El 'quej¨ªo'del realismo M¨¢gico
Los dos deb¨ªan de estar muy a gusto aquel invierno del 94, convocados en Sevilla por el ex presidente Felipe Gonz¨¢lez. El olfato m¨¢gico de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez le llev¨® a evadirse de las bondades de la nocturnidad para escuchar a Juan Pe?a, El Lebrijano, cuya voz se romp¨ªa en unos versos del poeta bengal¨ª Rabindranath Tagore. Arrebatado por la escena, el Nobel colombiano trat¨® de resumirla en una frase. Y escribi¨® sobre una cuartilla: "Cuando Lebrijano canta se moja el agua". Todav¨ªa hoy, al contemplar el manuscrito, Juan se pregunta: "Entonces, ?c¨®mo canto yo?".
Al sol no debe quedarle mucho para cobijarse en el Aljarafe sevillano cuando el cantaor comienza a plantearse este tipo de interrogantes. A qui¨¦n se le ocurre haber quedado con un flamenco por la ma?ana. Estaba cantado que este pr¨ªncipe gitano de 66 a?os, rubio y con ojos azules, no se har¨ªa estas preguntas sino despu¨¦s de pasar todo el d¨ªa escuchando los cortes en bruto de su nuevo disco con letras adaptadas de relatos de Garc¨ªa M¨¢rquez, y tras zamparse por la tarde un buen solomillo regado con vino recio, "de ese que quita la anemia".
La cita era un viernes de marzo en Mairena del Aljarafe (Sevilla). El Lebrijano baj¨® con sigilo por las escaleras que conducen al s¨®tano de la casa de su sobrino David Pe?a Dorantes. All¨ª esconde este afamado pianista el peque?o estudio donde ha compuesto junto a su hermano, el guitarrista Pedro Pe?a, toda la m¨²sica del trabajo discogr¨¢fico n¨²mero 35 de Juan, quien apareci¨® enfundado en una gabardina negra m¨¢s propia del detective Philip Marlowe. Tras desabrocharse la pelliza, explic¨® que la hab¨ªa comprado en M¨¦xico durante un viaje organizado por la Consejer¨ªa de Cultura de la Junta de Andaluc¨ªa para reencontrarse en la pasada Feria del Libro de Guadalajara con el hombre que un d¨ªa le dedic¨® una frase, convertida hoy en el t¨ªtulo de un disco. Mientras trataba de entonar la voz ronca, sus ojos destellaron un escalofriante azul pur¨ªsima al sol que se colaba por el ventanal del estudio.
Juan no pasaba por aqu¨ª desde principios de a?o, cuando vino a grabar a palo seco las voces del ¨¢lbum. Para entrar en calor, y para mostrarle la evoluci¨®n del trabajo musical que los hermanos Pe?a hab¨ªan desarrollado desde entonces, Dorantes pinch¨® La C¨¢ndida Er¨¦ndira. Y en un ataque de timidez, su t¨ªo puso cara de haber visto un marciano al escuchar su propia voz amplificada por el bafle. Despu¨¦s nos estremecimos con su imploraci¨®n a Ludovico, el espectro de los Espantos de agosto, donde el cantaor parece querer enfrentarse a sus propios fantasmas, perdidos en los surcos del rostro. Pero de ellos nos hablar¨ªa m¨¢s tarde.
Un nuevo corte del disco introdujo el bajo y la bater¨ªa de aires sincopados, cercanos al hip-hop, que se funden con la guitarra por sole¨¢ de Pedro Pe?a en la versi¨®n de La santa, la triste historia de la batalla de Margarito Duarte por lograr la venia papal del milagro encarnado en el cuerpo incorrupto de su hija muerta. "No se parece a nada. Cantar esto es muy dif¨ªcil, no tienes por d¨®nde agarrarte. Es? como leyendo". Al Lebrijano se le escap¨® una l¨¢grima tras escucharse. "Ya estoy como una llorona, es que me emociono. Esto de ser sensible es un co?azo. El arte no tiene piedad". El altavoz volvi¨® a inundar la estancia de realismo m¨¢gico convertido en un quej¨ªo con el desgarrador mon¨®logo de Isabel viendo llorar en Macondo en forma de buler¨ªa: No acaba de amanecer y ya anochece / crep¨²sculo prematuro de hombres arrinconados / cuando la lluvia trajo las noticias / de mujeres flotando por los patios de Macondo.
