Risas y l¨¢grimas con Rafael Azcona al fondo
Zapatero asiste a un homenaje sin nostalgia al maestro del gui¨®n
La ilustre p¨¢tina pol¨ªtica incrustada en primera fila -presidente del Gobierno y se?ora-, el subsiguiente registro al sospechoso personal seg¨²n iba entrando y los perros de La Moncloa olisqueando la Sala de Columnas hubieran puesto de los nervios a Rafael Azcona, que ante esto de lo masivo y lo socialmente sudoroso era tirando a reacio. Pero es lo que tiene la posteridad. Igual da que a uno le guste o no. Como uno ya no est¨¢, pues se produce y punto. Homenaje a Azcona, ayer, en el C¨ªrculo de Bellas Artes. La familia (su esposa Susan Yelman, sus hijos Daniel y B¨¢rbara y sus cuatro nietas), los amigos, los allegados de toda ¨ªndole y los aspirantes a haberlo sido se reunieron para llorar la ausencia del m¨¢s serio y circunspecto buf¨®n que en el mundo del cine espa?ol ha sido. Se leyeron sus textos, se evocaron sus entrevistas, se dijeron sus genialidades, algunas de ellas incombustibles ante el paso del tiempo, como por ejemplo esa imbatible reivindicaci¨®n del anonimato: "Yo no me escondo, ?es que no me asomo!". O esta gimnasia de lucidez: "No hay que revolcarse en el pasado, porque luego viene la nostalgia, y la nostalgia huele a alcanfor". O este himno oficioso de los perezosos bienintencionados, al estilo Bartleby: "Lo que me gusta es hacer cosas in¨²tiles. No s¨¦ c¨®mo nadie puede divertirse trabajando. Yo, en posesi¨®n de dinero, no escribir¨ªa ni telegramas".
?lvaro de Luna, Miguel Rell¨¢n, Ana Bel¨¦n, Juan Luis Galiardo, Elvira Quintill¨¢, Santiago Ramos, Juan Diego Botto, Santiago Segura y Julieta Serrano fueron desgranando ante el micr¨®fono los textos y las acotaciones de Azcona. Tambi¨¦n Mar¨ªa Barranco y Manuel Alexandre leyeron. Pero no s¨®lo eso: al final se marcaron un amago de pasodoble al son de las corcheas que Carmelo Bernaola compuso un d¨ªa para su amigo.
Por la sala, cerca del presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, de Sonsoles Espinosa y del ministro de Cultura, C¨¦sar Antonio Molina, pululaba parte de la privilegiada flora y fauna que conoci¨® y trat¨® al buf¨®n de El cochecito, de El verdugo y de Pl¨¢cido. Aqu¨ª un Joan Manuel Serrat, all¨¢ un Mingote, detr¨¢s un David Trueba, m¨¢s all¨¢ un Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez o un Jos¨¦ Luis G¨®mez... Todos dijeron "s¨ª" a la convocatoria, a pesar de los avisos p¨®stumos del gran Azcona: "Decir s¨ª es algo muy peligroso para el hombre". Pero m¨¢s cornadas da el hambre, porque, Azcona dixit, "el hambre no produce ingenio... ?Lo que produce es anemia!".
La cosa sali¨® bien, estas cosas siempre salen bien. Con presidentes del Gobierno o sin presidentes, con pasodobles o sin pasodobles, con se?oras reci¨¦n llegadas de de la pelu y se?ores reci¨¦n llegados del mus o sin se?oras reci¨¦n, etc¨¦tera, los actos culturales de ¨²ltima hora de la tarde es lo que tienen: que la gente va en tropel. ?ste sali¨® especialmente bien. No es seguro que al homenajeado le hubiera gustado. Como dijo Manuel Vicent: "Azcona, esto, no lo hubiera consentido".
Babelia
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