"Con el c¨¢ncer te tratan como si no formaras parte del 'club' de los vivos"

Comparece a la cita que tenemos con un termo en la mano. Son las cinco de la tarde y no es dif¨ªcil adivinar qu¨¦ hay dentro del termo. T¨¦ verde. Tiene un aspecto mucho m¨¢s fr¨¢gil de lo que aparenta en la solapa del libro que acaba de publicar en Espa?a, Anti-c¨¢ncer. Una nueva forma de vida (editorial Espasa), del que ya se han vendido 300.000 ejemplares. En este libro no s¨®lo presenta el t¨¦ verde como un potente desintoxicante del organismo, sino como un alimento medicinal capaz de frenar la proliferaci¨®n de los vasos sangu¨ªneos que alimentan un tumor. Predica, pues, con el ejemplo, en un gesto que tiene bastante de exhibici¨®n, y aunque, en una primera aproximaci¨®n, David Servan-Schreiber, de 47 a?os, ofrece una aparien?cia t¨ªmida y retra¨ªda, casi vulnerable, pronto se adivina que la usa como arma de seducci¨®n.

"Tomar las riendas de tu propia vida cuenta en la lucha contra el c¨¢ncer"

"Dej¨¦ la neurociencia porque eleg¨ª el contacto con la gente"

"Tener un tumor a los 30 a?os me liber¨® de ser el primero de la clase"

"Sarkozy ha perdido apoyo al enga?ar a Francia con Carla Bruni"

Ser franc¨¦s y llevar el apellido Servan-Schreiber dice ya mucho del personaje. S¨ª, es hijo de Jean-Jacques Servan-Schreiber, pol¨ªtico, pensador, periodista, un activista del pensamiento donde los haya, que intervino intensamente en la vida pol¨ªtica de los a?os sesenta y setenta, hasta que, fracasadas sus aspiraciones al frente de un partido radical, en 1979 lo dej¨® todo y se fue a vivir a Pittsburg (Estados Unidos) con toda su familia. David Servan-Schreiber es psiquiatra, y aunque inici¨® su carrera como investigador en el campo de la neurociencia cognitiva, no ha alcanzado notoriedad por sus trabajos cient¨ªficos, que los tiene, sino por sus libros, que se han convertido en best-sellers. Del primero, Curaci¨®n emocional. Acabar con el estr¨¦s, la ansiedad y la depresi¨®n sin f¨¢rmacos ni psicoan¨¢lisis, se han vendido 1,3 millones de ejemplares, y ahora vuelve a la carga con un libro que nace directamente de su propia experiencia. ?l es, y de eso va el libro, un superviviente del c¨¢ncer: hace quince a?os le diagnosticaron un tumor cerebral, del que tuvo una reca¨ªda. Ha sido miembro de M¨¦dicos sin Fronteras, y su inter¨¦s se ha inclinado en los ¨²ltimos a?os hacia las medicinas alternativas. En su libro recopila las m¨¢s recientes investigaciones sobre el c¨¢ncer, pero es controvertido entre los onc¨®logos porque sus conclusiones van bastante m¨¢s all¨¢ de lo que a d¨ªa de hoy ofrece la evidencia cient¨ªfica.

Usted ha escrito este libro porque sufri¨® c¨¢ncer, y ahora lo explica con profusi¨®n de detalles, pero lo mantuvo en secreto durante quince a?os. ?Por qu¨¦? Ten¨ªa miedo de que fuera a interferir con mi capacidad de trabajar como m¨¦dico. No quer¨ªa que los pacientes se preocuparan por mi salud, y quer¨ªa que pudieran confiarme sus sentimientos. Una de las cosas m¨¢s importantes para un psiquiatra es tener serenidad en relaci¨®n con los pacientes. ?sa era una preocupaci¨®n importante. Luego empez¨® a interesarme la medicina integral, que trata aspectos distintos a los de la medicina convencional, y no quer¨ªa que dijeran que me interesaba este tema porque ten¨ªa c¨¢ncer, cuando m¨¢s bien me acerqu¨¦ a ¨¦l en calidad de cient¨ªfico.

