La rebeli¨®n de los microorganismos
En cinco a?os se han producido 1.100 brotes infecciosos de gravedad en el mundo
La agresi¨®n permanente al ecosistema est¨¢ provocando una especie de revoluci¨®n bacteriana. Esta "rebeli¨®n de los microorganismos" est¨¢ provocando que los agentes infecciosos creen resistencias a los antibi¨®ticos y f¨¢rmacos disponibles en patolog¨ªas tan prevalentes como la tuberculosis o la malaria, y otras tan graves como la meningitis o las infecciones que se adquieren en los hospitales. Cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil combatirlas, y en el caso de la tuberculosis XDR, ni siquiera es posible curarla: la mortalidad roza el 100% de los casos causados por estas cepas ultraresistentes.
El cambio clim¨¢tico, el calentamiento del planeta, las migraciones, la globalizaci¨®n y la destrucci¨®n de las reservas naturales contribuyen a la aparici¨®n de nuevas enfermedades bacterianas o v¨ªricas y a que otras ya conocidas sean mucho m¨¢s virulentas. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) existen ahora 40 enfermedades infecciosas nuevas. En los ¨²ltimos cinco a?os se han producido 1.100 brotes infecciosos en el mundo, tanto de nuevas enfermedades como de otras que han resurgido con virulencia.
Como recuerda un cient¨ªfico, "los microorganismos siempre ganan"
La OMS constata la aparici¨®n de 40 enfermedades infecciosas nuevas
Los microbios se defienden generando resistencias a los medicamentos
La alteraci¨®n de los ecosistemas incide especialmente en las enfermedades infecciosas, catalogadas como patolog¨ªas "ecol¨®gicas, altamente dependientes de los cambios ambientales", asegura C¨¦sar Nombela, de la Universidad Complutense de Madrid. Los ejemplos de dicha dependencia son m¨²ltiples: legionelosis, el virus del Nilo occidental (West Nile Virus) o el de la gripe aviar son algunas de las enfermedades infecciosas que han surgido, o resurgido, en los ¨²ltimos a?os. Los sistemas microbianos aseguran el mantenimiento de la vida en el planeta, seg¨²n Fernando Baquero, del hospital Universitario Ram¨®n y Cajal de Madrid, por lo que pueden convertirse en un excelente sensor para detectar las alteraciones ecol¨®gicas. Sin las bacterias, afirma, la vida humana no ser¨ªa posible, ya que son los sistemas microbianos "los que aseguran los ciclos de nitr¨®geno, ox¨ªgeno o carbono".
Los seres humanos han destruido ecosistemas y han liberado microorganismos, virus y bacterias de ¨¢reas desconocidas. "Somos los ¨²nicos responsables", sostiene Julian Davies, de la Universidad de British Columbia, en Vancouver (Canad¨¢). Por ejemplo, en los ¨²ltimos 50 a?os la industria farmac¨¦utica ha producido millones de toneladas de antibi¨®ticos, biocidas o bactericidas. "Se ha liberado esa cantidad ingente de compuestos al medioambiente, pero no tenemos ni la m¨¢s remota idea de lo que provocan todos estos elementos sobre la poblaci¨®n bacteriana. Es posible que estemos perturbando a los microbios. Es algo inquietante; la naturaleza tiene su equilibrio, y lo estamos alterando".
La introducci¨®n de sustancias t¨®xicas para combatir los microbios, se?ala el profesor Nombela, han forzado su evoluci¨®n hacia formas resistentes a los f¨¢rmacos disponibles. "Y no s¨®lo estamos hablando de los antibi¨®ticos, sino de otros muchos agentes presentes en la poluci¨®n qu¨ªmica del ambiente, que son t¨®xicos para cualquier organismo vivo y, por tanto, tambi¨¦n para los microorganismos, que se ven forzados a ese proceso evolutivo".
Los especialistas en enfermedades infecciosas est¨¢n preocupados. "Estamos viendo unos patrones de resistencias a antibi¨®ticos que dan miedo. Hay bacterias resistentes a 15 antibi¨®ticos. Si se adquiere una infecci¨®n por estos agentes resistentes ?qu¨¦ hacer?", se pregunta Sara Soto, del hospital Cl¨ªnic de Barcelona.
