Qu¨¦ hacer
En un ya muy lejano 1902, un jovenc¨ªsimo revolucionario (ten¨ªa 32 a?os), conocido ya por su apodo (Lenin, se dice que en homenaje al r¨ªo Lena, el m¨¢s largo de Siberia y de toda Rusia), escribi¨®, quince a?os antes de la Revoluci¨®n de Octubre, un librito trascendental para el futuro del mundo en el siglo XX. Se titulaba ?Qu¨¦ hacer? y, en ¨¦l, Lenin teorizaba sobre la necesidad de configurar un Partido Comunista (entonces no se llamaba as¨ª, despu¨¦s ser¨ªan los bolcheviques), entendido como vanguardia revolucionaria, profesionalizado y muy disciplinado y orientado exclusivamente a hacer la revoluci¨®n y a tomar el poder, para, inmediatamente, instaurar la dictadura del proletariado. Con clar¨ªsimo desprecio, por cierto, por los procedimientos democr¨¢ticos. Lenin, evidentemente, no era un dem¨®crata sino un revolucionario. Y, lamentablemente para la humanidad, acab¨® triunfando y gener¨® enormes sufrimientos que hoy la correcci¨®n pol¨ªtica atribuye a Stalin (acero), pero que tienen su germen, sin duda, en un monstruo totalitario como Lenin.
El mercado sigue siendo el mecanismo m¨¢s adecuado para asignar correctamente los recursos
Dejo la historia ah¨ª, para centrarme en el t¨ªtulo del librito de marras. Cuando Lenin se pregunta ?qu¨¦ hacer? es muy consciente de que est¨¢ ante una encrucijada estrat¨¦gica en t¨¦rminos pol¨ªticos. Y plantea tomar decisiones muy arriesgadas. Para ganar. No necesariamente a corto plazo, sino a medio y a largo. Piensa en lo t¨¢ctico pero sobre todo en lo estrat¨¦gico.
Los lectores de EL PA?S Negocios pensar¨¢n que a qu¨¦ viene todo esto. Con raz¨®n. Aqu¨ª estamos para hablar de econom¨ªa. Pero d¨¦jenme que me explique.
Estamos, en t¨¦rminos econ¨®micos, en una encrucijada. Y no s¨®lo es t¨¢ctica, sino estrat¨¦gica. Y la pregunta ?qu¨¦ hacer? cobra toda su trascendencia y, si se quiere, todo su dramatismo.
Dramatismo que deriva de la duda de si estamos o no ante una crisis del capitalismo, m¨¢s profunda que la de 1929. Yo personalmente no lo creo, pero mi opini¨®n no tiene por qu¨¦ ser muy relevante. Opiniones realmente autorizadas nos llevan a enormes dudas al respecto. Pero hay un detalle que quiero resaltar: nadie, desde 1929, hab¨ªa planteado, seriamente, esta posibilidad.
Hemos vivido crisis financieras, crisis inmobiliarias, crisis de oferta. Muchas y variadas. Pero es la primera vez que contemplamos una aut¨¦ntica crisis global y simult¨¢nea en los tres frentes. Porque es la primera vez que estamos, de verdad, ante un mundo global.
Si nos preguntamos no qu¨¦ hacer, sino qu¨¦ ha pasado, cada vez es m¨¢s f¨¢cil ponerse de acuerdo. Dejo de lado la evidencia de que el ciclo econ¨®mico lleg¨® a un punto de inflexi¨®n, tambi¨¦n en Espa?a, en la segunda mitad de 2006. Tambi¨¦n que la burbuja inmobiliaria era insostenible en Occidente. Que algunos pa¨ªses (EE UU y Espa?a) no pod¨ªan sostener modelos de crecimiento basados casi exclusivamente en la financiaci¨®n exterior permanente. Que las circunstancias internacionales nos llevan, necesariamente, a un encarecimiento (shock de oferta) de materias primas. Etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Sigamos. En estos momentos, la incertidumbre es total. Pero los errores no son nuevos.
