Vidas en la cuerda floja
Hay un momento en Naturaleza infiel (RBA) en que el padre de las mellizas que protagonizan la novela ve a una de ellas, Mar¨ªa, meti¨¦ndose un chute de hero¨ªna en el almac¨¦n del obrador. Le da un bofet¨®n enorme (al hacerlo pierde su alianza de casado, que rueda por el suelo) y se pone a llorar. La otra melliza, Renata, la narradora del libro, asiste desde lejos al episodio ("Yo vi toda la escena desde el marco de la puerta"). Cristina Grande dice: "Lo que hicieron los padres de nuestra generaci¨®n tiene un m¨¦rito enorme. Ven¨ªan de una dictadura, pero no quer¨ªan educarnos con aquellos valores. As¨ª que nos dieron libertad, quiz¨¢ demasiada libertad. Fue un gran salto al vac¨ªo".
El episodio del pico da la medida del talento literario de esta escritora nacida en Lanaja, Huesca, en 1962. Ah¨ª est¨¢ la econom¨ªa de medios que caracteriza su estilo, y la distancia seca y cortante de una narradora en la que no asoma ni pizca de sentimentalismo en una historia de crisis familiares y soledad y dolor e incomprensi¨®n. Es una historia de vidas en la cuerda floja y de corazones rotos donde s¨®lo quedan los a?icos. El anillo del padre que sale disparado tras el bofet¨®n revela el pulso que la escritora ha librado con las palabras para conseguir decir lo que tiene que decir sin decirlo de ninguna manera.
"Soy incapaz de reaccionar al momento. Me pongo, y las cosas salen de aqu¨ª a un a?o. Y, adem¨¢s, salen gota a gota"
"Se juntaron demasiados cambios y fuimos demasiado lejos. A veces pienso que me salvaron mi timidez y mis miedos"
La carta de presentaci¨®n de Cristina Grande han sido dos libros de relatos que le han permitido darse a conocer en un c¨ªrculo de catadores entusiastas de literatura exigente. La ni?a parapente se public¨® en 2002 y Direcci¨®n noche en 2006, ambos en Xordica. Cuando termin¨® el primero de ellos se sumergi¨® durante ocho, nueve meses en la escritura de Naturaleza infiel. No consigui¨® rematarla. "Todo lo que cansa me agota", comenta Cristina Grande acord¨¢ndose de Pavese (Laboro stanca). "Lo que pas¨® fue que me sali¨® una escritura torrencial cuando yo soy m¨¢s bien parca. M¨¢s adelante retom¨¦ la novela, por consejo de Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n, y tuve que aplicarle la contenci¨®n que me caracteriza".
Carver, Cheever, Bernhard, Bukowski... son algunos de los autores que admira. "Pero sobre todo Natalia Ginzburg", dice. Empez¨® tarde en la literatura. As¨ª que habla de los melocotones de Calanda. "Maduran cuando ya se ha pasado la cosecha, pero su carne es muy sabrosa y son muy apreciados". Tras la broma, la reflexi¨®n: "He tenido una maduraci¨®n tard¨ªa. Pero es que soy incapaz de reaccionar al momento. Me pongo, y las cosas salen de aqu¨ª a un a?o. Y, adem¨¢s, salen gota a gota".
La tentaci¨®n de establecer puentes entre la vida de Cristina Grande y su novela es inevitable. En su familia son tambi¨¦n dos hijas y un hijo, han muerto su padre y su hermana y su madre trabaja en una farmacia (en la novela monta una herborister¨ªa). La elaboraci¨®n literaria ha transformado radicalmente la experiencia vivida, comenta la escritora. Lo que s¨ª es indiscutible, aunque la novela vaya mucho m¨¢s all¨¢ y admita cualquier lectura, es que Naturaleza infiel tiene mucho de retrato generacional. "En el camino han ca¨ªdo muchos", comenta refiri¨¦ndose a amigos y conocidos. "Fue una ¨¦poca convulsa. Se juntaron demasiados cambios y fuimos demasiado lejos. A veces pienso que me salvaron mi timidez y mis miedos. Yo soy incapaz de pincharme con una aguja. Por mucha hero¨ªna que lleve detr¨¢s".
