Y habit¨® entre nosotros
Madrid recibi¨® a Claudio Abbado como se merece, con una ovaci¨®n interminable salpicada de "bravos", que casi asust¨® al director milan¨¦s. No era para menos. Abbado, el mayor mito en vida de los directores musicales, dirig¨ªa una ¨®pera escenificada por primera vez en Espa?a. Era comprensible todo: la algarab¨ªa que reinaba en el Real, el clima de acontecimiento que se respiraba, el nerviosismo latente en el ambiente.
Abbado cumple 75 a?os en junio. Su trayectoria art¨ªstica y humana ha sido ejemplar, y el p¨²blico le admira y le quiere all¨¢ donde vaya. Madrid no pod¨ªa ser una excepci¨®n. No es una cuesti¨®n ¨²nicamente de gratitud por los logros art¨ªsticos. Los valores morales pasan en su caso a un primer plano. La explosi¨®n de j¨²bilo antes y despu¨¦s de Fidelio estuvo m¨¢s que justificada. El Real se apunt¨® el apote¨®sico triunfo que con tanto ah¨ªnco estaba buscando, con el p¨²blico puesto en pie y extasiado ante la experiencia que hab¨ªa vivido. M¨¢s de veinte minutos duraron las aclamaciones. El idealismo de la ¨®pera se impuso como un espejismo.
El p¨²blico quiere y admira a Claudio Abbado all¨¢ donde vaya
?Fue para tanto? Pues s¨ª. Sin una puesta en escena para lanzar cohetes, sin un reparto de antolog¨ªa, la representaci¨®n transmiti¨® un clima teatral y oper¨ªstico asombroso, y la responsabilidad de ello recae fundamentalmente en el director musical, convertido a la vez en Padre, Hijo y Esp¨ªritu Santo del milagro. No en todo momento la ejecuci¨®n fue de precisi¨®n milim¨¦trica y tampoco el sonido adquiri¨® esas cotas de belleza y perfeccionismo que siempre se desean, pero lo que s¨ª hubo de principio a fin fue tensi¨®n musical, contrastes teatrales, din¨¢micas ajustadas a cada situaci¨®n, atm¨®sferas en un abanico de lo ¨¦pico a lo po¨¦tico, dominio estil¨ªstico y sentido de la emoci¨®n.
Hubo ¨®pera con may¨²sculas, con momentos de escalofr¨ªo, con esa pasi¨®n que Abbado extrae desde el an¨¢lisis. Y al planteamiento del maestro respondieron con vitalidad y empuje la ardiente Mahler Chamber Orchestra y los dos coros -qu¨¦ feliz idea juntarlos- de Viena y Madrid, el experimentado e impecable Arnold Sch?nberg y el m¨¢s biso?o pero no menos entusiasta de la Comunidad de Madrid. Es una l¨¢stima que a ¨²ltima hora se cayese del reparto anunciado Jonas Kaufmann, pero a¨²n as¨ª se mantuvo un nivel vocal aceptable en conjunto, sobresaliendo quiz¨¢s, por diferentes motivos, Anja Kampe, Albert Dohmen y Julia Kleiter, aunque sin desmerecer ninguno de los cantantes.
El apartado teatral no estuvo a la altura del musical, o, m¨¢s bien, fue desigual, con momentos inspirados, especialmente en las situaciones m¨¢s desnudas ambientalmente, m¨¢s directas, y otros que abundaban en el t¨®pico y la banalidad. Un buen amigo me comentaba al final de la representaci¨®n que al menos la puesta en escena "no molestaba", pero si nos conformamos con eso es que ya hemos tirado la toalla los que creemos en el desaf¨ªo dial¨¦ctico, est¨¦tico y enriquecedor conceptualmente que asumen los directores de escena en la ?pera. En este Fidelio la direcci¨®n teatral vino del foso y sus hallazgos estuvieron a cuenta tambi¨¦n de Claudio Abbado. A lo mejor es lo que se pretend¨ªa, como respuesta a muchos excesos e insuficiencias. Yo hubiese preferido, en cualquier caso, correr con el riesgo de un escen¨®grafo-pintor como Anselm Kiefer, tal y como inicialmente se dijo, o con la direcci¨®n de un Robert Carsen, como tambi¨¦n se anunci¨®.
Se complementa Fidelio, en el ciclo dedicado a Beethoven por el Real para esta ocasi¨®n extraordinaria, con un concierto sinf¨®nico de la Mahler Chamber con Abbado, un recital de Pollini al piano y un concierto de c¨¢mara del Cuarteto de Tokio, a lo que hay que a?adir la versi¨®n en concierto de Bolton de Leonora. No le demos m¨¢s vueltas: Fidelio ha sido uno de los momentos hist¨®ricos de la d¨¦cada del Real tras su reapertura. Abbado se ha entronizado operisticamente en Madrid. Ha habitado entre nosotros. No lo olvidaremos nunca.
FIDELIO
De Beethoven. Director musical: Claudio Abbado. Director de escena: Chris Kraus. Con Clifton Forbis, Anja Kampe, Giorgio Surjan, Julia Kleiter, J?rg Schneider, Albert Dohmen y Di¨®genes Randes. Mahler Chamber Orchestra, Coro Arnold Sch?nberg de Viena y Coro de la Comunidad de Madrid. Teatro Real, 19 de abril.
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