?C¨®mo supo que ten¨ªa un tumor cerebral? Por pura casualidad. En ese momento trabajaba con mi socio en un laboratorio de investigaci¨®n neurol¨®gica funcional que hab¨ªamos montado entre los dos. Est¨¢bamos realizando un trabajo sobre neurolog¨ªa en el que tom¨¢bamos im¨¢genes del cerebro activo realizando diferentes funciones. Un d¨ªa, la persona que ten¨ªa que someterse al experimento no se present¨® y me ofrec¨ª yo para someterme al esc¨¢ner. Al poco de empezar, el que en ese momento era uno de mis mejores amigos, con el que realizaba estos experimentos, sali¨® de la sala de control, puso su mano sobre la m¨ªa y me dijo: "David, no podemos llevar a cabo el experimento. Hay algo en tu cerebro". As¨ª fue como me enter¨¦ de que ten¨ªa un tumor cerebral.

?Y qu¨¦ pens¨® en ese momento? Me entr¨® mucho miedo. Nunca hab¨ªa imaginado que mi vida se fuera a acabar tan pronto. Ten¨ªa muchos planes de futuro, as¨ª que fue un shock. Pero lo que me sorprendi¨®, en mi calidad de psiquiatra, es lo poco que tard¨¦ en reaccionar, en enfrentarme al problema y hacer lo que ten¨ªa que hacer para curarme. ?Es sorprendente la capacidad de adaptaci¨®n que tenemos frente a las malas noticias!

Pero cuando ya llevaba unos a?os y cre¨ªa que estaba curado, el tumor reapareci¨®. La segunda vez es mucho peor, ?no? Es horrible, porque te sientes tremendamente impotente y crees que has fracasado. Te dices: o sea, que todo lo que he hecho no vale para nada, no funciona. Y caes en el desaliento. ?se es el momento m¨¢s duro. Piensas que vas a tener que repetirlo todo, volver a empezar desde el principio? Pero si hay algo que hay que evitar es el desaliento: entre todos los factores psicol¨®gicos, ¨¦se es el que desempe?a un papel m¨¢s importante en la progresi¨®n del c¨¢ncer.

Como cient¨ªfico sab¨ªa que ten¨ªa pocas posibilidades, pero se lanz¨® a por ellas. ?Hasta qu¨¦ punto es importante la respuesta emocional? El aspecto emocional es un factor m¨¢s de los que entran en juego. En la lucha contra el c¨¢ncer cuenta todo: la medicaci¨®n, el apoyo emocional, la alimentaci¨®n, el ejercicio f¨ªsico y tambi¨¦n protegerse de las toxinas. Pero el factor psicol¨®gico es importante en la medida en que lo esencial es salir de la impotencia, porque eso es lo que nos da una oportunidad. Tener ganas de tomar las riendas de la propia vida, ¨¦se es el aspecto emocional que cuenta.

?sa es la tesis central de su libro, pero no creo que todos estos factores tengan el mismo nivel de importancia, al menos cuando ya hay un diagn¨®stico. Es que el problema comienza mucho antes del diagn¨®stico. Mi tesis es que todos tenemos c¨¦lulas cancerosas, pero s¨®lo una de cada tres personas desarrolla un c¨¢ncer. Eso es as¨ª porque tenemos unas defensas naturales que, en la mayor¨ªa de los casos, consiguen evitar que el c¨¢ncer se desarrolle. ?Cu¨¢ndo aparece un c¨¢ncer? Cuando hay m¨¢s factores que abonan su crecimiento que factores capaces de inhibirlo. Si llegamos a compensar esos factores, reforzando el sistema inmunitario y las defensas naturales, podemos trazar un progreso considerable en la lucha contra la enfermedad o incluso evitarla por completo.

?ltimamente proliferan los libros de autoayuda en los que se induce a creer que para vencer el c¨¢ncer hay que ser positivos y optimistas, cuando no siempre est¨¢ en manos del paciente serlo y menos a¨²n que su curaci¨®n dependa de ello??No se est¨¢ convirtiendo en una nueva tiran¨ªa? As¨ª es, por eso he insistido en que el aspecto psicol¨®gico no es m¨¢s importante que los dem¨¢s. Pero es cierto que, si queremos tener m¨¢s posibilidades, es bueno querer tomar las riendas de la propia vida y orientar los esfuerzos a estimular las defensas naturales del cuerpo, aunque sin obsesionarse.