En poco m¨¢s de 140 p¨¢ginas lo que cuenta Naturaleza infiel es lo que pasa en una familia de provincias durante unos a?os, los que van de mediados de los a?os sesenta a mediados de los noventa. Son cap¨ªtulos breves que van iluminando episodios, peque?os pasajes, momentos, historias dom¨¦sticas: como fogonazos. Hay con frecuencia viajes hacia atr¨¢s para completar el paisaje espiritual y material donde ocurren las cosas. Cosas, por otro lado, muy corrientes. Peque?as disputas, cotilleos, leyendas. Tambi¨¦n est¨¢ el peso de la soledad, las rarezas del amor, la muerte. Cualquiera podr¨ªa decir que no pasa nada. Y tendr¨ªa raz¨®n. Pasa lo que pasa en la vida: que haces peque?as trampas, que tienes miedo, que permaneces ciego al paso del tiempo, que salvas las dificultades mirando hacia ninguna parte. Y un d¨ªa todo estalla. Ni siquiera entonces Cristina Grande utiliza la brocha gorda. Sigue afinando los matices. Cae un anillo, rueda, nadie lo encuentra.
Cuando muere el padre, las mellizas que protagonizan la novela sortean la sacudida caminando firmes hacia el precipicio. En un caso, de la mano del caballo; en el otro, dej¨¢ndose arrastrar por una compulsiva y rutinaria dedicaci¨®n al sexo. Son cosas que pasan empujadas por la corriente de la vida. No hay gestos solemnes. Ni decisiones heroicas, ni dramas. "Formo parte de la generaci¨®n del baby boom", dice Cristina Grande, "¨¦ramos muchos, y no pod¨ªan estar pendientes de cada paso que d¨¢bamos. Fueron a?os dif¨ªciles y no creo que la generaci¨®n de nuestros padres supiera qu¨¦ mundo estaba construyendo. Iba a ser muy distinto del que conoc¨ªan, en el que hab¨ªan crecido y se hab¨ªan formado, el de la dictadura".
La generaci¨®n anterior a la de Cristina Grande fue la de la lucha antifranquista. Sus peripecias se han contado con frecuencia, y muchos novelistas han querido contar el cambio profundo que vivieron, ese viaje que fue de la utop¨ªa socialista al adosado con campo de golf. La generaci¨®n posterior, la que creci¨® en una democracia ya consolidada y dentro del agresivo capitalismo global, fue educada para competir. Cristina Grande cuenta lo que pas¨® con los que estuvieron en medio. Los que eran adolescentes, casi j¨®venes, cuando lleg¨® la democracia. "La vida es como estos d¨ªas de primavera", dice, "y as¨ª me la he tomado siempre. Est¨¢ luciendo el sol, pero el clima puede cambiar abruptamente. Es un tiempo en el que nunca aciertas con lo que tienes que ponerte, y puedes pasar mucho calor o morir de fr¨ªo". Es cierto: no fue una generaci¨®n que tuviera proyectos demasiado solemnes como cambiar el mundo, tampoco hab¨ªa sido educada para construirse un curr¨ªculo impecable. El acierto mayor de Cristina Grande es tomar a sus personajes tal cual. Viven lejos de las grandes capitales, en provincias, pero igual que a todos les toca la vor¨¢gine de los grandes cambios.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. "La nostalgia de futuro que tienen los j¨®venes de hoy puede llegar a ser terrible. Crecen con unos planes demasiado precisos y pueden encontrarse con que el futuro no es el que hab¨ªan imaginado. Van a fracasar frente a sus sue?os, que a veces no son ni siquiera suyos, y no frente a la realidad. Por lo que a m¨ª respecta, me considero afortunada. Me ha tocado estar en medio de la batalla, y sigo aqu¨ª. Ya es bastante".
La novela de Cristina Grande se ha publicado hace unas semanas. Otro v¨ªnculo entre la ficci¨®n y la realidad es que ella tambi¨¦n creci¨® en un lugar peque?o, en Haro (La Rioja), y luego se traslad¨® a Zaragoza. Ahora escribe columnas en El Heraldo de Arag¨®n y las recoge en su blog (http://cristinagrande.blogia.com/). Ha estado ya dando tumbos con la promoci¨®n. Estuvo en Ricla, un peque?o pueblo de esa zona. Encontr¨® a lectores entusiastas. "Todos ten¨ªan, sin embargo, una obsesi¨®n. Quer¨ªan saber qui¨¦n fue el primer novio de la narradora, y hab¨ªan hecho varias hip¨®tesis. Y es verdad, escrib¨ª que su primer novio era de Ricla. Pero lo puse simplemente porque me gustaba ese nombre. Fue dif¨ªcil que me entendieran". -
Naturaleza infiel. Cristina Grande. RBA. Barcelona, 2008. 142 p¨¢ginas. 16,50 euros.
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