Churchill citaba a Adam Smith, cuando hac¨ªa referencia a la brutal crisis bancaria de 1772 en el Reino Unido (?cayeron 27 de los 30 bancos existentes!), diciendo que "los bancos parec¨ªa que se apresuraban a prestar todo el capital que sus clientes quer¨ªan tomar".
Una de las frases que m¨¢s me ha impresionado en los ¨²ltimos tiempos es similar. Un reconocido y gran empresario espa?ol dec¨ªa que hab¨ªa que comprar todo aquello que los bancos estuvieran dispuestos a financiar y, sino, corolario impl¨ªcito, ¨¦ramos tontos. Quedaba un peque?o detalle: qu¨¦ hacer luego con la inversi¨®n y qu¨¦ pasaba si las cosas se torc¨ªan.
Vuelvo, pues, a lo que ha pasado.
Y vuelvo con una afirmaci¨®n imprudente, cuando alguien depende de los bancos (cosa que suele ser habitual): los bancos lo han hecho mal. Y no lo digo yo. Lo dicen los bancos. Y el reconocimiento de p¨¦rdidas brutales (y de provisiones c¨®smicas) es evidente. Tambi¨¦n lo es la exigencia de los gobiernos (del G-7 sin ir m¨¢s lejos) de que los bancos digan, de una vez, cu¨¢ntos cad¨¢veres guardan en sus armarios. Si es que lo saben hoy o deben esperar todav¨ªa a ver si los que tienen mala cara van a fallecer finalmente.
Entidades financieras tan prestigiosas como UBS, Merrill Lynch, Citigroup, HSBC, o Morgan Stanley han cantado la gallina, en expresi¨®n castiza y coloquial. Un reciente editorial del Financial Times se titulaba, de forma harto expresiva: "Saving Banking from the bankers"... El Fondo Monetario Internacional estima, a priori, p¨¦rdidas superiores a los 600.000 millones de euros por la crisis financiera, de los que s¨®lo un 25% corresponde a los fallidos en cr¨¦ditos hipotecarios y el resto por los t¨ªtulos relacionados (eso que se llama productos estructurados).
Y el problema no es, pues, de liquidez. Los bancos centrales la aportan constantemente. El problema es de solvencia de las entidades financieras (las crisis financieras siempre vienen por una ca¨ªda del valor de los activos), y, por consiguiente, de confianza.
Liquidez hay. Miren ustedes las bolsas occidentales o los fondos soberanos. Y preg¨²ntense qu¨¦ posiciones estrat¨¦gicas toman. Pero ¨¦ste es otro tema a tratar en su momento.
Hoy, de nuevo, la pregunta b¨¢sica es ?qu¨¦ hacer? Y, de nuevo, nadie puede tener la osad¨ªa y la soberbia de Lenin dando una respuesta.
Pero, s¨ª que podemos anticipar algunas reflexiones:
Primero, nada peor que caer en nuevos intervencionismos. El mercado sigue siendo el mecanismo m¨¢s adecuado para asignar correctamente los recursos. Y los que lo han hecho mal, que lo paguen. Ellos solos.
Segundo, las autoridades deben garantizar las reglas del juego. Con transparencia.
Tercero, los bancos centrales deben ser rigurosos y aplicar pol¨ªticas monetarias y de cr¨¦dito no tacticistas.
Cuarto, los gobiernos deben aplicar pol¨ªticas presupuestarias rigurosas y dejar que los estabilizadores autom¨¢ticos act¨²en con neutralidad.
Y quinto, ha llegado la hora de nuevas y profundas reformas estructurales: I+D+i, mercado de trabajo, incentivos fiscales para proyectos empresariales de futuro, educaci¨®n y formaci¨®n, y medidas desde el lado de la oferta en sectores clave como la energ¨ªa, las telecomunicaciones o las infraestructuras de todo tipo.
Ante la pregunta de qu¨¦ hacer, exijamos qu¨¦ vamos a hacer. Sobre todo a bancos y a gobiernos.
Josep Piqu¨¦ es economista y ex ministro.
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