El neurocient¨ªfico Antonio Damasio explica que el cerebro controla el organismo porque tiene un mapa permanentemente actualizado de todo lo que ocurre en el cuerpo. ?Estamos desanimados porque el cerebro percibe que algo no va bien, o algo no va bien porque estamos desanimados? Las dos cosas. No se puede distinguir qu¨¦ es antes. Cuando se tiene estr¨¦s, el cerebro induce la producci¨®n de adrenalina y cortisona, que inciden en las c¨¦lulas del sistema inmunitario y que hacen que se fabriquen unas mol¨¦culas que alimentan el c¨¢ncer, y que, a su vez, inciden sobre el cerebro y provocan que se estrese a¨²n con m¨¢s facilidad. As¨ª podemos caer en un estado en el que resulte imposible salir del estr¨¦s.

Observo en su libro un poso de amargura cuando dice que despu¨¦s del diagn¨®stico percibes que el mundo se divide en dos grupos, el de los vivos y el de los que van a morir de un momento a otro. ?As¨ª de crudamente lo vivi¨® usted? Cuando a uno le diagnostican un c¨¢ncer, le invade un miedo terrible porque tiene la impresi¨®n de que el resto de la gente le trata como si ya no formara parte del club de los vivos. En el trabajo, por ejemplo, percibes que ya no formas parte del club porque te dejan de asignar tareas; dejan de hablarte de lo que va a pasar en dos, tres o cinco a?os porque piensan que quiz¨¢ no vayas a estar ah¨ª. As¨ª que cuando empiezan a no incluirte en los planes de futuro, la sensaci¨®n que tienes es que se te ha acabado la vida. Y esto es algo muy dif¨ªcil de asumir. Pero t¨², curiosamente, tardas muy poco en darte cuenta de que en realidad s¨®lo hay un club, y los que no tienen c¨¢ncer tambi¨¦n van a morir, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano. Darse cuenta de esto ayuda mucho a tolerar la idea de que puedes morir, y no lo ves injusto porque forma parte del contrato de la vida.

Sin embargo, le cost¨® aceptar su nueva identidad como paciente, hasta el punto de que al principio iba al onc¨®logo con la bata blanca puesta?, algo que usted mismo califica de pat¨¦tico. S¨ª, me resultaba muy extra?o ir a ver a mis compa?eros, con los que compart¨ªa responsabilidades y pacientes, como un enfermo. Era una sensaci¨®n muy rara. As¨ª que, para salvaguardar un poco mi identidad, iba con mi bata blanca, pero luego ya dej¨¦ de hacerlo.

Confrontado a la idea de la muerte, mucha gente se pregunta c¨®mo ha sido su vida. Usted dice que la idea de morir es peor si no se ha tenido una vida plena. ?La suya lo era? No, y por eso decid¨ª cambiarla en muchos aspectos. Hasta entonces me hab¨ªa consagrado a la investigaci¨®n en un laboratorio de neurociencia, pero me di cuenta de que no era ¨¦se el modelo de vida que quer¨ªa. Prefer¨ªa el contacto directo con las personas. Por eso decid¨ª dejar el laboratorio y ejercer la psiquiatr¨ªa, aunque fuera menos brillante, porque en el medio en que yo me mov¨ªa lo que daba fama y prestigio era publicar art¨ªculos cient¨ªficos.

?Se arrepiente de haber tomado esa decisi¨®n? Nunca me he arrepentido. Mis amigos me dec¨ªan que estaba loco, que nadie devolv¨ªa el dinero conseguido para financiar un laboratorio de investigaci¨®n propio, sobre todo si uno ha tenido ¨¦xito; pero yo les dec¨ªa que ya no ten¨ªa necesidad de eso, que el laboratorio no alimentaba mi vida interior, as¨ª que devolv¨ª el dinero. Fue una decisi¨®n muy dif¨ªcil, y durante mucho tiempo pens¨¦ que tal vez alg¨²n d¨ªa me arrepentir¨ªa, pero no ha sido as¨ª.

