"Soy de radio, ducha fuerte y 'pilates"
A Manuel Mar¨ªn sus hijas le llaman Planosky. Si hay que organizar el viaje, que se encargue Planosky. Si viajamos en grupo y alguien se pierde, ?d¨®nde quedamos? Lo que diga Planosky. Planosky piensa, Planosky determina, Planosky comunica, nadie planifica como Planosky. En c¨ªrculos period¨ªsticos, sin embargo, le conocen como Perfecto Mar¨ªn. Unos y otros coinciden en que este hombre, de 58 a?os, que acaba de retomar su andadura de profesor universitario, es perfeccionista hasta la m¨¦dula: "S¨ª, es verdad, soy un t¨ªo muy r¨ªgido, me gustan el orden y el m¨¦todo. Parece que para ser de izquierdas tuvieras que ser creativo, flexible y estupendo. Yo prefiero el m¨¦todo: una idea trabajada de manera ordenada puede ser una gran idea; trabajada de forma desordenada se convierte en improvisaci¨®n".
El ex presidente del Congreso respira y vuelve a dar clases en la Universidad
Se acerca el camarero del comedor de profesores de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares y empieza a cantar el men¨²: "Ensaladilla rusa, ensalada campera...". Mar¨ªn le interrumpe: "?Sabe usted que cuando yo hice la mili no pod¨ªamos decir ensaladilla rusa?", le dice toc¨¢ndole el brazo: "Nos obligaban a decir ensaladilla nacional", espeta, y regresa a su posici¨®n de espalda recta y brazos cruzados, entre risas. Mar¨ªn es un hombre que sufre de la espalda. Todos los d¨ªas, de seis a siete, trabaja para mantener en forma su columna: "Soy un pilatero convencido".
A?o 1972, puerto de ZeeBruges, junto a Brujas, B¨¦lgica. Mar¨ªn, con su poncho chileno, subido en su moto, melena al viento. Dispuesto a apoyar a un grupo de agricultores en su protesta. Pintan a 50 vacas de negro, cortan una carretera y la polic¨ªa le cita en comisar¨ªa, "usted no est¨¢ aqu¨ª para cortar el tr¨¢fico".
Al poco, el Mar¨ªn melenudo que impart¨ªa clases en la Universidad y viv¨ªa feliz en una "casita de Blancanieves" se cruza en Francfort con un tipo sevillano que tiene mucha labia y le convence: hay que regresar a Espa?a para que Franco salga corriendo. El tipo se llama Felipe. "Mi vida es fruto de la casualidad".
El ex presidente del Congreso se coloca la servilleta blanca encima del polo amarillo para no manchar su chaqueta verde. Reconoce que su legislatura le result¨® dura: "Soporto mal las peleas in¨²tiles. He conocido a gente muy preparada, pero han dominado los rudos con mala leche". Lejos de la bulla parlamentaria est¨¢ ahora su tranquilo despacho en la Universidad, peque?o, austero, pero con ventanales sobre ¨¢rboles y pajarillos canturreando. Sus jornadas comienzan con sesi¨®n radiof¨®nica, ducha de alcachofa grande y cereales. Por la tarde, ejercicio: "Soy de radio, ducha fuerte y pilates". ?Y por la noche? "Las labores propias de mi g¨¦nero en este nuevo momento que vivimos: hago la cena".
Derecho parlamentario y cambio clim¨¢tico. Son los campos en los que se va a centrar. La afici¨®n por la naturaleza le viene de su padre, hombre de derechas, autoritario. Tuvieron sus enfrentamientos, pero se reconciliaron. Fue cruzando las cataratas Victoria, "a lo Robert Redford", en avioneta, bajo agua pulverizada. Mar¨ªn se encarg¨® de todo: antes de partir le familiariz¨® con las peripecias de Stanley y Livingstone; al llegar al espl¨¦ndido lugar, su padre qued¨® impresionado. "Claro, el viaje se lo hab¨ªa preparado su hijo Planosky".
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