?SOS! Ingrid sigue viva
La Iglesia mantiene latente la llama de un acuerdo con las FARC
Durante varios d¨ªas y hasta el martes pasado, la Iglesia colombiana y los representantes de Espa?a, Francia y Suiza -pa¨ªses que trabajan para conseguir un acuerdo humanitario de intercambio de prisioneros y secuestrados- creyeron que Ingrid Betancourt, cautiva de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde hace seis a?os, estaba muerta.
La guerrilla presiona para una vuelta a escena de Ch¨¢vez y Piedad C¨®rdoba
Hab¨ªan recibido "informes serios" del Ej¨¦rcito, la Embajada de Estados Unidos y de un m¨¦dico. La incertidumbre sobre la suerte de la ex candidata presidencial s¨®lo se despej¨® cuando desde las m¨¢s altas esferas del Gobierno colombiano se facilit¨® a los mediadores internacionales informaci¨®n del alto mando, que aseguraba que Betancourt estaba viva.
Las noticias alarmantes que llegaban desde el departamento del Guaviare, en cuya selva est¨¢n, aparentemente, algunos de los rehenes de la guerrilla, catapultaron el env¨ªo de una misi¨®n humanitaria francesa que lleg¨® a Bogot¨¢ la semana pasada y regres¨® a Par¨ªs con las manos vac¨ªas. El martes pasado, mientras el Falcon 50 franc¨¦s con material m¨¦dico segu¨ªa varado en la zona militar del aeropuerto de la capital, los representantes de los pa¨ªses llamados "facilitadores" se reunieron por primera vez con generales colombianos, que ofrecieron su plena colaboraci¨®n en el proceso de mediaci¨®n. "Fue un encuentro de t¨² a t¨²", destaca una fuente diplom¨¢tica.
Los d¨ªas de inquietud por la salud de la ex candidata presidencial secuestrada el 23 de febrero de 2002 en San Vicente del Cagu¨¢n (Departamento de Caquet¨¢) trajeron a la memoria el caso del mayor Julio Ernesto Guevara, que falleci¨® en enero de 2006 de una enfermedad tropical despu¨¦s de estar siete a?os secuestrado por las FARC. La familia no ha recibido el cad¨¢ver.
Era de esperar la negativa de la guerrilla a permitir la entrada de los m¨¦dicos franceses en territorio rebelde para atender a los secuestrados m¨¢s enfermos. El silencio de las FARC durante seis d¨ªas desde la llegada del avi¨®n franc¨¦s era una mala se?al. El desenlace de la controvertida misi¨®n humanitaria fue, de entrada, un balde de agua fr¨ªa a las esperanzas de una pronta liberaci¨®n de los secuestrados. Una vez digerida la noticia, los mediadores insisten en que la llama para lograr un acuerdo sigue viva.
Hay que remontarse al 9 de diciembre pasado para entender este moderado optimismo. Aquel d¨ªa, el presidente Uribe mantuvo una reuni¨®n con monse?or Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Fueron dos horas de discusi¨®n, donde se habl¨® con claridad y firmeza, seg¨²n testigos de la entrevista. El mandatario acept¨® que la Iglesia cat¨®lica dise?ara con las FARC una eventual "zona de encuentro", donde el alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, en nombre del Gobierno, representantes de la Iglesia y de la guerrilla se sentar¨ªan a discutir los detalles de un intercambio de 37 secuestrados por las FARC (tres pol¨ªticos y 34 polic¨ªas y militares) y unos 500 presos en poder del Gobierno.
"Man¨¦jenlo ustedes", dijo Uribe a los representantes de la Iglesia al referirse a las caracter¨ªsticas de la zona de encuentro. Monse?or Castro no perdi¨® tiempo, y el 13 de diciembre enviaba una carta a Manuel Marulanda Tirofijo, l¨ªder m¨¢ximo de las FARC, en la que le instaba a reunirse cu¨¢nto antes para acordar el lugar del encuentro. Otra misiva en t¨¦rminos similares fue dirigida el 3 de enero por el padre Dar¨ªo Echeverri, secretario general de la Comisi¨®n de Conciliaci¨®n Nacional, a Ra¨²l Reyes y al secretariado de la guerrilla.
Sobre la mesa hay en estos momentos tres propuestas: la guerrilla pide una "zona de despeje" (sin presencia militar y policial) durante 45 d¨ªas de 800 kil¨®metros cuadrados en un ¨¢rea que incluye los municipios de Pradera y Florida, en el departamento del Valle del Cauca; los pa¨ªses "facilitadores" proponen la desmilitarizaci¨®n de 250 kil¨®metros cuadrados sin cabeceras municipales; y el Gobierno estar¨ªa dispuesto a ceder durante 30 d¨ªas un ¨¢rea de 180 kil¨®metros cuadrados, poco poblada y sin instalaciones militares y policiales. Desde hace a?os, las FARC insisten en el "despeje" de una zona que considera estrat¨¦gica. El Gobierno ha repetido por activa y por pasiva que jam¨¢s aceptar¨¢ esta exigencia, pero ante los negociadores se ha mostrado m¨¢s flexible. "Uribe ha dicho que si la Iglesia encuentra una alternativa, adelante", precisa una fuente del equipo mediador. "Todas las condiciones presentadas como inamovibles son susceptibles de negociaci¨®n", a?ade.
Ahora, los tres pa¨ªses facilitadores seguir¨¢n construyendo propuestas, subrayan sus representantes. Y por primera vez lo har¨¢n conjuntamente con la Iglesia cat¨®lica, lo que supone un avance.
El otro eje de la mediaci¨®n es Venezuela. Las FARC presionan para una vuelta a escena de Hugo Ch¨¢vez y la senadora colombiana Piedad C¨®rdoba, que lograron la ¨²ltima liberaci¨®n unilateral de seis secuestrados. "Ch¨¢vez les dio todo, cuando logr¨® que los congresistas venezolanos aprobaran una moci¨®n que considera a las FARC fuerza beligerante y no terrorista", se?ala un integrante del equipo de mediaci¨®n, que reconoce que Uribe no cuenta, bajo ning¨²n concepto, con el presidente venezolano.
"Mamita, ya me doy por vencida"
Ingrid Betancourt escribi¨® el 24 de octubre una carta a su madre. ?stos son extractos, recogidos del libro Cartas a mam¨¢ desde el infierno, que Debate publica la pr¨®xima semana."Estoy, mamita, cansada, cansada de sufrir. He sido, o tratado de ser fuerte. Estos casi seis a?os de cautiverio han demostrado que no soy tan resistente, ni tan valiente, ni tan inteligente, ni tan fuerte como yo cre¨ªa. He dado muchas batallas, he tratado de escaparme en varias oportunidades, he tratado de mantener la esperanza como quien mantiene la cabeza fuera del agua. Pero mamita, ya me doy por vencida (...).Siento que mis ni?os est¨¢n con sus vidas en stand-by esperando que yo salga, y tu sufrimiento diario, y el de todos, hace que la muerte me parezca casi como una dulce opci¨®n. (...) Estoy cansada de sufrir, de llevarlo por dentro todos los d¨ªas, de decirme mentiras a m¨ª misma, de que pronto esto va a terminar, y de ver que cada d¨ªa es igual al infierno del anterior. (...) Estoy mal f¨ªsicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloque¨®, el pelo se me cae (...), no tengo ganas de nada. (...) Es lo ¨²nico que est¨¢ bien. No tener ganas de nada. Porque aqu¨ª, en esta selva, la ¨²nica respuesta a todo es 'No".
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