?El apocalipsis del capitalismo?
Las teor¨ªas catastrofistas sobre la crisis financiera ganan adeptos
Imagine un d¨ªa en que los bancos no tuvieran liquidez, y, en vez de prestar dinero a sus clientes, fueran ellos -o, m¨¢s exactamente, los contribuyentes- quienes les prestaran m¨¢s de medio bill¨®n de euros. Imagine que grandes bancos de inversi¨®n de EE UU y Europa fueran rescatados de la quiebra por fondos de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Imagine que las viviendas perdieran una cuarta parte de su valor en dos a?os, y miles de familias no pudieran hacer frente a sus hipotecas, obligando a los Gobiernos a socorrer a los m¨¢s apurados pagando la ampliaci¨®n de los cr¨¦ditos hipotecarios. Imagine que los precios de los alimentos b¨¢sicos se dispararan, se iniciara el racionamiento de arroz en EE UU y en Europa y el coste del petr¨®leo se triplicara en cuatro a?os sin que apenas se detectaran revueltas sociales, ni la Bolsa, aunque a la baja, sufriera crash alguno. En realidad no hace falta tener mucha imaginaci¨®n: todo eso ya ha sucedido.
La econom¨ªa financiera se ha distanciado de la real m¨¢s que nunca
En el fondo, la crisis esconde un grave problema de incentivos perversos
Las cr¨ªticas arrecian contra el papel de los bancos centrales en las turbulencias
Lo peor no es el cartel "se vende", sino que ese cartel lo herede el banco
La pregunta que ahora se hacen casi todos los expertos -con la ¨²nica excepci¨®n, tal vez, de los que est¨¢n a sueldo de los gobiernos- es si estamos ante una crisis m¨¢s, dentro de los grandes ciclos econ¨®micos que alternan la bonanza con la depresi¨®n, o se trata de algo m¨¢s.
?Es el fin del capitalismo tal y como lo conocemos? Esa pregunta no es nueva. Ni mucho menos. Se ha utilizado en decenas de publicaciones para explicar fen¨®menos tan dispares como la incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral, el imparable ascenso de China e India, o la globalizaci¨®n. Pero ha vuelto a ser acu?ada para tratar de explicar en una sola frase las turbulencias que sacuden los mercados internacionales desde hace casi un a?o.
Bajo ese mismo t¨ªtulo, el diario The Independent publicaba el pasado 28 de marzo un art¨ªculo que resume la teor¨ªa que podr¨ªa denominarse apocal¨ªptica. "El mundo occidental se encuentra en una crisis econ¨®mica de una magnitud similar a la del petr¨®leo de 1973. Asistimos nada menos que al desmoronamiento del liberalismo, el modelo ideol¨®gico y econ¨®mico dominante en los ¨²ltimos 30 a?os", dec¨ªa el rotativo.
Cuando los mercados son concebidos en t¨¦rminos de obtenci¨®n de beneficios, no promueven -como dice la teor¨ªa cl¨¢sica liberal- la eficiencia en los servicios, sino la concentraci¨®n de la riqueza y la especulaci¨®n. De esta forma, el valor econ¨®mico real de los activos del planeta es ahora tres veces inferior a los instrumentos financieros (bonos, t¨ªtulos, acciones, derivados, etc¨¦tera) emitidos tomando como referencia esos activos.
Incluso alguien que vive de la buena marcha del negocio financiero como el presidente del BBVA, Francisco Gonz¨¢lez, alert¨® hace justo un a?o de esa inflaci¨®n financiera y "del riesgo que supone el auge de los hedge funds y del capital riesgo".
Y, mientras, los asalariados se han enfrentado a 35 a?os de rebaja de su parte de la tarta. La edad de oro del asalariado, como proporci¨®n del PIB, fue entre la II Guerra Mundial y la crisis del petr¨®leo, y no esta edad de la liberalizaci¨®n, en la que s¨®lo el 1% de la poblaci¨®n en el Reino Unido (ojo, no de Congo) controla m¨¢s de un tercio de toda la riqueza del pa¨ªs, seg¨²n el diario brit¨¢nico.
Esa corriente de pensamiento (o de pesimismo, seg¨²n se mire) no hace sino sumar adeptos a medida que las turbulencias se prolongan. La afirmaci¨®n de que estamos ante la peor crisis financiera desde la Gran Depresi¨®n de 1930 es compartida por gente nada sospechosa de extremista. El multimillonario Georges Soros, el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, el ex director del FMI Rodrigo Rato o el economista Paul Krugman han comparado la actual crisis financiera con los acontecimientos posteriores al crash burs¨¢til de 1929.
