Tres hijos del 'monstruo de Amstetten' no hab¨ªan salido jam¨¢s de su encierro
Fritzl confiesa el secuestro y que quem¨® en el horno el cuerpo de uno de sus bebes
Su vecina Hilde dice que Josef Fritzl parec¨ªa "un tipo normal". Hilde tiene 80 a?os y una hija de la edad de Elisabeth, que comparti¨® con ella cuatro a?os de escuela primaria. A tres casas de la suya, entre los cuidados jardines de Amstetten, pas¨® Elisabeth 24 de sus 42 a?os, encerrada en un s¨®tano de 60 metros cuadrados habilitado por su padre. Fue all¨ª donde Josef Fritzl abus¨® de ella, donde engendr¨® con su hija siete ni?os que eran tambi¨¦n sus nietos. Una sola ventana, un retrete, una peque?a cocina en el subterr¨¢neo de una casa normal en un barrio normal en el lugar m¨¢s normal que puede ofrecer la localidad austriaca de Amstetten, de 23.000 habitantes, al oeste de Viena.
Las v¨ªctimas viv¨ªan en un s¨®tano de 60 metros cuadrados por 1,70 de alto
Un televisor era la ¨²nica comunicaci¨®n de Elisabeth con el exterior
Los hijos que vivieron sin sol tienen problemas de piel y visi¨®n
Todos los familiares est¨¢n recibiendo tratamiento psiqui¨¢trico
Las monstruosidades m¨¢s inimaginables para el ser humano quedaron ocultas durante 24 a?os en el hogar de Josef Fritzl. Este t¨¦cnico electricista jubilado, de 73 a?os, confes¨® ayer a la polic¨ªa que durante todo ese tiempo mantuvo encerrada en el s¨®tano de su casa a su hija Elisabeth a la que viol¨® y golpe¨® sistem¨¢ticamente desde los once a?os. "Durante 24 a?os ha llevado una doble vida perfecta. Ha enga?ado a todo el mundo", dijo ayer Franz Prucher, responsable de la seguridad p¨²blica de Baja Austria. Seg¨²n el relato de Prucher, Fritzl tuvo siete hijos con su esposa Rosemary (madre de Elisabeth) y siete con su hija Elisabeth.
Uno de los hijos fruto del incesto, muri¨® en 1996 al poco de nacer. Fritzl se deshizo del cad¨¢ver quem¨¢ndolo en la caldera de la calefacci¨®n de la casa. Los dem¨¢s ni?os nacidos del incesto corrieron distinta suerte. Tres de ellos (de 10 a 15 a?os) fueron traslados por Fritzl a la casa familiar e integrados como si fueran nietos y luego hijos adoptivos. Los otros tres (de 5, 18 y 19 a?os) permanecieron toda su vida bajo tierra hasta ser liberados hace pocos d¨ªas.
Para que el cautiverio permaneciera oculto, Fritzl se invent¨® una quimera. Hizo creer a todos, tambi¨¦n a la polic¨ªa y a otras instituciones austriacas, que su hija Elisabeth, que hoy tiene 42 a?os, se hab¨ªa fugado para vivir en una secta, y que de vez en cuando abandonaba a sus hijos en la puerta del hogar de los abuelos.
Siempre aparec¨ªan los beb¨¦s acompa?ados de una carta que ¨¦l obligaba a escribir a su hija, en la que Elisabeth dec¨ªa: "Lo lamento, donde estoy no puedo quedarme con ellos". La polic¨ªa explic¨® que Fritzl siempre aplic¨® el mismo truco. Lo intent¨® por ¨²ltima vez, pero sin ¨¦xito, el pasado 19 de abril. Su hija y nieta Kerstin, de 19 a?os, que siempre estuvo en el encierro, enferm¨® de gravedad. Su madre, Elisabeth, suplic¨® a su raptor que la llevara al m¨¦dico. Fritzl explic¨® en la cl¨ªnica que su nieta hab¨ªa sido abandonada en estado inconsciente por su madre fugitiva. Pero el equipo m¨¦dico, que hoy lucha por salvar la vida de la joven, denunci¨® el caso y la televisi¨®n local lanz¨® una llamada para buscar a la madre de Kerstin.
Elisabeth, que dispon¨ªa de un televisor como ¨²nico contacto con el mundo exterior, capt¨® la alerta. Pidi¨® a su padre que la dejara contribuir a salvar la vida de Kerstin. Padre, hija y dos de sus ni?os fueron al hospital. Una vez m¨¢s, Josef Fritzl hizo creer a su esposa que la ingrata de Elisabeth hab¨ªa reaparecido repentinamente. La Polic¨ªa esta vez no se lo crey¨®.
El n¨²mero 40 de la Ybbstrase muestra un color indefinido entre el gris y el turquesa. En la puerta, una etiqueta en un buz¨®n indica que aqu¨ª est¨¢ el domicilio de la familia Fritzl. Como el resto de los vecinos y como la joven Sabine, cajera en el supermercado de la esquina, Hilde crey¨® hasta el domingo que Elisabeth hab¨ªa dejado el hogar en 1984. Contaba Fritzl que la adolescente d¨ªscola hab¨ªa ingresado en una secta para no volver.