Me ha llamado mucho la atenci¨®n un comentario que hace cuando habla de que el c¨¢ncer tambi¨¦n da oportunidades: en su caso, poder decirle a su padre que estaba enfermo y quedar as¨ª liberado del miedo a defraudarle. ?Tanto le pesaban las expectativas que hab¨ªa depositado en usted? S¨ª, mucho.

?Por qu¨¦? El hab¨ªa sido primog¨¦nito y hab¨ªa recibido mucha presi¨®n por parte de sus padres, y yo era su primog¨¦nito, as¨ª que hered¨¦ esa presi¨®n de la generaci¨®n anterior. La familia ten¨ªa puestas en m¨ª unas expectativas muy altas.

?Y c¨®mo se expresaban, de forma expl¨ªcita o m¨¢s bien indirecta? Bueno, yo empec¨¦ la educaci¨®n infantil con dos a?os, as¨ª que muy indirecta no fue. Aprend¨ª a leer y a escribir a los dos a?os, hice la selectividad a los 16 y termin¨¦ medicina en tres a?os. Para m¨ª todo era siempre mucho m¨¢s dif¨ªcil: ten¨ªa dos a?os menos que los dem¨¢s y ten¨ªa que ser el primero de la clase.

No me sorprende que su padre fuera tan exigente: a los 23 a?os, ¨¦l ya era editorialista de 'Le Monde', y a los 28 hab¨ªa fundado el semanario 'L'Express'. Pero ser hijo de Servan-Schreiber tambi¨¦n deb¨ªa de tener ventajas. Su familia se codeaba con los Kennedy, los Mitterrand y toda la intelectualidad europea. ?No le resultaba estimulante? Evidentemente, un padre tan exigente y con esa trayectoria, por fuerza tiene que marcar al hijo, y s¨ª, es cierto, era muy interesante? Podr¨ªa decirse que viv¨ªa en un estr¨¦s? muy estimulante, no me puedo quejar [con iron¨ªa]. Pero cuando ca¨ª enfermo me di cuenta de que tener un c¨¢ncer era un buen motivo para poder coger un poco de aire. Para m¨ª fue una especie de respiro. De repente recuper¨¦ la libertad. Yo sab¨ªa que mi padre estaba decepcionado conmigo, porque a ¨¦l le hubiera gustado que me dedicara a la pol¨ªtica como ¨¦l, pero tener un tumor cerebral a los treinta a?os me liberaba de las obligaciones que tanto me hab¨ªan pesado desde ni?o: ya no ten¨ªa que ser el primero de la clase ni el n¨²mero uno de mi campo de investigaci¨®n.

Su padre muri¨®? En noviembre de 2007; perd¨®n, de 2006.

?C¨®mo ve ahora su figura? Como la de un h¨¦roe que hizo muchos sacrificios por su pa¨ªs, pero que al mismo tiempo adoraba a sus hijos y estaba muy presente en nuestra vida. Se involucr¨® mucho en nuestra educaci¨®n. Fue un padre tard¨ªo. Piense que somos cuatro hermanos y yo nac¨ª cuando ¨¦l ten¨ªa 36 o 37 a?os.

Su padre hab¨ªa estado muy involucrado en la vida pol¨ªtica francesa, y de repente se va a Estados Unidos para que sus hijos tuvieran las mejores oportunidades. ?Le est¨¢ agradecido por esta decisi¨®n? S¨ª, y s¨¦ que fue una decisi¨®n muy dif¨ªcil, porque, a partir de ese momento, su familia pas¨® a ser todo en su vida. Y como a todos los ni?os cuyos padres no viven m¨¢s que por sus hijos, eso les acaba resultando tambi¨¦n a ellos una carga muy pesada. A partir de ese momento, mi padre se apag¨® porque no ten¨ªa una vida propia. Puede decirse que no fue la mejor ¨¦poca de su vida.

?Estaba triste? S¨ª, estaba triste.

?Qu¨¦ recuerda de sus ¨²ltimos d¨ªas? Que estaba muy desilusionado. Hab¨ªa dejado de pensar y de hablar. Una de las cosas por las que choc¨¢bamos era porque ¨¦l hablaba muy poco de sus sentimientos, era una persona bastante cerrada, y aunque ten¨ªa una sensibilidad interior muy grande, no la exteriorizaba nunca. Eso hac¨ªa que se creara una distancia entre ¨¦l y los dem¨¢s.