A ese pesimismo le dan carta de naturaleza publicaciones que pasan por ser biblias del capitalismo, como The Economist, Fortune, Business Week o Financial Times. Hay expertos que piensan que esta crisis puede desembocar en un apocalipsis si las autoridades monetarias no dan con la soluci¨®n adecuada. No son precisamente pancarteros antisistema, sino analistas reconocidos o altos cargos de bancos de inversi¨®n con sueldos estratosf¨¦ricos. Entre los m¨¢s renombrados: Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI; David Rosenberg, estratega jefe de Merrill Lynch; Henry Kaufman, jefe de Solomon Brothers entre 1970 y 1980 y due?o ahora de una firma de inversi¨®n; Bernard Connolly, analista de AIG y ex jefe de an¨¢lisis de la Comisi¨®n Europea, y Stephen Roach, jefe de operaciones en Asia de Morgan Stanley.
Aunque desde posturas muy diferentes, todos critican la falta de reacci¨®n de las autoridades monetarias para prever las consecuencias de una econom¨ªa crecientemente especulativa apoyada en el apalancamiento, es decir, en instrumentos financieros (bonos, opciones, acciones, futuros, derivados, etc¨¦tera) cuyo valor es muy superior al valor real de los activos en que se basan.
La "exuberancia irracional de los mercados", una expresi¨®n de Greenspan que hizo fortuna, ha sido llevada al extremo en el caso de los bancos de inversi¨®n. Las cinco mayores firmas independientes -Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Lehman y Bear Stearns- ten¨ªan un nivel de deuda en 2007 de 41 a 1, seg¨²n c¨¢lculos de Fortune. En plata: por cada euro contante y sonante que captan se endeudan por 41.
Para entenderlo mejor, lo sucedido desde la ¨²ltima crisis de 2001 se parece al cuento de la lechera, la aldeana que, seg¨²n caminaba hacia el mercado para vender su c¨¢ntaro de leche, hac¨ªa planes sobre las ganancias crecientes que pod¨ªa obtener y llegaba a la conclusi¨®n de que, trueque tras trueque, acabar¨ªa compr¨¢ndose una granja. En un descuido, el c¨¢ntaro cae y se rompe, y todos los sue?os se van al garete. En la crisis financiera mundial, el c¨¢ntaro son las hipotecas basura, y los planes de la lechera se llaman CDO, SIV y Conduits, los nombres imposibles de los paquetes de t¨ªtulos basados en esas hipotecas -y en la firme creencia de que su valor crecer¨ªa en el futuro-, que han contaminado a todo el sector financiero internacional cuando son un fen¨®meno genuinamente estadounidense.
Pero las hipotecas -denominadas subprime o directamente basura- hab¨ªan sido otorgadas alegremente a gente de dudoso cr¨¦dito que ahora no puede hacer frente a los pagos. Y el valor de los t¨ªtulos, como los sue?os de la aldeana, se ha venido abajo. No s¨®lo el de las hipotecas subprime, sino el de todos los productos financieros relacionados con ellas. Ahora, los bancos no se f¨ªan de s¨ª mismos porque a¨²n no saben qui¨¦n posee esos productos que sencillamente no pueden colocarse en el mercado: nadie sabe c¨®mo valorar nada de lo relacionado con las subprime. El FMI ha hecho una estimaci¨®n del agujero de las entidades financieras: un bill¨®n de d¨®lares. Pero la banca apenas ha reconocido hasta ahora una cuarta parte de esas p¨¦rdidas.
Jan Loeys, de JPMorgan, cree que hablar de la peor crisis desde la Gran Depresi¨®n "es una exageraci¨®n que refleja el calor del momento", pero admite que sus efectos perdurar¨¢n en los mercados "al menos una d¨¦cada".
Una de las causas apuntadas por Fortune para esa locura especulativa es la ambici¨®n de los ejecutivos de esas firmas de inversi¨®n, que de 2002 a 2006 triplicaron sus beneficios hasta los 30.000 millones de euros, y eran m¨¢s rentables que la industria farmac¨¦utica o la energ¨¦tica. A sus ejecutivos no les importaba el creciente riesgo que asum¨ªan las entidades, porque en ello les iba su sueldo. Las retribuciones de los empleados representaban el 60% de los ingresos de esas firmas, frente al 20% que suponen los salarios en la banca comercial.
