Pa¨ªs Vasco, el pacto necesario
Del resultado en el Pa¨ªs Vasco de las elecciones del pasado 9 de marzo se pueden extraer al menos tres conclusiones. Una, el incuestionable ¨¦xito del socialismo vasco, que no se puede explicar simplemente por el voto ¨²til. Su ascenso tiene m¨¢s calado y se inici¨® en las ¨²ltimas elecciones municipales y forales. Dos, la posici¨®n de los partidarios del derecho a decidir y de sustituir el actual marco auton¨®mico por una aventura difusa y confusa ha perdido terreno frente a los defensores de la Constituci¨®n y la autonom¨ªa estatuaria, opci¨®n que ha resultado claramente mayoritaria en las ¨²ltimas legislativas. Tres, para desgracia de todos, ETA ha vuelto a asesinar en el Pa¨ªs Vasco a una persona por sus compromisos pol¨ªticos. No lo hac¨ªa desde que mataron a Joseba Pagazaurtundua en febrero de 2003.
Aventurarse en un refer¨¦ndum aboca a un grave enfrentamiento pol¨ªtico entre vascos
Nuevamente, una parte de los ciudadanos vascos vuelve a estar en el punto de mira preferente de la organizaci¨®n terrorista y constituye dentro de la misma comunidad aut¨®noma una "sociedad perseguida", que vive sin libertad plena. El lehendakari y el nacionalismo democr¨¢tico deben entender que los vascos no somos un pueblo plenamente libre porque una parte no lo es. Siendo esto as¨ª, el primer objetivo para todos deber¨ªa ser conquistar la convivencia de los vascos en libertad. No debiera haber otro proyecto pol¨ªtico que tuviera m¨¢s preeminencia que ¨¦ste.
A esta situaci¨®n de excepcionalidad democr¨¢tica es preciso a?adirle un elemento que lo complica todo m¨¢s, cual es la peligrosa tendencia de una parte del nacionalismo a no respetar las reglas del juego democr¨¢tico. De tal suerte, un d¨ªa nos encontramos de improviso con una declaraci¨®n del partido que nos gobierna anunciando unilateralmente en el Parlamento vasco que el Estatuto de Gernika hab¨ªa muerto. As¨ª se enterr¨® un gran pacto de convivencia, al que se pretende sustituir por una imposici¨®n de parte expresada en lo que se conoce como Plan Ibarretxe, ya felizmente desautorizado por el Congreso de los Diputados. A mayor abundamiento, tenemos un lehendakari que no tiene reparos en formular propuestas que no respetan las reglas del juego cuando, por ejemplo, plantea para el Pa¨ªs Vasco un estatus de libre asociaci¨®n o anuncia un refer¨¦ndum ilegal cuyo contenido, adem¨¢s, no ha sido posible conocer a d¨ªa de hoy. ?Qu¨¦ nos quiere preguntar Ibarretxe a los vascos? Lo desconocemos.
Para mantener la mencionada consulta, programada para el pr¨®ximo 25 de octubre, argumenta que ha comprometido su palabra en que ¨¦sta se realizar¨¢. Es cierto que as¨ª es, tan cierto como que reiter¨® hasta la saciedad que "se realizar¨ªa en ausencia de toda violencia". Con ETA en activo es f¨¢cil suponer que tratar¨¢ de interferir la consulta, sea cual sea ¨¦sta, y que la "sociedad vasca perseguida", que se opone a la misma, no vivir¨¢ momentos de tranquilidad.
En estas circunstancias, enterrado unilateralmente el Estatuto de Gernika, roto el marco jur¨ªdico-pol¨ªtico de entendimiento, con aventuras de autodeterminaci¨®n de por medio y con ETA en activo, querido lehendakari, la mayor urgencia pol¨ªtica, a mi parecer, reside en alcanzar un gran pacto vasco para la convivencia que nos permita construir un suelo c¨ªvico m¨ªnimo sobre el que asentar nuestras relaciones y dirimir nuestras diferencias.
Sintetizando con un ejemplo para que se entienda lo que sugiero, y s¨®lo con la finalidad de suscitar un debate o una reflexi¨®n, un pacto vasco por la convivencia deber¨ªa contemplar los siguientes extremos: 1) Rechazo activo de todo tipo de violencia terrorista. Apoyo permanente a las v¨ªctimas y solidaridad con los amenazados. 2) Compromiso de erradicar de nuestra sociedad cualquier tipo de discriminaci¨®n por razones religiosas, ¨¦tnicas, pol¨ªticas, ling¨¹¨ªsticas o de lugar de nacimiento. 3) Respeto del imperio de la ley y las reglas del juego establecidas, incluidas las que contiene el Estatuto de Gernika para su reforma. 4) Cualquier cambio del actual marco jur¨ªdico-pol¨ªtico deber¨¢ sustentarse en un amplio acuerdo. Para garantizar este principio se requerir¨¢ que la modificaci¨®n del estatus actual precise una mayor¨ªa de dos tercios del Parlamento vasco. 5) El futuro de Navarra s¨®lo pueden decidirlo los ciudadanos de esa comunidad foral. 6) Asumir el compromiso de construir una comunidad o nacionalidad siempre intentando la integraci¨®n y desechando el frentismo y la exclusi¨®n.
?ste es, en mi modesta opini¨®n, el camino posible hacia el entendimiento que requiere una sociedad plural, compleja y atacada por la violencia terrorista. Pretender lograr un acuerdo directo con Zapatero marginando al socialismo vasco y a otras fuerzas pol¨ªticas significativas de esta comunidad, es decir, buscar un pacto en Madrid manteniendo el desacuerdo vasco, es un planteamiento que tiene garantizado el no. Y aventurarse en una consulta popular aboca inevitablemente al enfrentamiento pol¨ªtico entre vascos y a las consecuencias de la ilegalidad.
Sin embargo, alcanzado un acuerdo de la naturaleza del mencionado, o similar, los problemas actuales se pueden encauzar, porque la aceptaci¨®n de estos principios marca un camino de entendimiento para construir el futuro y, al menos, se?ala con claridad qu¨¦ es lo que no se pude plantear ni hacer. Espero, lehendakari, que sea receptivo a las razones de la parte de la sociedad vasca que no comparte sus planteamientos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas es diputado por Vizcaya del PSE-EE-PSOE.
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