Mostraba cartas manuscritas de Elisabeth, en las que ¨¦sta ped¨ªa que cuidara a los ni?os. Est¨¢n escolarizados, participan en actividades sociales y obtienen buenas notas en la escuela. La vecina Hilde admiraba por eso al matrimonio, que cuidaba a sus nietos con total dedicaci¨®n y altruismo. El viejo Josef pasaba por un hombre recto y amigo del orden. Sus vecinos s¨®lo se quejaban a veces del olor que produc¨ªa la caldera en la que quemaba los desperdicios producidos por sus prisioneros. La misma en la que quem¨® los despojos de su hijo-nieto, muerto al poco de nacer en 1996. Con la polic¨ªa no ten¨ªa mayor conflicto que el causado por sus reproches. Les acusaba de no esforzarse en encontrar a su hija perdida. Ahora, el jubilado dice que lo siente por su familia.
Todos sus miembros est¨¢n desde el domingo en tratamiento psiqui¨¢trico. Los tres ni?os que crecieron privados de sol en el s¨®tano del n¨²mero 40 de la Ybbsstrase tienen serios problemas cut¨¢neos y oftalmol¨®gicos. Seg¨²n el regidor de Amstetten Heinz Lenze, Elisabeth tiene a los 42 a?os todo el pelo blanco y la cara cenicienta. Su expresi¨®n, seg¨²n Lenze, expresa el horror sufrido estos ¨²ltimos 24 a?os.
Ahora quedan a¨²n cabos por atar. ?La se?ora Fritzl no sospechaba nada? ?Por qu¨¦ nunca bajaba al s¨®tano, lo ten¨ªa prohibido? ?No se o¨ªan los gritos de las palizas y de los partos, los llantos de los ni?os? Intriga tambi¨¦n c¨®mo este hombre pudo abastecer todo el tiempo a sus prisioneros. En busca de testigos que puedan facilitar informaci¨®n, se ha publicado por primera vez la foto de Fritzl, un individuo al que Prucher calific¨® de un hombre de aspecto "din¨¢mico, prepotente y autoritario". La sociedad austriaca se pregunta, como muchos vecinos, c¨®mo este horror fue posible en la civilizada rep¨²blica. Sabine miraba ayer hacia los bajos de la casa y comentaba: "la de veces que habr¨¦ pasado yo por delante...".
Con informaci¨®n de Julieta Rudich.
El infierno estaba en el s¨®tano de casa
- 1977. Josef Fritzl comienza a abusar de Elisabeth, su hija de 11 a?os.
- 24 de agosto de 1984. Fritzl droga y esposa a Elisabeth y la encierra en el s¨®tano de su casa en Amstetten (Austria).
- Septiembre de 1984. En una carta escrita por Elisabeth -obligada por su padre-, la joven pide a su familia que deje de buscarla. La polic¨ªa cree que se ha enrolado en una secta.
- 1988.1989. Kerstin, la primera de los siete hijos de Elisabeth, nace en el s¨®tano. Su segundo hijo, Stefan, un a?o m¨¢s tarde.
- Mayo de 1993. Un ni?o de nueve meses se presenta en la casa con una nota de Elisabeth, pidiendo que cuiden de ¨¦l. Lo mismo ocurre en diciembre de 1994 con otra ni?a.
- 1997. Elisabeth da a luz a gemelos. Uno de ellos muere tres d¨ªas despu¨¦s. Fritzl quema el cad¨¢ver en la caldera. El que sobrevive, Alexander, deja el s¨®tano y pasa arriba un a?o m¨¢s tarde.
- 2003. Una nueva nota de Elisabeth dice que ha tenido un nuevo beb¨¦ hace un a?o. Se llama F¨¦lix. Vive con Kerstin y Stefan en el s¨®tano.
- 19 de abril de 2008. Kerstin llega al hospital con una enfermedad que hace temer por su vida. La polic¨ªa pide a Elisabeth que contacte con ellos.
- 19-26 de abril. Fritzl deja salir del s¨®tano a Elizabeth y a sus otros dos ni?os. Le dice a su mujer, Rosemarie, que Elisabeth vuelve a casa.
- 26 de abril de 2008. Elisabeth, de 42 a?os, y su padre, de 73, van juntos al hospital donde Kerstin est¨¢ siendo tratada. Fritzl es arrestado bajo la sospecha de abuso y secuestro.
- 27 de abril de 2008. Las autoridades se hacen cargo de Elizabeth y de sus hijos. Kerstin permanece en el hospital en estado cr¨ªtico. La polic¨ªa anuncia el arresto de Fritzl. ?ste da a los agentes el c¨®digo de la puerta secreta por la que se acced¨ªa al s¨®tano.
- 28 de abril de 2008. Fritzl confiesa que ha mantenido a Elisabeth durante 24 a?os en el s¨®tano. Declara a los investigadores que quem¨® el cad¨¢ver de uno de los peque?os gemelos. La polic¨ªa inspecciona el s¨®tano.
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