"Uno de los agujeros por los que ha llegado la crisis es que no se ha controlado bien el riesgo, ha faltado juicio para tomar decisiones de inversi¨®n por un problema de incentivos perversos. Quienes contrataban las hipotecas basura en EE UU eran agentes que trabajaban a comisi¨®n, no les importaba si luego el cliente pagaba o no. Y los bancos se quitaban del balance esos cr¨¦ditos al venderlos en paquetes financieros. Al final nadie se interesaba por si el cr¨¦dito era de buena o de mala calidad, porque todo se vend¨ªa. Pero eso va a cambiar", asegura Guillermo de la Dehesa, presidente de Centre for Economic Policy Research, con sede en Londres.
Henry Kaufman, que lleg¨® a ser conocido como Doctor Fatalidad (Dr. Doom) porque predijo el alza de las tasas de inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s en la d¨¦cada de los ochenta, ha se?alado que la actual crisis no tiene nada que ver con las anteriores. Las de 1998 (que provocaron graves problemas en varios pa¨ªses asi¨¢ticos, con fuertes devaluaciones de sus monedas) y 2001 (tras el pinchazo de la burbuja puntocom) tuvieron su origen en mercados emergentes. En cambio, la actual nace -y hasta ahora se mantiene- en Occidente: EE UU y Europa.
Kaufman ha responsabilizado de "la peor calamidad global desde la II Guerra Mundial" a la Reserva Federal (Fed), el banco central norteamericano, por permitir esa expansi¨®n financiera sin base real y no poner coto a las pr¨¢cticas especulativas. Para este economista, no es suficiente con inyectar dinero al sistema, sino que hay que controlarlo f¨¦rreamente, con la creaci¨®n de una autoridad supervisora que regule y vigile a la banca.
Rogoff tambi¨¦n critica a la Fed por su decisi¨®n de combatir la recesi¨®n reduciendo los tipos de inter¨¦s, porque, a su juicio, esa medida convertir¨¢ a EE UU en una m¨¢quina de inflaci¨®n a escala mundial, agravando las tensiones procedentes del alza de las materias primas.
Pero el dramatismo de su an¨¢lisis es a¨²n mayor cuando pronostica que el rescate del sistema financiero no resistir¨¢ porque no hay suficiente dinero fresco. Por el contrario, estima que persistir¨¢ la contracci¨®n del cr¨¦dito y el desplome del valor de los pisos, que desembocar¨¢ en un "gigantesco rescate inmobiliario que costar¨¢ a los contribuyentes estadounidenses un bill¨®n de d¨®lares o m¨¢s". ?Y qui¨¦n se atrever¨¢ a comprar esa nueva deuda con los tipos de inter¨¦s por los suelos y un d¨®lar m¨¢s devaluado que nunca?, se pregunta.
La respuesta: "El pr¨®ximo a?o habr¨¢ un aumento masivo de las quiebras corporativas en EE UU, aun cuando muchas empresas llegaron a la recesi¨®n con balances s¨®lidos. Las finanzas estatales y municipales est¨¢n a¨²n en peores condiciones. Ante la ca¨ªda de ingresos, decenas de municipios en EE UU podr¨ªan quebrar".
Stephen Roach tambi¨¦n tiene su apodo. Le llaman el eterno bajista (perennial bear) por sus previsiones fatalistas. Considera que estamos viviendo las consecuencias de la segunda burbuja en siete a?os, tras la crisis que tuvo lugar entre 2000 y 2001 con el desplome de los valores tecnol¨®gicos, provocando un colapso financiero que representaba al 13% del producto interior bruto (PIB). Pero se?ala que la actual crisis es mucho m¨¢s grave porque combina dos burbujas, la hipotecaria y la crediticia, que afectan simult¨¢neamente a la construcci¨®n y al consumo, que representan el 78% del PIB de EE UU, un peso seis veces mayor que en la anterior crisis.
Roach estima que el recorte de los tipos en EE UU no bastar¨¢ para ayudar a los consumidores que han visto caer el valor de sus propiedades y tienen dif¨ªcil acceso al cr¨¦dito. Y propone medidas fiscales de corte keynesiano que favorezcan las exportaciones e inversiones para renovar las anticuadas infraestructuras del pa¨ªs para salir de la recesi¨®n.