Supongo que no tendr¨¢ una relaci¨®n as¨ª con su hijo. No. Intento que sea totalmente diferente. Yo tambi¨¦n tuve a mi hijo un poco tarde. A la misma edad que mi padre me tuvo a m¨ª. Ahora tiene 13 a?os y es un chico adorable. Mire, tengo aqu¨ª una foto suya bastante reciente?

Es muy guapo y parece un chico agradable. Puede que haya renunciado usted a una carrera cient¨ªfica de prestigio, pero ha tenido un gran ¨¦xito con sus libros. ?Est¨¢ satisfecho? El camino que he hecho con este ¨²ltimo libro es tambi¨¦n un camino cient¨ªfico. Lo que me interesaba, como m¨¦dico y como cient¨ªfico, era ayudar a la gente. A trav¨¦s de mi propia experiencia como paciente descubr¨ª que hay muchas cosas, que no son medicamentos, que nos pueden ayudar a recuperarnos. La medicina convencional es fundamental, muy importante; de hecho, a m¨ª me ha salvado la vida. Pero la medicina convencional es como el ej¨¦rcito, y el c¨¢ncer, como el terrorismo: hay c¨¦lulas que empiezan a actuar en el interior del cuerpo como los terroristas en la sociedad. ?C¨®mo se aborda el problema del terrorismo? Con la polic¨ªa y el ej¨¦rcito, desde luego. Pero no podemos quedarnos ah¨ª: hay que solucionar el problema social que hace posible que haya terroristas. Pues lo mismo con el c¨¢ncer. Hay que prevenir, atacar las causas.

El problema es que no hay un c¨¢ncer, sino cientos, y no hay una causa, sino m¨²ltiples, y sobre la mayor¨ªa de las materias que aborda en el libro siguen faltando pruebas cient¨ªficas concluyentes. S¨¦ a lo que se refiere cuando dice que faltan pruebas cient¨ªficas? Es cierto que no disponemos de tantas pruebas cient¨ªficas sobre el papel de la alimentaci¨®n, por ejemplo, como sobre la quimioterapia; eso est¨¢ claro. Pero no las vamos a tener nunca, porque ni el br¨®coli, ni el ajo, ni el t¨¦ verde est¨¢n sujetos a una patente, as¨ª que no se puede ganar dinero con esto y, por tanto, tampoco se va a invertir dinero para realizar estudios en este campo de la misma magnitud que los que se llevan a cabo con los medicamentos.

La alimentaci¨®n sana, desde luego, es importante; pero si una persona tiene c¨¢ncer, ni el br¨®coli, ni las frambuesas, por muy beneficiosos que sean, le van a ayudar tanto como la quimioterapia. Absolutamente cierto. Pero son cosas diferentes. Se trata de crear las condiciones que nos permitan prevenir un c¨¢ncer y, llegado el caso, estar en mejores condiciones de afrontarlo. Porque si decidimos comer alimentos que prevengan el c¨¢ncer todos los d¨ªas, tres veces al d¨ªa, 365 d¨ªas al a?o, durante 10 a?os y en peque?as dosis, nos estamos fabricando una biolog¨ªa que previene el c¨¢ncer, y sobre esto s¨ª que hay estudios. Diez veces digo en mi libro que para curar el c¨¢ncer hay que aceptar la medicina convencional. A m¨ª me han operado dos veces y estuve 13 meses con sesiones de quimioterapia, y todo esto me ha salvado la vida. Pero es est¨²pido no hacer nada m¨¢s que eso, porque hay pruebas de que podemos ayudar al organismo a luchar contra la enfermedad.

Sin embargo, me ha sorprendido ver que incluye una inquietante an¨¦cdota sobre una visita suya a un cham¨¢n. ?Y por qu¨¦ le resulta inquietante?

Resulta inquietante viniendo de una mente racionalista. Explico la verdad de lo que ocurri¨®.

