Man¨¦jese con cuidado
Me gustar¨ªa hablarles hoy de la fragilidad. Bueno, gustarme, gustarme... Hubiera preferido hacerlo de la armon¨ªa o de la dureza. Pero as¨ª son las cosas y as¨ª se las vamos a contar. En voz baja, evidentemente. Porque la fragilidad es lo que tiene, fragiliza. Pongamos que a uno le ha tocado la loter¨ªa. Que no; se trata de una met¨¢fora. Porque ya se puede imaginar ad¨®nde iba a mandar uno la fragilidad con un loteriazo en el bolsillo. Aunque fuera el bolsillo mental. ?Qu¨¦ dec¨ªa? Ya perdonar¨¢n, pero la fragilidad lo pone todo perdido...
Ah, s¨ª... Les invitaba a que se pusieran en el lugar de alguien a quien le ha tocado un premio. O dos. Pero m¨¢s bien de esos que no se pueden cobrar en la ventanilla de los bancos. Sino en la de los interiores de uno. Ya saben. Qu¨¦ bueno. Por fin le salen a uno bien las cosas... Les dejo que pongan sus propias palabras al bienestar interior. Sobre todo porque se acerca la fragilidad y no nos va a dar tiempo a florituras.
Nos conformamos con que no aumente el Eur¨ªbor y con unos sueldos que se automaticen con la subida el IPC
De modo que est¨¢ uno en paz consigo mismo y disfrutando de alguna de las sonrisas que le ha deparado la vida y entonces, ?zas! Le viene la pu?alada. Una de las m¨¢s tontas. Esas que tiene que ver con la salud, porque, claro, uno se considera un roble. O se consideraba, porque ya no es m¨¢s que un gusano retorci¨¦ndose de dolor. Y entonces, entre espasmo y espasmo, llega a la gran conclusi¨®n: ?qu¨¦ fr¨¢giles somos! Lecci¨®n que, por cierto, uno hubiera preferido evitarse. Como hubiera preferido huir de las est¨²pidas consideraciones que se desprenden de la mayor. No somos nadie. O nada (viene de un chiste: se cuelan dos en un velatorio y los deudos les preguntan ?Y ustedes qu¨¦ son? No somos nada, pero luego dan caf¨¦).
Los que tienen karma arreglan estas cuestiones en un pisp¨¢s. Algo habr¨¦ hecho en una vida anterior... Y se quedan tan anchos. Otros prefieren atribuirlo a las maldades que han cometido no en una vida anterior sino en la vida de hace un rato. Aunque no lo hacen para enmendarse sino para seguir igual. Son los c¨ªnicos. El R. Paulo Coelho suele recomendar, en estos casos, que hablemos con algo o alguien que tenemos dentro (un okupa moral) en la seguridad de que lo estamos haciendo con un ¨¢ngel. A eso, los descre¨ªdos aducen que uno hubiera muy bien podido crecer moralmente evit¨¢ndose los dardos de la variable Fortuna, por lo que no entienden qu¨¦ hac¨ªa su ¨¢ngel para impedirles los malos tragos. ?O no hay, como estamos viendo, reacciones muy variadas a la fragilidad? M¨¢s pragm¨¢ticos, nuestros pol¨ªticos del terru?o recomiendan el Lepoan artu eta segi aurrera... tralar¨¢, tralar¨¢... Hala, ?y a triscar como cabritillas o como sonrisas y l¨¢grimas por los prados!
Queda la variante extraterrestre. La culpa la tienen los hombrecitos verdes. Entonces, si nos quedan fuerzas para sonre¨ªr, sonre¨ªmos. Y volvemos a lo nuestro, a jurar que nos conformamos con que no aumente el Eur¨ªbor y con unos sueldos que se automaticen con las subidas del IPC. Por no mencionar que no queremos achaques. Y que preferimos una vida afectiva y sexual sana. As¨ª de fr¨¢giles mentales estamos. O somos.
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