Apocal¨ªpticos o no, la inmensa mayor¨ªa de los expertos coincide en el hecho de que el sistema financiero no volver¨¢ a ser el de antes. Cuanto m¨¢s profunda es una crisis, mayores cambios provoca. Pero hasta los neoliberales tienen claro que ya nada ser¨¢ igual. "No estoy seguro de que podamos ir tan lejos como para hablar del fin del capitalismo como lo conocemos. Pero es evidente que vamos hacia un mundo en el que la banca va a estar sujeta a una regulaci¨®n mucho m¨¢s restrictiva que la actual", explica desde Washington Desmond Lachman, economista de cabecera de la American Enterprise Institute, un influyente think tank neoconservador. "El peligro es que la reacci¨®n ante la crisis crediticia provoque un exceso de regulaci¨®n en el sistema financiero, como sucedi¨® tras los esc¨¢ndalos de WorldCom y Enron", a?ade, en una posici¨®n similar a la que ha adoptado recientemente el Instituto de Finanzas Internacionales, el gran lobby bancario.
El papel de los bancos centrales est¨¢ siendo fundamental en la resoluci¨®n de la crisis. Pero sus acciones son discutibles, hasta el punto de que muchos analistas los han puesto en el disparadero. Bernard Connolly, economista de la aseguradora AIG, podr¨ªa llamarse tambi¨¦n el analista antieuro, por su aversi¨®n a la moneda com¨²n europea, a la que responsabiliza de casi todos los males del Viejo Continente. Ahora vuelve a la carga, al punto de que ha se?alado que si la Fed, aunque con medidas no siempre acertadas, trata de evitar la crisis financiera, la misi¨®n del Banco Central Europeo (BCE) parece ser la de provocarla. Su teor¨ªa tiene como base que la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) se fund¨® sobre una econom¨ªa y un marco alem¨¢n sobrevalorados, financiados por el resto de pa¨ªses y respaldados por el BCE mediante tipos de inter¨¦s artificialmente bajos para la conveniencia del conjunto de la UEM.
Esa combinaci¨®n gener¨® un boom econ¨®mico en muchos pa¨ªses que ten¨ªa como base el sobreendeudamiento de familias y empresas gracias a la sobreexposici¨®n crediticia de bancos e inversores, a menudo basado en la ilusoria seguridad de un inflado precio de la vivienda. Muchos de esos pa¨ªses acumularon enormes d¨¦ficit y deber¨¢n restaurar ahora su competitividad. Pero, como est¨¢n atrapados en la UEM, s¨®lo pueden hacerlo mediante un ajuste del mercado laboral: desempleo y reducciones salariales. En cadena, esas altas tasas de paro y la ca¨ªda de los precios y salarios har¨ªan que las deudas que han contra¨ªdo familias y negocios fueran impagables; es decir, el caos. Sobre Espa?a, Connolly tiene peores augurios que las brujas de Macbeth: "Espa?a se dispone a afrontar la m¨¢s calamitosa de todas las circunstancias: un ciclo de recesi¨®n, deflaci¨®n y ca¨ªda general de todo el sector privado".
Es de esperar que Connolly y el resto de los apocal¨ªpticos yerren. Porque lo peor que le puede pasar al atribulado propietario en apuros no es colgar el cartel de "se vende" en el balc¨®n de casa, sino que el cartel lo herede el banco que le concedi¨® la hipoteca. Del destino de ese cartel depende, tal vez, el futuro de la econom¨ªa, en Espa?a y en el resto del mundo.
Consecuencias
- Fuertes p¨¦rdidas y deterioro de la base de capital de numerosos bancos de Europa y EE UU.
- Subida de los tipos de inter¨¦s interbancarios ante la escasez de liquidez y pese a las inyecciones de los bancos centrales.
- Contracci¨®n del cr¨¦dito y pr¨¦stamos m¨¢s caros para empresas y particulares.
- Frenazo econ¨®mico ante las restricciones monetarias.
- Debilitamiento del d¨®lar frente al euro.
Causas
- La crisis financiera esconde en su interior en realidad tres crisis.
- La primera es de cr¨¦dito, por la alta morosidad de las hipotecas subprime tras el fin del boom inmobiliario.
- La segunda crisis es la del apalancamiento (directo, de hedge funds o con titulizaciones), que amplifica la crisis.
- La tercera es una crisis de liquidez, por la dependencia de financiaci¨®n a corto plazo para invertir en productos estructurados.
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