?Por qu¨¦ alguien que se dice como usted cient¨ªfico, que ha tenido un tumor del que se sabe curado, se va a ver a un cham¨¢n, pone su cabeza en sus manos y le pregunta si ve algo en su interior? Fui para acompa?ar a una paciente, ?de acuerdo? Mire, ?usted sabe lo que es un cient¨ªfico? Conocer la definici¨®n de lo que es un cient¨ªfico es importante. Para m¨ª, un cient¨ªfico es alguien que trata de comprender cosas nuevas, no alguien que da vueltas en torno a lo que ya se conoce. Si usted me presenta a una mujer de 90 a?os que me pone la mano en la cabeza y es mejor que el esc¨¢ner del hospital, porque dice que tengo un tumor y resulta que lo tengo, yo digo que hay que intentar entenderlo.

?Usted cree realmente que esa mujer es mejor que el esc¨¢ner del hospital? En realidad, el gran cham¨¢n era el hijo, y ¨¦l me hab¨ªa dicho: "No tienes nada, est¨¢s bien", pero eso no me impresion¨® porque el ¨²ltimo esc¨¢ner ya dec¨ªa que no hab¨ªa nada extra?o en mi cerebro.

Pero luego fue a ver a la madre del cham¨¢n. Porque todo el mundo hablaba de ella como de algo extraordinario. El propio hijo me hab¨ªa dicho que la que realmente ve¨ªa era su madre. Era algo interesante, ?no? ?Usted no habr¨ªa hecho eso?

No. Yo tengo, b¨¢sicamente, mucha curiosidad. Y eso es precisamente lo que me impuls¨® a hacer ciencia. No he hecho ciencia para dar vueltas en torno a lo que ya se sab¨ªa, sino para disponer de un m¨¦todo racional con el que intentar comprender los misterios. Lo que me interesa es comprender los misterios. Y me dijeron que hab¨ªa una mujer cham¨¢n que hac¨ªa cosas incre¨ªbles, as¨ª que lo quer¨ªa ver por m¨ª mismo. Porque, antes que nada, tengo curiosidad, y me parece una pena que no se investigue m¨¢s este tipo de cosas. Nada m¨¢s verme, ella me dijo: 'Usted ha tenido algo malo dentro que ha vuelto, pero no se preocupe porque lo vencer¨¢'. No es que le diera credibilidad, pero algo debi¨® moverse en mi interior porque fui a hacerme un esc¨¢ner antes de lo que tocaba, y ah¨ª estaba de nuevo el tumor.

?C¨®mo explica este fen¨®meno su mente racional? No tengo una explicaci¨®n, pero lo que s¨¦ con certeza es que hay muchos mecanismos biol¨®gicos que se transmiten por v¨ªas de comunicaci¨®n que a¨²n no detectamos; que no se pueden tocar, ni medir, ni comprender, y que es muy probable que se transmitan entre los seres humanos. La intuici¨®n, por ejemplo, es algo que no entendemos en absoluto. Si hace 400 a?os alguien hubiera visto c¨®mo se abre y se cierra una puerta electr¨®nica, le hubiera parecido imposible. Pero mucho antes de que Edison descubriese sus aplicaciones, la electricidad ya exist¨ªa en la naturaleza.

Pero ?no cree que incluir la an¨¦cdota del cham¨¢n despu¨¦s de citar los trabajos de investigadores como Judah Folkman, Larry Norton o Zhen Cui puede socavar la credibilidad de su libro? No es mi intenci¨®n. Para m¨ª es una verdad, una observaci¨®n. No le he dicho a la gente que vaya a ver a un cham¨¢n, sino que he sido testigo de algo que me result¨® apasionante.

A ra¨ªz de su primer libro, 'Curaci¨®n emocional', fue muy criticado por una cuesti¨®n sobre los omega-3. ?Qu¨¦ ocurri¨®? Para escribir el libro investigu¨¦ toda la cuesti¨®n de los omega-3, que, como se ha demostrado, protegen contra enfermedades como el alzheimer, la artritis o la depresi¨®n. Yo incluso he curado a pacientes con omega-3. No son tan efectivos como los antidepresivos, pero aportan beneficios y no tienen efectos secundarios. Para que hagan efecto ha de utilizarse jugo de pescado en una concentraci¨®n del 80%, pero el que se encontraba en las tiendas francesas ten¨ªa entre el 15% y el 30%. Tras la aparici¨®n de mi libro se dispararon las ventas de omega-3, pero yo insist¨ªa en que no eran efectivas. Unos fabricantes se pusieron en contacto conmigo para producir el concentrado del 80%, y lo vendimos a un precio muy razonable.

