Tragedia birmana
El cicl¨®n que ha arrasado el sur de Myanmar pone en serias dificultades a la Junta Militar
El pesado balance del cicl¨®n que azot¨® y devast¨® el pasado fin de semana parte del sur de Myanmar, donde vive la mitad de una poblaci¨®n de 53 millones de habitantes, habla por s¨ª mismo: 22.500 muertos y al menos 41.000 desaparecidos. Las cat¨¢strofes naturales son l¨®gicamente imprevisibles, pero las autoridades de un pa¨ªs pueden hacer bastante m¨¢s de lo que la Junta Militar birmana hizo antes de que se desataran los vientos huracanados de casi 200 kil¨®metros por hora en la noche del viernes al s¨¢bado en el delta del r¨ªo Irawady, a pocos kil¨®metros de Yangon, la antigua capital de la hoy denominada Myanmar.
No avisaron con la suficiente antelaci¨®n del peligro. Qued¨® en evidencia su obstinaci¨®n de no implantar un sistema de alerta temprana contra cat¨¢strofes como han hecho otros pa¨ªses de la regi¨®n tras el tsunami de 2004. Rebajaron las cifras de v¨ªctimas en los primeros momentos mientras la televisi¨®n y la radio estatales hablaban del "entusiasmo popular" por participar en el refer¨¦ndum constitucional del pr¨®ximo s¨¢bado, que en la zona devastada ser¨¢ aplazado hasta finales de mes. Y las operaciones de auxilio fueron muy lentas. La energ¨ªa y la diligencia que demostraron los militares en su represi¨®n de la revuelta del pasado septiembre no se han visto por ning¨²n lado.
Las dimensiones de la tragedia han sido tales que la dictadura del general Than Swe ha aceptado la ayuda humanitaria internacional, algo que, sin embargo, rechaz¨® durante el maremoto que golpe¨® el sureste asi¨¢tico en las navidades de 2004. Est¨¢ por ver si eso se ce?ir¨¢ exclusivamente al env¨ªo de v¨ªveres y materiales o se permitir¨¢ la entrada a la herm¨¦tica y empobrecida ex colonia brit¨¢nica de personal de agencias de la ONU y ONG, a las que la Junta Militar expuls¨® hace dos a?os y les ha dificultado siempre la labor sobre el terreno por considerar que trabajan para la oposici¨®n.
La cat¨¢strofe exige la solidaridad mundial, como as¨ª ha empezado a suceder. Estados Unidos, que endureci¨® las sanciones econ¨®micas despu¨¦s de la represi¨®n del pasado septiembre, ya ha anunciado su intenci¨®n de hacer el m¨¢ximo, al igual que la Uni¨®n Europea. Ojal¨¢ que el desastre sirva de punto de inflexi¨®n para que el r¨¦gimen militar acepte democratizar el pa¨ªs, no con cosm¨¦ticas reformas constitucionales, sino con la excarcelaci¨®n de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.