"?Esto es flamenco? S¨ª, no? Ll¨¢malo como quieras, me da igual lo que digan los puristas. Ellos todav¨ªa no me han perdonado el disco que grab¨¦ con la orquesta andalus¨ª de T¨¢nger [Encuentros]. Lo que tienen que hacer es callarse y tomar esto como lo que es: una obra concebida a partir de libros reducidos de un gran artista". ?se fue el encargo que recibi¨® su amigo Casto M¨¢rquez hace un par de a?os. "Yo hab¨ªa le¨ªdo mucho a Don Gabriel", argument¨® El Lebrijano, "pero m¨¢s con el coraz¨®n que con la mente. Por eso le ped¨ª a Casto, quien conoce bien sus libros, que adaptase al cante varios de sus relatos". En menos de dos meses, este abogado sevillano, que ya colabor¨® como letrista en discos anteriores del cantaor, tuvo diez poemas listos para pasar el filtro m¨¢s riguroso: Carmen Balcells, la implacable agente del Nobel colombiano. "Est¨¢?bamos muy nerviosos cuando le enviamos los textos", recuerda Casto M¨¢rquez. "Las versiones iban desde algunos de los Doce cuentos peregrinos hasta El coronel no tiene quien le escriba. Pero ella nos trat¨® muy bien y concedi¨® el permiso". Finalmente, la grabaci¨®n se puso en marcha a finales del a?o pasado.
a las dos del mediod¨ªa, Juan se fue despejando. "Siempre he pensado que deber¨ªa retirarme con don Gabriel. Ya tengo una edad, y si se tiene una edad es por algo. Qu¨¦ mejor manera de dejar de grabar -no de cantar- que con su obra". No en vano, ciertos pasajes de su vida podr¨ªan haber sido escritos por Garc¨ªa M¨¢rquez. Como esa leyenda que todav¨ªa corre por Lebrija, seg¨²n la cual su madre, Mar¨ªa la Perrata, le escuch¨® cantar cuando todav¨ªa lo llevaba en el vientre.
"Yo creo que nac¨ª cantando, como mi madre. Hac¨ªa comp¨¢s con mi hermano Pedro hasta d¨¢ndole al soplillo para avivar el fuego de la cocina, y sac¨¢bamos una buler¨ªa s¨®lo con leer el almanaque". Despu¨¦s lleg¨® una guitarra a casa de los Pe?a, que Juan se llevaba incluso al cuarto de ba?o. "Mi hermano y yo debutamos como guitarristas con Manolo Sanl¨²car. ?l sigui¨® con su carrera y yo dej¨¦ los estudios en 2? de bachillerato para ayudar a mi padre en el negocio de la lana. Despu¨¦s me coloqu¨¦ de barbero y mec¨¢nico, pero pronto me fui con el cuadro de La Paquera de Jerez".
Es imposible comer con El Lebrijano sin los ecos de Antonio Mairena, Juan Talega o La Ni?a de los Peines. Junto a ellos aparc¨® la guitarra para forjar su senda como cantaor a partir del flamenco m¨¢s puro. "Cuando era joven estaba todo el d¨ªa pregunt¨¢ndoles, aprendiendo. Ellos se emborrachaban para recuperar cantes perdidos. Los j¨®venes de hoy no preguntan nada. Si les dices que canten por sole¨¢, no tienen ni idea de c¨®mo hacerlo. Mucho antes de investigar fusiones con otras m¨²sicas empec¨¦ desde la ra¨ªz. Y si me tengo que poner flamenco, todav¨ªa soy capaz de irme al siglo XVIII. El cante tiene que ser voz, cabeza y coraz¨®n. Si no sabes de d¨®nde viene todo esto, si no te duelen las cosas, ?c¨®mo vas a interpretar lo de Macondo?".