En su Informe sobre la Salud en el Mundo 2007, la OMS advierte de que "la propagaci¨®n de la resistencia a los antibi¨®ticos amenaza gravemente los avances logrados en muchas ¨¢reas de la lucha contra las enfermedades infecciosas; en concreto, suscita gran preocupaci¨®n la tuberculosis extremadamente farmacorresistente (tuberculosis XDR). La resistencia a f¨¢rmacos es tambi¨¦n manifiesta en el caso de las enfermedades diarr¨¦icas, las infecciones nosocomiales, las infecciones de transmisi¨®n sexual, las infecciones de las v¨ªas respiratorias, la malaria, la meningitis, y se est¨¢ observando ya tambi¨¦n en la infecci¨®n por VIH".
No cabe duda de que los cambios en las enfermedades infecciosas constituyen una se?al clara de la alteraci¨®n de los ecosistemas y que esta tiene implicaciones directas sobre la salud humana y animal. Katia Koelle, de la Universidad de Duke, en Durham (EE UU), ha aportado a la comunidad cient¨ªfica datos concretos sobre c¨®mo influyen los cambios clim¨¢ticos en algunas infecciones. Koella explica, mediante un modelo matem¨¢tico, de qu¨¦ forma las variaciones climatol¨®gicas asociadas a la corriente de El Ni?o influyen en la virulencia de los brotes epid¨¦micos de c¨®lera que afectan a Bangladesh. Pero adem¨¢s, estos modelos pueden servir para determinar el "nivel de inmunidad de la poblaci¨®n".
Por todo ello, Fernando Baquero cree que es necesario aplicar una mentalidad m¨¦dica para analizar la situaci¨®n del planeta: "Se trata de poder diagnosticar precozmente los da?os que pueden estar ocurriendo en los ¨®rganos que son cr¨ªticos para el mantenimiento de la vida superior; sin duda, la mayor parte del equilibrio biol¨®gico del que todos dependemos est¨¢ supeditado al correcto funcionamiento de los sistemas microbianos en la Tierra".
Davies recuerda que, "como la mayor¨ªa de los cient¨ªficos sabe, los microorganismos siempre ganan". Los seres humanos llevan en la Tierra pocos a?os, apenas unos millones. Estamos, dice, "reci¨¦n aterrizados en un planeta poblado por microbios. Ellos llegaron primero y van a permanecer". Y cree que cuando los seres humanos lleguen al t¨¦rmino de su existencia, los microorganismos seguir¨¢n. "Tenemos que aprender a vivir con las bacterias y comprender que algunas causan enfermedades, pero que la gran mayor¨ªa no s¨®lo no las provocan, sino que son muy importantes para la existencia de la vida en la Tierra". Por eso apuesta por aprender a usar mejor a los microbios. "Podemos hacerlo. El mundo microbiano es un mundo asombroso, que seguimos sin entenderlo bien, especialmente el de las miles bacterias que est¨¢n presentes en nuestro organismo".

C¨®mo frenar la tuberculosis mortal
La profesora Gail Casell, del Lilly Corporate Center, en Indian¨¢polis (EE UU) cree que la relaci¨®n ecol¨®gica entre las resistencias y el cambio clim¨¢tico es "incuestionable". Pero a ello hay que a?adir "el problema de las migraciones humanas, que desempe?an un papel muy importante en la transmisi¨®n de organismos resistentes de un continente a otro". Casell recuerda que hay casos documentados de personas que han adquirido una tuberculosis resistente a m¨²ltiples f¨¢rmacos en un vuelo de avi¨®n.
En un simposio organizado por la Fundaci¨®n Lilly en Madrid, la especialista advirti¨®: "Hemos podido documentar la transmisi¨®n de las nuevas cepas de tuberculosis mutirresistentes XDR de unas personas a otras. Antes se cre¨ªa que la resistencia se desarrollaba en el propio enfermo, que era consecuencia de un tratamiento inadecuado, del uso de dosis subactivas o de un incumplimiento terap¨¦utico, pero que no eran aptas para ser contagiadas. Ahora sabemos que s¨ª se transmiten y, por tanto, son un enorme riesgo de salud p¨²blica".
La creencia de que no se contagiaban provoc¨® que los controles no fueran lo estrictos que hubiera sido necesario. La OMS acaba de establecer nuevas directrices, pero el problema est¨¢ en la identificaci¨®n de los portadores. Hasta ahora el tratamiento se basaba en los resultados de las pruebas de susceptibilidad a los antibi¨®ticos. Ahora se necesitan nuevas estrategias para poder detectar, no s¨®lo la infecci¨®n, sino el tipo de resistencia, teniendo en cuenta adem¨¢s que un 4% de las cepas resistentes no responden a ninguno de los antibi¨®ticos conocidos.
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