henares, tuvo "la fortuna de conocer a Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa, uno de los mayores estudiosos e int¨¦rpretes del Bach contrapuntista".
Luego concluye sus estudios de composici¨®n, improvisaci¨®n y guitarra cl¨¢sica, y comienza a dar clases ¨¦l mismo, al tiempo que se lanza a componer obras propias y de encargo. "He compuesto m¨¢s de 50 piezas para cortometrajes, aunque ahora veo que muchas de ellas son desechables".
A sus escasos 27 a?os, Costa ha entrado definitivamente en el mundo del cine, realizando arreglos de orquestaci¨®n para la ¨²ltima pel¨ªcula de Javier Fesser. "La banda sonora es de Mario Gonz¨¢lvez, un compositor de genialidad abrasiva, muy respetado en la profesi¨®n, y del que he aprendido much¨ªsimo", comenta.
El di¨¢logo con este noi¨¦s, por lo que explica y por c¨®mo lo explica, deja traslucir la sensaci¨®n de encontrarse ante un genio en potencia; un compositor rimbaudiano (tambi¨¦n ha compuesto una obra basada en fragmentos de Una temporada en infierno), sinest¨¦sico, que asevera ver y sentir las armon¨ªas como si fueran colores.
Para mayor asombro cuenta, como si nada, la g¨¦nesis de su M¨²sica para un aullido: "Llevaba tiempo con ella en la cabeza, pero sin ocasi¨®n de plasmarla. Hasta que un d¨ªa, en Santiago, me dio por comprar papel pautado, sentarme en un caf¨¦ y escribirla de un tir¨®n". Pero ?por medio de qu¨¦ alquimia pudo este joven escuchar la m¨²sica que, a sus o¨ªdos, reclamaban esos alaridos? Imposible expresarlo. Aunque lo intenta: "Se trata de cuatro piezas para un quinteto... Bueno, o un sexteto, pues es probable que incluya un piano preparado a la manera de John Cage. Cuatro obras para y en funci¨®n del recitado, porque voy a dirigirlas en escena adapt¨¢ndolas al estado de ¨¢nimo que fluya en cada momento. Son, pues, partituras abiertas a la improvisaci¨®n, y, por lo tanto, todos los conciertos ser¨¢n distintos".
Ante la insistencia sobre la dificultad de transmutar ese torrente de palabras y de im¨¢genes en otro de redondas y corcheas, Costa pone un ejemplo: "Uno de los poemas incluidos, el III, lo siento como un blues. Mejor dicho, tiene estructura de vamp, una figura musical reiterativa, muy empleada en el jazz, el gospel o el soul. Bien, pues esa pieza es un vamp, s¨®lo que interpretado por un quinteto de cuerda".
Como Costa vive en Madrid, ignoraba que otro joven talento, Daniel Salgado, acaba de traducir, por vez primera al gallego, el poemario m¨¢s c¨¦lebre de la generaci¨®n beat. "Cu¨¢nto me alegro", exclama, "me encantar¨ªa que esta obra tambi¨¦n se escuchara aqu¨ª, en Galicia, donde, por supuesto, recitar¨ªamos los poemas en nuestra lengua".
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