?Usted era accionista de la sociedad? S¨ª, claro. Y me criticaron precisamente por eso, cuando es de lo m¨¢s normal. En Estados Unidos nunca me hubieran criticado por eso.

En 1967, su padre escribi¨® 'El de?saf¨ªo americano', en el que pronostic¨® que Estados Unidos se convertir¨ªa en la po?tencia hegem¨®nica del mundo. Usted ha vivido muchos a?os all¨ª, pero ahora ha regresado a Francia. ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ diferencias observa? Yo ahora tengo las dos nacionalidades y me siento como en mi casa en los dos pa¨ªses. Me encanta Europa, y por eso volv¨ª. La verdad es que echaba mucho de menos Francia cuando estaba all¨ª, pero ahora tampoco podr¨ªa vivir sin Estados Unidos. Creo que la vida intelectual es mucho m¨¢s estimulante all¨ª que aqu¨ª.

?Ha perdido vitalidad Europa? S¨ª, ha perdido la vitalidad y el deseo de explorar cosas nuevas, mientras que en Estados Unidos buscar cosas nuevas es el pan nuestro de cada d¨ªa.

Pero ?esto no est¨¢ cambiando ahora? S¨ª, se ha ralentizado, sin duda, porque se ha fracturado el modelo de solidaridad social, y eso es algo que no se puede hacer. Mi padre siempre hablaba de este tema con mucha agudeza. ?l defend¨ªa un modelo liberal y, al mismo tiempo, socialista.

Socialdem¨®crata. S¨ª, socialdem¨®crata. No se puede fracturar la solidaridad entre las personas. Y si creamos un abismo entre los m¨¢s ricos y los m¨¢s pobres, las cosas no pueden ir bien. S¨®lo pueden ir bien si la gente est¨¢ unida. Estados Unidos ha perdido esta idea de unidad, que era su punto fuerte.

?Comparte, pues, la idea de Jeremy Rifkin y otros autores de que Europa, por el hecho de tener un modelo social m¨¢s equilibrado, tiene m¨¢s fortalezas para el futuro? S¨ª, pero no caigamos en la exageraci¨®n, porque la solidaridad social sin innovaci¨®n tambi¨¦n es un suicidio. Bueno, yo no soy pol¨ªtico, as¨ª que nos estamos saliendo de mi campo.

S¨ª, ya s¨¦, lo suyo es la psiquiatr¨ªa. Por cierto, desde esta perspectiva, ?se atrever¨ªa a explicar por qu¨¦ el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, se gan¨® la confianza de tantos franceses y por qu¨¦ la est¨¢ perdiendo tan r¨¢pidamente? Creo que es muy sencillo: lo que nos gustaba a todos de Sarzoky -o, al menos, al 53% de los franceses- es que nos daba la sensaci¨®n de que ten¨ªa muchas ganas de tomar las riendas. Hab¨ªa una historia de amor entre Francia y ¨¦l. Y despu¨¦s, precisamente por sus relaciones afectivas, de repente esta historia de amor ha dejado de ser embriagadora porque ¨¦l ha preferido la que ten¨ªa con mujeres un poco raras que atravesaban su universo emocional, y eso le ha hecho perder la relaci¨®n que ten¨ªa con nosotros, con quienes le hab¨ªamos votado. Creo que ha perdido apoyo porque ha mostrado que le preocupaban m¨¢s sus relaciones afectivas, que por supuesto tambi¨¦n son muy importantes; pero para un presidente de la Rep¨²blica, la relaci¨®n afectiva primordial es con el pa¨ªs. As¨ª que, de repente, nos sentimos enga?ados, como una mujer a la que han enga?ado con una amante. ?Sabe a qu¨¦ me refiero?

?Francia contra Carla Bruni? Eso mismo. Francia es la mujer a la que Sarkozy ha enga?ado con Carla Bruni.