Con 23 a?os, durante su estancia en Sevilla para prestar el servicio militar, se convirti¨® en ahijado de Pastora Pav¨®n, La Ni?a de los Peines. "Con ella entr¨¦ en un laberinto del que no sal¨ª. Y del que todav¨ªa no quiero salir. Yo me he dedicado profesionalmente al flamenco gracias a ella". Despu¨¦s vinieron los a?os en el m¨ªtico tablao El Duende, de Madrid, y un lustro de gira acompa?ando al bailar¨ªn Antonio Gades. Firm¨® su primera grabaci¨®n importante junto a Paco de Luc¨ªa y su primera incursi¨®n sinf¨®nica en 1972 con el disco La palabra de Dios a un gitano, antes de abrir las puertas definitivamente a la fusi¨®n ar¨¢bigo-andaluza en los ochenta con la orquesta andalus¨ª de T¨¢nger. "Digo yo que lo de la Alianza de Civilizaciones tendr¨¢ algo que ver con esto, ?no? Todav¨ªa hay quien no me contrata escud¨¢ndose en que he cantado con los ¨¢rabes. Por desgracia, el racismo existe".
A esas fusiones m¨¢s controvertidas que mantuvo en discos como Casablanca acompa?aron otros trabajos como ?Tierra!, con textos de Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald sobre el descubrimiento de Am¨¦rica, o la grabaci¨®n de Gelem Gelem, el himno de los gitanos, en el ¨¢lbum Sue?os en el aire. Entabl¨® amistad con presidentes de Gobierno y monarcas como Hussein de Jordania, a quien acostumbraba a enviarle todos sus discos. "En cierto sentido, fui el ni?o del poder. Pero siempre me he mantenido en mi sitio. Yo ya era rojo cuando iba por el mundo con Antonio Gades".
-El ¨¦xito tambi¨¦n le mostr¨® su cara oscura. ?Qu¨¦ le pas¨® a mediados de los noventa?
-Me perd¨ª con la coca¨ªna. Un d¨ªa me mir¨¦ al espejo y me dije: 'T¨² te has metido, t¨² te quitas'. Pilar, mi mujer, y mis hijos, toda la familia estuvo a mi lado para ayudarme a salir. Desde entonces no he vuelto a tocar la guitarra, la tengo asociada a las noches en las que me quedaba tocando solo, con mi paranoia.
-Lleg¨® a tener problemas con la justicia. Le detuvieron en la aduana marroqu¨ª.
-Aquello fue un bulo montado por terceras personas que no vienen al caso. Nadie puede pasar la frontera con un gramo de coca. Si fuera as¨ª, no me hubieran dejado salir del pa¨ªs.
"Gira a la izquierda, hacia el barrio de los gitanitos". Le acercamos en coche hasta San Juan de Aznalfarache, donde se dispon¨ªa a visitar a un amigo convaleciente de un infarto. Cuando se despidi¨®, el sol se ocultaba tras los bloques de viviendas verdiblancas. Con la gabardina de Philip Marlowe sobre los hombros, salud¨® a las se?oras que conversaban en el portal de la casa del enfermo. La serenidad en el semblante desvel¨® aquel d¨ªa a un cantaor que se siente, a sus 66 a?os y con 35 discos publicados, libre de tener algo que demostrar. Pero ni todo su aplomo, ni la experiencia de lo vivido le han ayudado a encontrar respuesta a una pregunta que todav¨ªa se hace cuando contempla el breve manuscrito que permanece enmarcado en un rinc¨®n de su casa. "Si se moja el agua? ?Yo c¨®mo canto?".
'Cuando Lebrijano canta se moja el agua' sale a la venta a partir del pr¨®ximo 22 de abril. El disco se presentar¨¢ en la sede madrile?a del Instituto Cervantes el d¨ªa 29.
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